Metodología

En la realidad mexicana, nuestra formación profesional ha sido básicamente legalista, concretada en un alto porcentaje en el estudio de códigos y leyes. Por lo cual, postulantes, catedráticos, notarios o juzgadores, dependemos del texto legal. Dependencia que plantea un gran reto, porque se han producido reformas trascendentales a nuestra ley suprema, a saber: El 18 de junio de 2008, se estableció el sistema procesal acusatorio oral y el 10 de junio de 2011, a nuestras garantías individuales, se agregaron los derechos humanos plasmados en los tratados internacionales, como ley suprema de la unión. Esto, además de otras leyes, como la nueva Ley de Amparo, Ley de Migración, Ley de Seguridad Pública, etcétera. Por ello, en nuestro bagaje jurídico ocurre lo que anunció Julus Hermann Von Kirchmann, “… tres palabras rectificadoras del legislador y bibliotecas enteras se convierten en papeles inútiles…” .

Pero ¿Qué hacer para construir una nueva doctrina mexicana? La respuesta es investigar ¿Cómo, cuándo y dónde? Son planteamientos demasiado extensos para estas breves líneas. Sin embargo, respecto de lo primero, aplica la materia que hoy se inicia, porque la pretensión de cursarla es reafirmar y conocer nuevas herramientas que permitan formar una actitud crítica ante lo que se diga y realizar investigación jurídica del derecho. Lo anterior es una exigencia, debemos criticar e investigar desde el ministerio público, el juzgador y la defensa para encontrar el nuevo balance entre legalidad y debido proceso. Los encargados de la enseñanza del derecho, para no solo ser trasmisores, sino científicos. Los legisladores para hacer congruente el sistema normativo. Los estudiantes para dudar en forma meditada y razonada del conocimiento que reciben. En suma, todos, porque es tan grande el reto, que no podría colmarse de otra forma.

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