MODULO DE INCLUSION Y DIGNIDAD

DIPLOMADO EN RESPONSABILIDAD SOCIAL E INCLUSION.

MODULO DE INCLUSION Y DIGNIDAD.

DRA. MARIA CONCEPCION PLACENCIA VALADEZ.

ALUMNA: MARILU ALVAREZ QUIROZ.

ENSAYO.  PARTICIPACION INDIVIDUAL.

Para entender el porqué de la necesidad de la inclusión en México, es preciso hablar de su contraparte, la exclusión, fenómeno que se da, al no considerar desde un principio al todo. Si hablamos de grupos humanos, la atención a las necesidades de todos no son contempladas desde el principio, si no sólo las de una mayoría o de quienes se imponen, generalmente el promedio (sea el color, la etnia, el funcionamiento, las capacidades, el sexo, etcétera) excluyendo de esta manera, a las minorías, por los motivos que fueren (los morenos, los pueblos nativos, las personas con discapacidad, las mujeres, los niños, personas de la tercera edad etc.). Este fenómeno de exclusión es una condición que actualmente se conocen como grupos vulnerables, y que de acuerdo al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), se focaliza histórica y sistemáticamente en contra de las personas pertenecientes a estos grupos específicos (adultos mayores, afro descendientes, creencia religiosa, etnia, migrantes y refugiados, mujeres, niñas y niños, personas con discapacidad, personas que viven con VIH, diversidad sexual, jóvenes y trabajadoras del hogar).

Con este pensamiento, se explica el porqué de la exclusión y retraso en la atención de las carencias y necesidades que han sufrido los pueblos originarios y grupos minoritarios. Un pensamiento excluyente, que contaminó desde un principio, al México Colonial, al Independiente, y que se agudizó en los albores de la Revolución, misma que no logró resolver y que sólo postergó de manera indefinida, la justicia y la equidad, para la gran mayoría de estos pueblos y grupos.

Al mexicano promedio no parece importarle, no hay lugar para la cultura, las artes, las tradiciones, ahora está ufanado en ‘sobrevivir’ (y no es su culpa, la situación actual del país, no es para menos, considerando que el 52.3% de la población vive en condiciones de pobreza. Y es precisamente ahí, en esas condiciones de pobreza, donde tienen lugar los focos para el surgimiento y ‘florecimiento’ de los grupos vulnerables: de los niños y jóvenes de la calle, los desnutridos, los enfermos crónicos, los adictos, las y los niños y jóvenes con discapacidad por desnutrición durante el embarazo, con poca o nula atención médica, rehabilitación, educación, sin oportunidades de inclusión laboral y social… de los pueblos originarios y afro descendientes, la exclusión es por partida doble, sus propios orígenes y la pobreza.

Cada uno de los grupos vulnerables requieren de un acercamiento a los mismos, de un diagnóstico y conocimiento de sus necesidades y contextos, y sobre todo, del ofrecimiento de alternativas que den solución integral, viable, sustentable, a sus problemas, involucrándolos en la búsqueda de las propias soluciones, ofreciéndoles herramientas para salir de la situación en la que se encuentran.

Mi punto de vista al respecto se orienta hacia que los ciudadanos promedio, nos organicemos desde los diferentes contextos, en el trabajo, en las escuelas, en las comunidades, en las diferentes actividades, y demos voz y hagámosla valer, para las diferentes personas en condición vulnerable, formulemos estrategias orientadas al ofrecimiento de opciones viables y sustentables a través de redes de apoyo. Al principio pudiera parecernos que no se tiene la preparación, los recursos, el tiempo, etcétera, pero precisamente apoyándonos en la diversidad, es como podemos encontrar las respuestas, lo que no se le ocurra a uno, se le puede ocurrir a otro, lo que no puede ofrecer uno, puede hacerlo otro, juntando nuestras fortalezas y nuestros recursos, podemos hacer algo más grande, creo que es más bien cuestión de voluntad y creatividad. El trabajo en red, cooperativo, es la clave para embarcarnos hacia la construcción de una cultura de inclusión, hacia una sociedad inclusiva. Una cultura de inclusión, es una cultura de la diversidad, en la cual no cabe la exclusión, todas y todos somos importantes, todas y todos tenemos un lugar, un espacio, una voz…
En una cultura de la diversidad, de inclusión, no se discrimina por género, condición social, color de piel, capacidades, origen, orientación, edad, etnia, etcétera. Se valora y respeta las diferencias y los Derechos Humanos de todas las personas, se les ve como individuos únicos que enriquecen a la humanidad. En una cultura de inclusión, cabemos todas y todos, diversas humanidades, culturalidades y etnicidades, en una cultura de inclusión, que valora y respeta la diversidad, podemos sentirnos como en casa y desempeñarnos plenamente como seres humanos.

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