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Los argumentos en favor de la abolición de la pena de muerte

jamkio1Trabajo5 de Marzo de 2013

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La Ilustración, y la corriente humanizadora del Derecho penal que ella determinó, propiciaron desde fines del siglo XVIII una reacción contra las penas corporales y lógicamente, también un cambio de concepción de la pena de muerte. Esta empieza a limitarse a unos pocos delitos de máxima gravedad, al tiempo que va perdiendo su finalidad de producción de dolor físico para convertirse en la pura privación de la vida. Se buscan, por ello las formas de ejecución más rápida e indolorosas. Así se justificó la introducción de la guillotina en la Francia revolucionaria, y del garrote en la España decimonónica (1828).

Se iniciaba así un proceso de retroceso de la pena de muerte que ha desembocado en su abolición-aunque con frecuencia con la salvedad de leyes militares en tiempo de guerra- en la mayoría de países de nuestro ámbito de cultura. Dicha abolición ha solido ir precedida de una progresiva disminución de la aplicación de la pena capital. Incluso en los países en que se mantiene excepcional o poco frecuente, aparte de que, más de un

10% de dichos países son abolicionistas de hecho. Por otra parte, también han ido desapareciendo las ejecuciones públicas en plazas o calles. Todo ello es muestra de un cambio de sensibilidad frente a la pena de muerte.

En la Europa occidental, sólo Bélgica y Grecia mantienen en sus legislaciones la pena de muerte para delitos comunes, pero estos países son abolicionistas de hecho. Entre los países desarrollados las excepciones son Japón (aunque para casos excepcionales) y EEUU, en los que existen Estados en que aún se mantiene y se ejecuta la pena capital, pese a que durante un tiempo (1972) el Tribunal Supremo norteamericano la consideró inconstitucional. En el antiguo bloque socialista predomina todavía la admisión de la pena de muerte, aunque en

1992 la República Checa, Hungría y Rumania la habían ya abolido. En América Latina es ampliamente mayoritaria la abolición. Pero en el Tercer mundo son franca mayoría los países retencionistas2

Los argumentos que se esgrimen a favor de la pena de muerte no son suficientes para su mantenimiento en nuestro tiempo. Expondremos algunas a continuación.

1. Que la historia alegue la existencia de la pena de muerte en todas las épocas anteriores. Refutable, pues en la actualidad la tendencia histórica ha cambiado de signo y apunta claramente, en la mayoría de países, hacia la abolición. Resultando preocupante que en nuestra actualidad se quiera volver a la pena de muerte, bajo el argumento de la mano dura.

2. Que existe una necesidad de retribución a delitos sumamente graves.

Refutable también, pues sería difícil encontrar una medida que indique qué delito es grave y cuál es su pena máxima. Para definir política, social y jurídicamente la gravedad de una pena se debe considerar diversos elementos sociales que dependen de cada cultura. El riesgo es que las coyunturas sociales y políticas, hagan ampliar esta consideración de gravedad. En otras palabras. Si un delito se llegara a penar con la muerte, más tarde, otro que hoy se considera menos grave, también podría a llegar a tener la misma pena.

3. Que existe una necesidad preventiva general. Como si la pena de muerte fuera disuasoria. Las estadísticas demuestran que en los países en que se ha abolido la pena de muerte no ha aumentado por ello la comisión de los delitos antes castigados con la misma. Especial atención a este aspecto se concedió en el Reino Unido, en donde el 9 de noviembre de 1965 se suprimió la pena capital para Inglaterra, Gales y Escocia por un período de prueba que expiró el 31 de julio de 1970. Durante dicho plazo se advirtió que no podía establecerse ninguna relación directa entre la abolición de la pena de muerte y algún aumento de los delitos de asesinato-de

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