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Literatura


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2014  •  6.517 Palabras (27 Páginas)  •  257 Visitas

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Seminario Prazer em ler de Promocao da Lectura

Sao Paulo, 22 al 24 agosto 2007

INFANCIA – LITERATURA – LECTURA

Algunos hitos de su entramado en la Argentina

Cecilia Bettolli

“Una vez Humberto Eco se preguntó si la exploración en el ámbito de la cultura y los signos era comparable con la navegación sobre un vasto mar o con una caminata por la selva cerrada que abría una picada a machetes. La respuesta fue tajante: la reflexión semiótica no deja una estela fugaz, como un barco sobre el mar, se parece al machete con el que corta y modifica el camino quien se interna en la selva, es un acto que no sólo conoce y describe, también abre picadas que no existían, modifica el paisaje.”

Quienes habitamos este querido continente latinoamericano sabemos de sus complejidades, aún antes de poder pensarlas de manera consciente. Sabemos porque lo llevamos y sentimos en la piel, en las entrañas y en esa obstinación que tenemos los humanos por develar y a la vez modelar la propia existencia.

Pensarnos habitantes y hacedores de esta América Latina, es asumir tanto sus maravillas y potencialidades, como sus fracturas y dificultades. Escenario a tal punto contradictorio y diverso, que gestó una singular narrativa -el Realismo Mágico- para dar cuenta de sus desventuras y originalidades. Quizás eso es lo fascinante de la Literatura: que nos permite nombrarnos y leernos, desde universos de ficción, para develar enigmas de nuestra identidad.

Continente éste, capaz de albergar las más variadas culturas, historias, mixturas de razas y variedad de geografías; con la obscenidad de 96 millones de pobres, de los cuales 41 millones son niños menores de 12 años.

Trabajar por la promoción de la lectura en este escenario, podría parecer una banalidad; salvo que desde ella, nos posicionemos como promotores del desarrollo humano y la lucha por la equidad; apostando a la imaginación y el conocimiento como espacios irrenunciables a la hora de fortalecer la construcción de ciudadanía en marcos democráticos y participativos.

Les propongo hacer un recorrido que nos permita reconocer momentos significativos en el proceso de construcción del campo de la Literatura Infantil en la Argentina, pero más que desde la perspectiva de panorama histórico, procurando vincular algunos hitos de su entretejido con las representaciones de INFANCIA y las prácticas de LECTURA promovidas desde esas concepciones.

Lo haremos transitando dos registros: el de una serie de datos tomados de la realidad (que asumo como recorte, provisorio y con su cuota de subjetiva intencionalidad) y otro en el que focalizamos algunas señales que nos aproximen a “conocer la dirección de los caminos y señalar los límites de un territorio” (según definición de hito en el diccionario de la lengua española).

Procuramos entonces un aporte que nos ayude a re-pensar las relaciones entre los mencionados ejes, orientada a la interrogación de supuestos y la interpelación de prácticas, que nos ayude a comprender mejor nuestro trabajo con los chicos, la literatura y la promoción de la lectura, en tanto hecho eminentemente político.

Las miradas retrospectivas nos permiten justamente eso: volver a mirar, tomar otra perspectiva aún de aquello que ya hemos visto. Cuando se ha sido parte de los debates que hoy reconocemos claramente como una etapa de “constitución del campo” de la Literatura Infantil en nuestro país, el paso del tiempo ayuda a reconstruir y profundizar esas miradas, tomando cierta distancia. Me apetece esa distancia, no por la supuesta “objetividad” que podría aportar –porque no es lo que me interesa-, sino por la decantación, que es muy otra cosa: decantar (según diccionario de la Lengua Española) significa ponderar, engrandecer.

En el Nro. 6 de la querida revista Piedra Libre , proponíamos en el ’90 “echarle un vistazo a la Literatura Infantil argentina” , desde una perspectiva de cierta articulación entre el concepto de niño y el universo literario.

Identificábamos entonces algunos momentos de este proceso histórico que aquí retomo, completo, profundizo; en el afán de conocer mejor lo que acontece con esta tríada de infancia-literatura-lectura, re-conociendo de dónde venimos, para poder imaginar y trabajar por un futuro -que es hoy- más justo, desde la perspectiva de la lectura como un derecho.

Es mi modesto deseo que, como hermanos del continente que habitamos y de la profesión que compartimos, este recorrido habilite un mayor conocimiento de la literatura infantil argentina; pero sobre todo, que nos aliente a profundizar la reflexión, el debate, las incertidumbres y nuevos interrogantes sobre el rumbo histórico y político, de nuestras acciones.

Primer tramo: El niño como promesa de futuro

Comencemos por reconocer la diversidad de nuestros orígenes como nación; configurada por la confluencia -o el choque, ya que estuvo signada por la violencia- de las culturas indígenas americanas, luego la conquista y colonización española y el posterior aluvión inmigratorio.

Venimos de una tradición compleja, cuyas confrontaciones se silenciaron deliberadamente desde una “historia oficial” que tiene aún severas cuestiones pendientes, en términos del casi exterminio de las culturas nativas y toda una tradición de tendencias hegemónicas europeizantes.

La literatura, ya sabemos, existe junto con el hombre porque es parte de su cultura; de modo que rastrear los orígenes de la Literatura Infantil argentina, puede remitirnos, como dice Serrano , al momento de su constitución como nación: “… y no simplemente porque algunas páginas de escritores de aquella época puedan ser leídas por los niños o hayan tenido difusión escolar, sino también porque ya entonces surgieron las obras iniciales de una literatura destinada deliberadamente a la infancia, escasas y sin duda muy distantes de nuestros gustos y criterios actuales, pero significativas desde el punto de vista histórico”.

La mencionada investigadora habla de “un panorama pobre, pero no desierto”, que por otra parte ha sido poco estudiado. No obstante, sabemos que durante el siglo XIX, los chicos leían tanto libros y materiales provenientes de Europa, como algunos textos de origen nacional (fábulas, silabarios, himnos y composiciones en verso de corte patriótico y religioso, periódicos infantiles); todos fuertemente sometidos a una finalidad pedagógica, cuando no directamente moralizante y adoctrinadora. Tiempos en los que, si un denominador común nos habilita

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