Lee Iacocca
abandonadoInforme24 de Junio de 2012
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El deseo de ser alguien importante y lograr cosas importantes en la vida es el punto de partida del proceso para convertirse en emprendedor. Este deseo es consecuencia de diversos estímulos personales, sociales y culturales. Todo emprendedor tiene unos motivos y unas razones para iniciarse en un nuevo proyecto, este puede ser de carácter social, económico, político, artístico, cultural o de cualquier otra índole, pero se parte de una motivación o de una necesidad o dificultad que se tenga en el ámbito personal, familiar o social.
Lee Iacocca hace una primera y esencial recomendación a quienes desean manejar una empresa. Aplíquese con esfuerzo al trabajo. Procúrese toda la educación que pueda, pero después, por lo que más quiera, ¡haga algo!
lacocca nos relata, la experiencia del hombre que de la nada llegó a la presidencia de la Ford Motor Company; además nos describe su particular forma de vivir, sentir, pensar, y analizar los acontecimientos que suele enfrentar un exitoso empresario.
Ha logrado establecer un método infalible para conseguir el triunfo y progresar, no sólo en el ámbito empresarial, sino también en la vida personal y pública. Nunca imaginó cuando comenzó a trabajar como becario de Ingeniería en la automovilística Ford que le bastarían catorce años para convertirse en 1970 en Presidente de la compañía. Durante los siguientes ocho años dirigió con éxito la empresa. Uno de sus mayores logros de esta etapa fue el firme convencimiento que poseía de intuir los gustos de los consumidores. Producto de ello nació el mítico Ford Mustang, el deportivo que se caracterizó, no tanto por su motor o tecnología, sino por su elegante diseño y por las emociones que transmitía su conducción. Desde entonces, ningún coche de Ford se ha vendido tanto en su primer año de vida y ninguno ha gozado de una aureola de mito como el Mustang.
Al ser un hombre exitoso dentro y fuera de la empresa el dueño de la empresa Henry Ford II comenzó a ser víctima de sus inseguridades y debido a las luchas internas y sus constantes y fuertes discusiones provocaron el despido del hombre que le dio luz y prestigio a esta empresa.
Lejos de hundirse, en 1978 la Dirección General de Chrysler aún a sabiendas de que la bancarrota estaba llamando a las puertas y las pérdidas del último trimestre alcanzaban la friolera cifra de $160 millones, pero sin vuelta atrás tomo como primer objetivo reunir a todos los implicados en el proceso de la fabricación del vehículo y recontrato gerentes jubilados y corridos por la Ford con el propósito de implementar su filosofía y dar capacitación a todas las áreas de la Chrysler. Iacocca consiguió otro hito, éste ciertamente polémico en el paraíso del libre mercado: una ayuda gubernamental en el pago de impuestos que utilizó para ganar tiempo y conseguir estabilizar la cuenta de resultados. Con un plan claro para salvar Chrysler se apuntó otro hito en la historia de la empresa norteamericana de finales de los ochenta: pagó todas las deudas en menos de cinco años. En 1992 se jubiló aunque sigue siendo miembro del Comité Ejecutivo de Chrysler. Sus detractores le acusan de irónico, de ser un tipo duro, de exhibir un exacerbado americanismo y de que su único logró fue sobrevivir gracias a los recortes de impuestos del Gobierno y a una campaña de intervencionismo contra las importaciones de coches japoneses. Sin embargo, Iacocca rompió con el modelo blando y sin carácter que dirigían con languidez las empresas norteamericanas desde los cincuenta.
Su integridad en los negocios y los dotes de estratega llevaron a Iacocca a las más altas esferas de la excelencia empresarial. Puso de manifiesto su capacidad de negociar y de disuadir y convencer en las distintas pugnas y negociaciones con los todopoderosos sindicatos, fue de los primeros en la utilización de las incipientes y primeras técnicas
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