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Manual De Procedimientos Restaurant

cocosur30 de Diciembre de 2011

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DARDO ROCHA 'EL PADRE DE LA PLATA'

El Dr. Juan José Dardo Rocha y Arana, nombre así inscripto en la Parroquia de San Nicolás de Bari, el querido Fundador de la Plata, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Abuelo de la República, por haber sellado la Unidad Nacional y candidato a ser presidente de la Nación por el período 1886-1892, nació en la ciudad de Buenos Aires en Primavera (septiembre) del año 1838.

De bondadoso rostro, parecido al del Sabio Luis Pasteur (descubridor de la vacuna antirrábica) y de Papá Noel, ¡Qué cariño y respeto despertaba entre la gente que espontáneamente se le acercaba en sus visitas a la ciudad!. A la que llamó "LA NUEVA BUENOS AIRES" y que por ser un cuidadoso coleccionista, guardaba el primer boleto de tren hacia "su ciudad".

De porte inconfundible, mostró esmero en su aseo personal, habitual expresión paternal en la mirada y delicadeza en sus modales. Enseñó a hombres, jóvenes y viejos una lección de vida real, viviendo él la suya con la alegría interior del optimismo que acompañó la realización de sus proyectos, la materialización de sus sueños, la lucha implacable del "porteñismo", al que no le interesaba un ápice de La Plata y en toda su acción de literato, periodista, militar, jurisconsulto, gobernante, diplomático y sobre todo, Padre de familia.

Estudió con brillo en los claustros del Convento de San Francisco (donde funcionaba la Universidad) y empujado por su acendrado patriotismo suspendió momentáneamente sus cursos de derecho para combatir en las batallas que ocurrieron en los campos bonaerenses entre porteños y provincianos, los que prepararon en definitiva la Organización Nacional.

En estos momentos, batalló por su propia vida, manteniéndose a sí mismo y le fue posible revelarse como resuelto hombre de acción, ya que por ésta época el militar era un improvisado. Como abogado apareció en la escena pública desempeñándose como Oficial Mayor y luego como Subsecretario del Ministerio del Interior. Por su eficacia, rectitud y con la adhesión de sus amigos políticos, ocupó una banca en la legislatura porteña. Diputado entonces, estuvo rodeado de ciudadanos de mérito, quienes descubrieron en su ilustración y mesura al estadista maduro que años mas tarde se probó en las graves funciones del gobierno. Actuando con eficacia y rivalizando con otros políticos de su tiempo (dado a su versación polifacética en las cuestiones de gobierno y su innato patriotismo), alentado por su fe en los ideales políticos y la grandeza del país, fue un contrincante de fuste de la alta oratoria política, con palabra elocuente y lleno de sensatez en los debates parlamentarios donde los sagrados intereses nacionales estaban por encima de todas las contingencias personales o partidarias.

Dirigente autorizado de partido sin ser agitador, con su característica serenidad, era capaz de sentir fuertes y nobles pasiones en busca de la unidad. Elaboró trabajosamente la unidad espiritual de nuestro pueblo para llegar a la Organización Nacional y para poder tallar su trayectoria, libró ásperas peleas cívicas en la prensa, el congreso y en la tribuna popular.

En la Cámara Nacional cobró protagonismo y gravitación. Era un trabajador activísimo que vivía la preocupación constante del bien público. Participaba en las comisiones internas, en el recinto, abordaba diversos asuntos, además de dilucidar complejas cuestiones doctrinarias.

Como buen demócrata, la veracidad en el sufragio tuvo en él un franco iniciador para purificar el comicio y el voto libremente emitido, como única forma de garantizar el origen popular del gobierno y asegurar el orden social.

Los problemas económico - financieros no estuvieron ajenos a su labor, apareciendo por primera vez en el país la legislación de tierras. Otros aspectos que desarrolló fue la protección para la radicación de industrias nacionales, favoreciéndolas con la disminución de derechos aduaneros.

Proyecto la primera ley de patentes de invención, defendió el plan por el cual Buenos Aires tiene obras de salubridad, combatió los empréstitos extranjeros por considerarlos negativos para los intereses nacionales.

Equipó al Ejercito Nacional de buen material de artillería para asegurar una paz con Chile por desinteligencias limítrofes. Siguiendo con el tema de nuestras relaciones internacionales, creció su gravitación política por un triunfo parlamentario, el que a través de un concienzudo discurso rechazando un convenio donde se cedían derechos inalienables de la Nación, mereció el apoyo de la opinión pública y el aplauso de la prensa.

