Los ojos de la piel ENSAYO,

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La primera frase que llama mi atención es que el cuerpo humano juega un papel importante en la percepción de los efectos sensoriales que provoca la arquitectura. El titulo lo dice; existe una importancia de los sentidos que traducen las experiencias y que la piel es capaz de distinguir cosas que la vista no.

 Por lo que, si hablamos de arquitectura, una verdadera arquitectura, está debe hacernos parte de una práctica sensorial única, ya que esta va más allá de proyectar un simple edificio; proyecta experiencias corporales y espirituales.

La vista es considerada como el sentido más noble, ya que se dice que es “el testigo más exacto” en comparación de los demás, pero la representación de la perspectiva de las formas se condiciona. Actualmente la tecnología ha separado la brecha entre sentidos haciéndonos menos consientes de los otros y más sensibles en cuestión visual y auditiva. Lo que provoca que los demás sentidos solo sean “percibidos” para ciertas actividades.

En lo que respecta a la arquitectura y sus razones de ser en nuestra relación tiempo-espacio, tiende a afectar nuestro comprender humano, por lo que el distanciamiento en nuestra arquitectura actualmente tecnológico puede estar relacionado con los sentidos.

Ejemplos hay muchos, como los hospitales. Estas edificaciones son entornos más avanzados tecnológicamente, pero a su vez generan una sensación de indiferencia o desapego emocional. Esto vendría a explicarse por el dominio del ojo en estos lugares, que tiende a empujarnos a la exterioridad.

La relevancia del ojo ha dado edificaciones imponentes y magnificas, pero no ha facilitado el apego humano.

A pesar de tener en alta estima el sentido de la vista, hay críticos que encuentran que es más un privilegio y que el sentido del tacto también permite “ver” y su eficiencia es mayor y tiene menos errores que la vista. Estos críticos defienden la idea de que en tiempos modernos el arte está dentro de una cultura centrada en la visión. La frase “la mirada objetivadora del otro, y la ‘mirada de la medusa’ [que] ‘petrifica’ todo lo que toca”, me hace pensar que nuestra visión es engañosa, a veces lo que vemos y lo que sucede después distorsiona nuestra percepción.

La vista con el pasar del tiempo se ha ido volviendo más narcisista, volviendo la arquitectura un medio para una persona (el creador). Mientras que el nihilista separa por completo las entidades involucradas en la arquitectura.

En el principio nuestro sentido predilecto era el oído por lo que se ha modificado nuestra forma de pensar (del pensamiento situacional al abstracto).

La arquitectura está guiada por el cuerpo; en algunas culturas la construcción parecía ser basada en el sentir muscular dando como resultado una arquitectura plástica e íntima. Por lo que el cambio del sentido del tacto a la visual ha provocado la pérdida de estas sensaciones y de sentido de conexión entre los asentamientos; mientras que también ha provocado el desarrollo de un elaborado sistema de correcciones visuales para placer del ojo.

No hay que confundir el hecho de que la vista rechace el resto de los sentidos, porque hasta puede estimular e incorporar las demás modalidades sensoriales.

Trayendo otro ejemplo, hablemos de Le Corbusier, quien decía que la arquitectura era un juego de volúmenes y luces, que a pesar de definir la arquitectura como algo visual, no olvidaba el sentido plástico en sus obras, lo que evitaba la perdida de actividades sensoriales en los participantes-usuarios involucrados.

Actualmente la arquitectura a adoptado una estrategia de publicidad para la persuasión instantánea, pero a su vez carente de plasticidad, por lo que los edificios se han convertido en productos sin profundidad o sinceridad existencial. Lo que provoca una percepción desde afuera como si fueran imágenes proyectadas para la retina. Lo que minimiza los procesos detrás de la construcción.

La materialidad permite que nuestra vista aprecie la superficie, que nos convenzamos de la realidad de la materia y de su permanencia en el tiempo, lo cual puede ser también un efecto negativo, ya que, al querer aparentar perfección con materiales actualmente producidos a máquina, se muestra una imagen de “eterna” juventud, señalando un pensamiento oculto del miedo a la muerte. Por lo que provoca un completo desapego sensorial a la experiencia del cuerpo, entorno y edifico. Lo que nos da a entender que la arquitectura hoy en día es más un discurso narcisista personal y no una respuesta a necesidades humanas.

Aunque se ha hablado de que la tecnología ha elevado el sentido visual, también ha ayudado a elevar y equilibrar los demás ámbitos sensoriales. Todo nuestro cuerpo participa en el momento que nos involucramos con la ciudad; al caminar, la mirada proyectada a los alrededores, etc. Nos sentimos a nosotros mismo siendo parte de ella, complementándonos y definiéndonos unos a los otros. Se habita en ella y ella habita en uno.

Las experiencias vividas a través de todo el cuerpo nos redefinen constantemente en el entorno, dando una experiencia continua receptiva.

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