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Los Bandidos Del Rio Frio

lalo_770612 de Enero de 2012

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Los Bandidos de Río Frío

y el panorama socio-económico del Siglo XIX en México

El Siglo XIX fue muy convulsionado; hubo en él pronunciamientos, luchas entre liberales y conservadores y alianzas transitorias. Mientras las distintas facciones disputaban entre sí, los Estados Unidos se apropiaban, con su típico afán de expansión imperialista, de más de la mitad del territorio mexicano. José C. Valadez dice al respecto: “De los ocho millones de habitantes de México, apenas si el cincuenta por ciento producía con un promedio que no pasaba de un real por día. De los 365 días del año, 130 eran festivos... ¡Cuán tristes eran los paisajes sociales y económicos de México al comienzo del segundo tercio del siglo XIX! Recorriéndolos con la vista y con el pensamiento, se explican todas aquellas escenas desgarradoras ocurridas desde la guerra de Texas hasta la caída del último gobierno santanista, pasando por los sucesos de 1847” 1

El período de la historia que abarca el México independiente de Santa Anna, el gobierno de Juárez, hasta el primer período del porfiriato, es apasionante. México lucha por tratar de construirse en una nación. La época, ha dicho José Luis Martínez, fue la del “aprendizaje de la libertad”, la del “encargo nacionalista”2

LAS CLASES INFERIORES

Todo este panorama lo pinta muy bien Payno pero quizás lo más innovador fue el tratamiento de los personajes de las clases inferiores. El mundo que describe Payno abarca la mayoría de las clases sociales, así como el ambiente en que se mueven y subsisten; éste es presentado con gran naturalidad. Así por ejemplo la Viña, el lugar donde se tiraban los desechos más asquerosos de la ciudad, “... tenía su población especial, que se componía de traperos, pordioseros y de perros(...) de noche por los matuteros y rateros que no tenían casa ni hogar.” Es muy acertado José Emilio Pacheco cuando dice que: “Payno es el novelista de la basura; en ningún otro de su época llegan los desechos a cobrar categoría de personaje”3

La viña tenía fisonomía especial. Por la mañana, de las ocho a las once, presentaba un aspecto alegre, si alegría podía haber entre las inmundicias y residuos humanos; pero el sol brillante reflejaba sobre los tiestos de botellas y vasos rotos; los restos de legumbres que desperdiciaban las cocineras, recobraban con el sol su tinta verde, y las cúspides de aquella extraña serranía estaban llenas de muchachitos casi desnudos y de hombres que, vestidos de harapos y remiendos de colores, se destacaban desde lejos como si fueran los bocetos de un gran cuadro. 4

La viña era un baldío de considerable extensión. Basurero, donde pululaban traperos, pordioseros y perros. Pero el personaje de clase baja o inferior que es muy bien descrito por Payno en Nastasita.

Entre las muchas viejecitas que concurrían a la viña había una muy metódica, muy callada y, hasta cierto punto, más bien vestida y aseada que las demás, que eran la imagen de la mugre y de la miseria. A las ocho oía su misa en nuestra Señora de los Ángeles y se encaminaba enseguida a los basureros. Juntaba únicamente fierros viejos, llaves, tornillos, picaportes y ceniza. En baratillo tenía ya los marchantes para la ferretería, y cuatro o seis casas sonde entregaba la ceniza, limpia y tamizada que servía para bruñir los candelabros y vasijas de plata. Esta viejecita que se llamaba Nastasita y le decían señáNastasita, estaba arrimada en una atolería del Callejón de la Condesa. 5

Inicio con este personaje, porque si bien su papel no es principal, funciona como enlace con los otros personajes de la historia; además, es de la condición social más humilde. Trabajó como portera pero se vio en la calle al morir el patrón; quedó sola y desamparada. Por estas causas, la conocemos, como una “arrimada”, en una atolería, es victima de la sociedad. Payno critica “El gobierno no ha pensado en establecer casas de asilo ni para el día ni para la noche. 6

Ella encuentra en ese basurero al hijo de la condesa Mariana y de Juan Robreño, al bebé de más de un año que tiran las indias y que es protegido, por la perra Comodina, de otros perros. Nastasita lo cuida como su hijo; aunque intentó que el Canónigo, quizá gozaba de una excelente condición económica, se hiciera cargo del niño, éste no quiso aceptarlo, ya que al revisar el relicario de plata que llevaba el niño al cuello leyó: “Está bautizado, deberá llamársele Juan Robreño; su padre es caballero militar; su madre de la primera nobleza de México. Dios le ayude en su vida”7. Consideró el canónigo, después de hablarlo con Nastasita, darle una limosna de ocho pesos al mes para el cuidado del huérfano.