En la plenitud de su sobresaliente actuación política, obtuvo por su elección de Diputado por Buenos Aires, la posibilidad de estar en el Congreso de la Nación, triunfando por abrumadora mayoría sobre Mitre y Bernardo de Irigoyen. Casi simultáneamente fue elegido miembro de la Convención Constituyente que reformó la Carta Magna de la Provincia en 1870 y de la Constitución Nacional en 1898, circunstancia que lo llevó a estar junto a Vélez Sarfield y Vicente Fidel López (indiscutidos maestros del derecho argentino), resultando un notable colaborador en todas las reformas orgánicas debatidas.

Este desempeño, lo erigió en prohombre de la República. Suscitar y concentrar todas las simpatías y voluntades, aunque no por eso dejó de tener resistencias de algunos dirigentes que pronto mostraron sus incompatibilidades en los sucesos revolucionarios del año 1874.

Con su consejo preponderante ante los hombres y su acción individual aislada, Rocha logró sofocar el estallido y el gran éxito de su atinado patriotismo lo elevó aún más ante la estima y juicio de los ciudadanos.

Rocha pacificador, apoyó la gestión constructiva del Presidente Avellaneda precisamente cuando más rivalidad había entre provincianos y porteños.

El momento hizo ver al Dr. Rocha la urgencia de afirmar nuestro nacionalismo conteniendo la hegemonía bonaerense y fue por el levantamiento armado del Gobernador Tejedor, asumiendo la representación de la altiva Buenos Aires, frente a la soberanía nacional, que pudo solucionar el grave problema institucional y político que amenazaba quebrar el federalismo argentino, cuyo afianzamiento había costado tantas luchas entre las provincias (antes y después del Gobierno de Rosas).

La solución para contener ese enojoso y perturbador antagonismo, la encontró el Dr. Rocha rigiendo los destinos de la primera provincia argentina con su proyecto de Fundación de La Plata; que resolvió el viejo problema de la Capitalización de Buenos Aires, alrededor del cual giraron todos los conflictos y luchas civiles que se dieron por la coexistencia imposible de las autoridades nacionales y provinciales en la misma capital.

Fue ceder patrióticamente a la Nación, la gran ciudad cumpliendo con una de las finalidades determinantes de la Constitución del 53, la de integrar junto con la delimitación territorial, la organización política definitiva del país.

Una leve inclinación de cabeza, su particular sonrisa, y en la diestra la clásica galera, qué porteño atropellado, estresado o el pacífico concurrente a un café en la vereda repara en que uno de esos caballeros que transitan por la calle Lavalle, es el ilustre arquitecto de sus sueños que cristalizaron en la construcción de una cuidad distinta a todas por sus edificios, sus sabios, sus artistas, sus mujeres, sus poetas...

Es DARDO ROCHA, una reliquia histórica, un jefe de familia sencillo, un porteño genuino que en su trato, tanto en los círculos políticos y sociales como a su paso por la calle mostraba el rasgo espontáneo de su franca simpatía.

Dijimos que se identificaba como un porteño genuino, basándonos en sus propias palabras, recogidas por su amigo Honorio Senet en su libro "De lo nuestro" , decía así: "...soy uno de los vecinos más antiguos de Buenos Aires, por cuanto sigo habitando el mismo solar, en la calle Lavalle en que mis antepasados más remotos edificaron su casa colonial...".

Rememorar el palacete neoclásico de líneas renacentistas es sumergirnos en el selecto espíritu de este anciano de silueta inconfundible, ya que constituyó la culminación del extraordinario esfuerzo de Rocha coleccionista. Reunió piezas importantes como muebles de época de Carlos III, valiosas porcelanas, destacándose un plato de Rhodas en mayólica del siglo XVI, un jarrón chino, un cántaro italiano y muchos mas objetos de arte. Recordemos que el Dr. Rocha donó dos momias egipcias y una estatua yaciente de Guidarello Guidarelli (copia), cuyo original esta en la Academia de Bellas Artes de Ravena (Italia), al Museo de Ciencias Naturales local.

El Dr. Rocha gustaba asociar los logros de hombre versado en asuntos de estado con fechas relacionadas con sus afectos familiares. Todo lo coordinó para que la Fundación ocurriera el 23 de octubre, día del cumpleaños de su señora esposa y compañera de todos los momentos Doña Paula Arana. Pero algo inesperado dispuso las cosas de otro modo.

Había llovido muchísimo en el lugar donde se demarcó en un principio para colocar la Piedra Fundacional (calles 43 y 11), ese lugar, se asemejaba a un cañadón lleno de agua y poblado de gallaretas que al menor movimiento levantaban vuelo rasante en forma de nube. ¡Eso era tremendo!, los adversarios comentaban que la Nueva Capital se fundaría sobre un bañado. De inmediato, el Dr. Rocha ordenó la remarcación

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