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Medios Audiovisuales En La Escuela Y Formación De Espectadores Críticos

gaviota201214 de Junio de 2012

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Escuela y medios audiovisuales

La escuela debe actualizarse para adaptarse y dar respuesta a esta situación. El discurso audiovisual y los desarrollos tecnológicos que acontecen en la realidad deben estar presentes en el currículo escolar de modo que no haya una fractura entre la escuela y la realidad cotidiana en la que el niño está inmerso. Los medios audiovisuales son instrumentos ya imprescindibles para un aprendizaje adaptado a los nuevos tiempos. Piénsese, por ejemplo, en la capacidad de Internet para acceder a una ingente cantidad de información, en muchos casos no accesible de otro modo; las vídeo conferencias, con la posibilidad de coloquio en tiempo real; los cursos a distancia con la fluidez del correo electrónico... Al mismo tiempo, los medios encierran en sí mismos un enorme potencial formativo si son utilizados con un método pedagógico adecuado [1] . El gran reto de la escuela consiste en enseñar a los niños a ser espectadores críticos, hábiles para descodificar el lenguaje de la imagen y conscientes de los mensajes que recibe diariamente. Además, la imagen cinematográfica puede ser un inestimable recurso para ensanchar las bases de la formación humanística de los alumnos. Su eficacia no se reduce a proporcionar información de contenidos de aprendizaje ni a procurar distracción o evasión, sino que constituye una verdadera escuela de formación ética si se enseña a los niños a interpretarla convenientemente.

Tareas formativas a través del cine

Tres grandes tareas formativas deben llevarse a cabo en la escuela a través del cine: 1) Formar espectadores críticos capaces de analizar los “mensajes” y los recursos de los medios de comunicación. Con ello evitaremos que se dejen manipular; 2) Descubrir los procesos humanos básicos, es decir, qué actitudes llevan al hombre a su plenitud y cuáles, por el contrario, lo agostan como persona. Este conocimiento debe llevar a los niños a un compromiso por la libertad y a que se forjen a sí mismos como personas; 3) Comprender que para alcanzar lo realmente valioso hay que elevarse al nivel de la creatividad, para que se decidan a adoptar una actitud creativa y éticamente valiosa. A título de ejemplo, vamos a aplicar tres películas al cumplimiento de cada objetivo:

1) Hermenéutica de los Medios

El show de Truman (una vida en directo), película dirigida en 1998 por Peter Weir y protagonizada por Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Natascha McElhone, Holland Taylor y Ed Harris, en los principales papeles.

La película es una crítica mordaz al fenómeno de la televisión; pone al descubierto los mecanismos de los que se vale el medio para fascinar a los espectadores [2] . Narra la historia de Truman Burbank, cuya existencia se ha convertido en una popular serie de televisión. Truman ignora que Seahaven, su ciudad, es, en realidad, un inmenso plató creado por un realizador, director y productor, Ed Harris, Christof en la película. Todo es falso: la ciudad, los vecinos, sus propios padres, Meryl, su mujer, Marlon, su mejor amigo... Todos son actores y extras. Truman, finalmente, descubre el engaño y lucha por su libertad.

Discurso televisivo

El programa “El show de Truman” consiste en una emisión ininterrumpida de la vida de Truman Burbak desde el momento mismo de su nacimiento, que enmarca una oferta publicitaria explícita o encubierta, pero incesante. Su análisis en el aula permite contemplar los rasgos más característicos del discurso televisivo y su poder de manipulación.

Es un programa de máxima audiencia, de tal modo que no puede exigir ningún esfuerzo mental por parte del espectador. Es puro espectáculo para el consumo, pero vacío de significado y de verdadera información. Al no haber contenido alguno, lo verdadero y lo falso se confunden, los problemas y la realidad de Truman aparecen deformados. El espectador cree recibir información objetiva, cuando lo único que recibe son imágenes descontextualizadas y, por tanto, poco o nada fiables. Cuando, al final de la película, el realizador le dice “Te conozco mejor que tú mismo”, Truman le responde “Nunca has tenido una cámara en mi cerebro”.

Además de una absoluta inteligibilidad, “El show de Truman” es un programa total e inmediatamente accesible para el espectador, fácilmente “consumible”, forma parte de su vida cotidiana. Cada uno lo ve donde y cuando quiere, sin necesidad de esfuerzo: en la bañera, en el salón, en el aparcamiento, en el bar... Se recibe pasivamente, y uno se deja impregnar por ese mundo vacío que, sin embargo, le provoca emociones y le arranca lágrimas y aplausos.