Otros personajes de la clase baja son las herbolarias llamadas las dos Marías, que para distinguirlas, a la mayor le decían María Matiana y a la menor María Jipila. Ellas son indias, vivían en el pueblecito de la Sal: ...terreno inservible, salitroso, pequeño e incapaz de cultura, probablemente formaba parte de las parcialidades de San Juan y de Santiago, es decir, de los terrenos que antes de la conquista pertenecían a la isla de Tlatelolco (isla arenisca), terreno más elevado sobre el nivel ordinario del lago y donde vivía la gente de comercio y de trabajo.

Ellas formaban parte de los llamados “sin razón”, hablaban su idioma azteca y mal el español, poco conservaban de sus tradiciones y de su religión, y de lo moderno no conocían ni adoraban más que a la Virgen de Guadalupe.

En un principio, la india María Matiana se dedicaba a la venta de mosquitos, pero después que conoce el uso y preparación de las plantas para curar, cambian de domicilio, se van a vivir a Zacualco. En realidad, las dos indias son mujeres dedicadas al estudio de la herbolaria, experimentan primero en los perros, después con sus vecinos y finalmente establecieron un negocio dispuesto al público en general.

La mayor, María Matiana, se iba por el rumbo de Santa Anna y Tezontlale a curar arrieros a los mesones. La otra, María Jipila, se iba a la esquina de Santa Clara y Tacuba donde tenía un puesto en la calle ya acreditado.

Estas indias, aunque conservan su idioma y algunas costumbres, mantienen significativa cercanía con “la gente de razón” provocando un cambio en sus personas, mientras vivían en el pueblito de la Sal. Estas pertenecían a la clase inferior, están menos desamparadas que Nastasita, ya que poseen el poder de curar con hierbas lo que a la larga las hará “riquillas”, pero igual de ignorantes y supersticiosas.

Ellas roban a Juan Robreño, niño de año y medio, para sacrificarlo a la diosa Tonanzín a quien, identifican con la Virgen de Guadalupe. Pretenden curar así a doña Pascuala, joven criolla que lleva trece meses de embarazo.

Doña Pascuala se opone al sacrificio y ellas abandonan al niño en la viña, donde Nastasita, con la ayuda de la perra Comodina, le salvan la vida.

Las Marías son personajes planos, pero cabe resaltar que en su condición social inferior sobreviven mejor que Nastasita. Al parecer, la condición de infeliz se daba sólo en los peones de las haciendas.

Como esbozo de las clases sociales imperantes en México, he creído adecuado presentar a la más humilde de ellas con ciertos tintes costumbristas y con detalladas descripciones, Payno nos da la imagen realista mexicana de esta clase social de finales del siglo XIX y que aún es palpable en el México actual.

El capitulo que Payno titula, “El esclavo blanco”, tiene dos funciones, la primera de mostrar a través de una digresión, el atraso educativo en que estaba sumida la clase social más baja en el siglo pasado y que afortunadamente en nuestra época ya que se cuenta con escuelas técnicas que capacitan a los jóvenes en un determinado oficio.

Los jóvenes entregados eran dados en calidad de esclavos; reflejo del pasado colonial. Así le pasaba al huérfano Juan Robreño que Nastasita entregara como aprendiz al tornero Evaristo Lecuona. Y es aquí donde entra en función el otro elemento estructurante de la trama folletinesca: el tiempo, en cuanto a orden, es retrospectivo. Se retrocede para que Payno cuente la historia del personaje Evaristo Lecuona, uno de los más emocionantes e importantes dentro de la trama.8

A este respecto dice Payno de sus personajes: “... no han sido inventados, sino que son de carne y hueso. Los unos han desaparecido ya de la eterna comedia humana, y los otros han envejecido, y el resto, aunque corto, quizá anda por alas calles cubiertas de lodo y agua en la estación de las lluvias, con su pantalón remangado y su sombrero forrado con un pañuelo de cuadros a falta de paraguas. 9

De los muchos personajes de las clases inferiores, son las mujeres las que merecen más la atención de Payno, sobre todo su cuerpo. Y así dice la doctora Glantz: “El cuerpo de las mujeres del pueblo es visible, manejable- casi manoseable-, pero de una forma fetichizada. 10

Como ejemplo de lo anterior tenemos a las mujeres de la atolería donde vive la arrimada Nastasita y que crían a Juan Robreño hijo: “Era un muchacho bien amamantado por la primera nodriza que lo crió y mucho mejor por la segunda, que era una muchacha fea, greñuda, pero sana, robusta, con unos pechos bronceados, duros y grandes como los de una vaca inglesa y con una leche abundante y espesa, producto de la admirable gramínea que era la base de la alimentación de la gente de la atolería del Callejón de la Condesa. 11

Otra de las mujeres de la historia es Casilda. “Casilda era hija del pueblo”, como se

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