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Matrices Culturales


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2012  •  19.978 Palabras (80 Páginas)  •  771 Visitas

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MATRICES CULTURALES . SOCIO-ESTETICA DE LA MATRIZ ARTISTICA -Sociología del Arte- 02/2012.

1. LAS MATRICES CULTURALES: UN ENFOQUE GENERAL

Desde la perspectiva de la sociología del conocimiento, Peter Berger y Thomas Luckmann (1986) nos han mostrado que los individuos producen colectivamente la realidad cotidiana a través de procesos de objetivación, institucionalización y legitimación. En tanto procesos, los analizados por estos autores se aplican a todas las matrices sociales, pero es necesario subrayar que sus componentes varían significativamente en cada una de ellas, es decir, que no son tan homogéneos como parecería desprenderse de su propuesta. En esta parte analizaremos estas variaciones que definen la especificidad de cada matriz y por ende, la particularidad de las identidades que se constituyen desde cada una de ellas.

Uno de estos procesos, el de legitimación, es explicado por estos autores corno requisito indispensable para lograr la plausibilidad de la realidad instituida e integrarla coherentemente con otros segmentos implicando aspectos tanto, cognoscitivos como normativos. Tal Iegitimación se inicia, según estos autores, con objetivaciones lingüísticas en el primer nivel, con esquemas explicativos en el segundo y con teorías explícitas en el tercero en tanto cuerpo de conocimiento diferenciado. En el cuarto nivel, según los autores, la legitimación constituye "universos sirmbólicos" definidos como "la matriz de todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente reales, toda la sociedad histórica y la biografía de un individuo se ven como hechos que ocurren dentro de ese universo" (1986: 125). Para los autores tal "universo simbólico" constituye el contexto cósmico de legitimación para todas las acciones y define las actividades de cada uno de los roles que participen en él.

Es necesario señalar, sin embargo, que el concepto de matrices aquí elaborado diverge en varios puntos del propuesto por Berger y Luckmann. En primer lugar, las objetivaciones de los procesos de legitimación no son sólo lingüísticas, como lo señalan ellos implicando exclusivamente al registro léxico, sino retóricas en los cuatro registros.1 Tampoco se trata siempre de esquemas explicativos y teorías explícitas, como lo definen en el segundo y tercer nivel, sino de prácticas que pueden ser explícitas como la práctica teórica en el campo de la ciencia, pero también y sobre todo implícitas, afectivas, connotativas y no del todo conscientes. Por lo mismo, el tercer nivel señalado por estos autores en tanto "cuerpo de conocimiento diferenciado" habría que entenderlo en términos de cada matriz en particular y en tanto conjunto de prácticas propias (entre las cuales están las cognoscitivas pero también las estéticas, económicas, semióticas y políticas). Por último, el denominado "universo simbólico" -que para estos autores comprende a la religión- no es sólo simbólico ya que integra también elementos sígnicos (en la distinción desarrollada en tomo I, caps. 10-11) y, que desde nuestra concepción, es sólo una matriz entre otras cuyas diferencias son estratégicas más que esenciales. En otras palabras, la matriz religiosa es comparable a la matriz familiar, la escolar, la médica o la jurídica puesto que cada ruta constituye un universo propio, aunque puedan traslaparse. Todas las matrices son fenómenos de la misma índole que pueden tener orillas borrosas, traslapes o proyecciones unas con otras, sin perder por ello la especificidad de su cuerpo matricial.

Lo que Berger y Luckmann no observan es que es necesaria la adherencia a las matrices en esta legitimación, y por ende requieren de estrategias de persuasión para que los individuos se aglutinen en torno a ellas v construyan sus identidades. Esto compromete al terreno de la retórica en los cuatro registros consecuentemente a la estética. En este punto la Prosaica puede abordar aspectos no conscientes, no explícitos y profundamente afectivos donde la fascinación y la seducción tienen un papel determinante en la construcción social de la realidad. De ahí que las matrices sean no sólo cognitivas y normativas como definen Berger y Luckmann a las instituciones, sino persuasivas, cautivadoras y seductoras, pero también represivas, intimidantes y coercitivas. En esto, como en su función constitutiva, se halla la importancia de explorarlas desde la perspectiva de la Prosaica.

Cuando afirman que "la realidad se define socialmente, pero las definiciones siempre se encarnan, vale decir, los individuos y grupo, de individuos concretos sirven como definidores de la realidad" (1986: 149) quepa insistir que tal encarnación es de carácter fundamentalmente estético y semiótico, puesto que su concreción se realiza a través de la acústica, escópica, somática y léxica en su despliegue elocuente o sugerente según distintos códigos. De esta manera se vuelven sensoriales y por lo tanto accesibles para la sensibilidad de los sujetos vinculados a ellas. Sin tal despliegue, el prendamiento no ocurre y, por lo tanto, no se (la la adherencia y legitimidad intersubjetiva que requieren tales instituciones. Toda matriz es por lo tanto un mundo experiencia corporal y afectivo para los sujetos que se prendan o son prendidos por ella. Cada cual mantiene sus propios ritmos y tensiones que distinguen a una matriz de otra: no son elaboraciones puramente mentales.

1-Los autores mencionan rituales, ceremonias, objetos tísicos representativos y gestos donde apuntan a la presencia de la somática y la escénica, pero no profundizan en el papel que tienen estas otras manifestaciones.

Luckmann y Berger definen el concepto de "universo simbólico" como forma unitaria, casi monolítica, aunque reconocen la pluralidad de universos en la sociedad contemporánea. Sin embargo, estos universos sólo parecen unitarios al ser vistos desde afuera, por así decirlo, pues al penetrarlos resulta evidente que se asemejan más a una configuración orgánica de múltiples filamentos que a una forma geométrica, entera, de tipo euclidiano. Por ello hablan de "universo simbólico" en singular. Las matrices, en cambio, incorporan además en su interior segmentos de otras matrices y otras etapas previas de la misma matriz, sean vivas o muertas. Como lo señalan Luckmann y Berger respecto a las instituciones, las matrices requieren de procedimientos de mantenimiento. No existen sin la intervención de los sujetos. Para habitarlas es necesario construirlas, desarrollarlas, reproducirlas y también protegerlas de, por ejemplo, los herejes, los locos, los delincuentes.

Si bien las matrices no determinan al sujeto (como lo han supuesto el estructuralismo ortodoxo, el marxismo vulgar y el antihumanismo

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