La narración de la vida de Truman, aunque se emite ininterrumpidamente por una cadena monográfica, no está exenta de fragmentación: a) Contiene discretos cortes que dan lugar a la publicidad. Ésta es, en unos casos, encubierta y, en otros, aparece explícitamente como tal. b) Todas las semanas salta al espacio un programa sobre el show, “La verdad Truman”, con lo que, de forma sistemática, se comenta o repite lo ya visto y se anuncian las próximas aventuras, es decir, se establecen episodios. c) No existe un tejido entre todos los personajes, no forman entre ellos una red de nexos más o menos compleja. El espectáculo es exclusivamente Truman, y su relación con cada uno de los personajes constituye una suerte de “capítulo” con una cierta autonomía.

A pesar de esta fragmentación, el protagonista sirve de vínculo entre los episodios, de modo que la continuidad es permanente. El show de Truman consiste en un universo autosuficiente que no se sustenta en la realidad -porque es ficticio- sino que él mismo constituye su propio referente.

El programa se emite durante 24 horas al día, los 7 días de la semana. El público lo siente como su propio universo familiar porque ambos coexisten en un mismo tiempo cotidiano que no tiene fin. A pesar de esa continuidad, hay una repetición constante de escenas breves y prácticamente iguales –el saludo de la mañana a los vecinos, el quiosco de prensa, los mellizos...-, e incluso existen un “Catálogo Truman” y una “Cinta de grandes éxitos” que contiene los hitos más importantes en la vida del protagonista: su primer día de escuela, el primer beso, etc. Pero el interés del público se mantiene porque siempre hay que esperar “nuevos y excitantes acontecimientos”, en palabras del mismo realizador.

Manipulación, verdad y libertad

El contenido de la película tiene su cínico defensor en la persona de Christof, el diseñador y arquitecto del mundo ficticio de la isla de Seahaven: “El programa –aunque es muy caro- produce beneficios. No hay cortes por publicidad y los beneficios se generan por el sistema de publicidad encubierta. Y, además, todo está en venta: la ropa, las casas...”. Truman parecía un hombre feliz. Su mundo era un mero montaje televisivo en el que se le había asignado el papel de marioneta llevada por Christof, y nunca se había planteado la naturaleza del mundo en el que vivía, porque la fuerza persuasiva de la televisión es tal que “aceptamos la realidad del mundo tal como nos la presentan”. Más aún, cuando le surgen las primeras dudas –“Creo que me están manipulando”-, le invade un sentimiento de angustia porque su entorno se le vuelve ajeno y hostil, pero no le es fácil liberarse del montaje y llega a pensar que se está volviendo loco. Sin embargo, su propio creador afirma que, si Truman estuviera verdaderamente decidido a descubrir la verdad, no podrían impedírselo.

A riesgo de la propia vida –es decir, de perder todas las seguridades en que está pasivamente instalado-, Truman decide correr el peligro de ser él mismo. Esto supone elevarse del nivel de los objetos, al que está reducido, al nivel de la creatividad, para pensar y decidir por sí mismo. Del sótano en que estaba recluido, sube con esfuerzo hasta el jardín y se lanza a mar abierto hacia el horizonte de la libertad. Por primera vez en 30 años se corta el programa: la lucha por la libertad impide la manipulación. Afronta con coraje presiones y peligros y consigue alcanzar la empinada escalera que simboliza el salto de nivel. A la fuerza del medio televisivo -¡Estás en la televisión, en directo ante todo el mundo!- se opone la fuerza de la persona libre: Truman saluda como en el programa, vuelve la espalda y se va. Y el programa –la manipulación- se corta para siempre.

Al analizar la película, los niños descubren el poder de manipulación de la televisión y el tremendo reduccionismo que ejerce sobre los acontecimientos humanos. Ser espectadores críticos no significa sólo saber interpretar el lenguaje audiovisual, sino adoptar una actitud despierta y ser selectivos y exigentes con lo que se ve. Un niño que, de forma habitual, se sienta pasivamente ante la pantalla para dejarse impregnar por programas vacíos de contenido, se hace incapaz, en la vida real, de pensar en profundidad, de hacer abstracciones, de analizar un problema o una situación conflictiva.

Vivimos una época de gran incomunicación en las familias, en los barrios, en el trabajo, en la escuela. Esta situación se intenta paliar con la presencia de la pequeña pantalla en la vida cotidiana. La televisión lo llena todo. Ha sustituido a las charlas familiares alrededor de la mesa e, incluso, muchos niños la tienen en su dormitorio. El hombre es un ser de encuentro, que se desarrolla como persona creando formas de unidad de alto valor. Cuando permanece aislado, encapsulado en sí mismo, se siente desvalido, “des-centrado” de lo que sería su realidad de hombre. Seguir las series puede dar sensación de compañía, pues los personajes se hacen familiares, pero esto es engañoso. No es una relación reversible; sólo

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