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Miedo Al Compromiso


Enviado por   •  21 de Enero de 2014  •  2.097 Palabras (9 Páginas)  •  256 Visitas

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Miedo al compromiso en la pareja.

Compromiso y vulnerabilidad

Son muchas las formas en que aparece el tema del miedo al compromiso en la pareja. En las charlas debate que acostumbramos a hacer mensualmente notamos que frecuentemente aparece la queja de las mujeres solteras o separadas acusando a los hombres de su falta de compromiso y resaltandoque los hombres no están tan apurados como las mujeres para comprometerse. Esta observación general no implica que las cosas no puedan ser al revés, sin embargo este es el caso más citado en nuestra pequeña muestra, juntamente con las técnicas para “atrapar” al otro, que a su vez percibe cualquier técnica o cualquier apuro ylogrando solo mayor alejamiento.

Naturalmente el objetivo de este artículo, no es criticar a hombres o mujeres, sino descubrir que detrás de estas reacciones hay un intento de prevenir el dolor. Estos temas suelen ser tomados livianamente y las respuestas superficiales o la condena inmediata impiden ver que detrás de estas conductas hay miedo a sufrir.

El miedo al compromiso tiene como fondo el miedo a la entrega, el miedo al amor y sus implicancias. Es muy difícil entregarse verdaderamente, puede haber una pareja, puede haber un matrimonio de años y sin embargo puede no haber entrega. Cuando nos entregamos estamos en carne viva, sentimos intensamente y nos acercamos al más preciado tesoro: Ser queridos incondicionalmente. Cuando el amor se da en su plenitud y sentimos que todos nuestros aspectos son incondicionalmente aceptados entramos en un estado de paz que nos ayuda a que nosotros mismos aceptemos todas nuestras partes y podamos experimentar el bienestar de sentirnos finalmente completos.

Sin embargo no hay mapas para la aventura del amor, no sabemos por donde irá, no podemos encerrarlo o controlarlo, no podemos garantizar que el otro estará allí siempre. El otro es el otro y corremos el riesgo de ser heridos. El llegar al bienestar de la intensa conexión que da la verdadera entrega inaugura la posibilidad de la pérdida de ese bienestar y así aparece el miedo.

Este temor se representa en dos miedos básicos que aparecen en las relaciones íntimas, el miedo al abandono y el miedo a la invasión. Son temores que traemos desde nuestras primeras relaciones significativas y que la vida de pareja actualiza y aviva. Allá lejos, cuando éramos niños aparecieron nuestras primeras frustraciones, es así que sufrimos las primeras sensaciones de no ser queridos a la manera que necesitamos, o de no sentirnos valorados lo suficiente. De la misma manera, según el comportamiento de nuestros padres, quizás hayamos sufrido el temor a ser invadidos emocionalmente. En cualquier caso buscamos los recursos para defendernos. Así creamos una “personalidad”. La personalidad, desde nuestra perspectiva, puede ser vista como un intento de defendernos del dolor del abandono o del temor a la invasión, es una construcción que crea estrategias para ser queridos y respetados. Pero esa personalidad es una coraza defensiva que nos aleja de lo que sentimos, de nuestras necesidades, en definitiva, de nuestro ser.

La personalidad es frágil, es la que siente miedo a la entrega y si bien nos ayuda a funcionar en ciertos terrenos, en las relaciones íntimas puede convertirse en un freno que nos impide el contacto verdadero con el otro cuando, sin darnos cuenta, crea conductas que evitan la entrega ya que “si no me entrego no estaré sujeto a pérdida o a invasión alguna”. La personalidad “nos defiende” de esa posibilidad con una estructura estable y predecible. En ciertos aspectos parece una ventaja tener una “personalidad estable” pero esa fortaleza y seguridad se va transformando en rigidez y temor a ser desestabilizado.

Y el amor nos desestabiliza, el amor da miedo porque no escucha nuestros razonamientos, sigue su propio camino, no lo podemos controlar, “perdemos la cabeza”. Podemos escuchar al amor, podemos seguirlo, pero no podemos dominarlo. Cuando nos abrimos a él nos abrimos a la posibilidad de perderlo.

Es así que el compromiso, la entrega al amor, nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad

Hay mucho miedo a la vulnerabilidad, peleamos constantemente con ella, y vivimos añorando la invulnerabilidad. Hay una cultura donde se refuerza la noción de invulnerabilidad, sin embargo no hay camino de salida si no la aceptamos. Si tenemos la fortaleza de reconocernos vulnerables dejamos de estar asustados y preocupados por lo que pueda pasar y nos entregamos blandamente a lo que la vida nos trae, porque en definitiva la vida pasa por donde ella quiere y no por donde nosotros la quisiéramos hacer pasar. En nuestra sociedad se confunde vulnerabilidad con debilidad, cuando en realidad se necesita mucha fuerza para reconocer que somos vulnerables.

La danza entre el abandono y la invasión.

Es interesante observar la dinámica de la pareja cuando uno de ellos sufre el miedo a al invasión y el otro sufre el miedo al abandono. La situación mas conocida (aunque bien puede darse al revés) es aquella donde la mujer sufre el miedo al abandono y el hombre el miedo a la invasión. En este caso la mujer, que abriga el temor a ser abandonada, se cubre de esa posibilidad mediante la acción, despliega estrategias de acercamiento y cercamiento que supuestamente evitan el abandono. Ese movimiento de acercamiento hace que elhombre se sienta invadido golpeando justamente en su miedo básico y se genera un alejamiento preventivo que realimenta la sensación de abandono cerrando el círculo vicioso. Es importante observar que detrás de todos estos movimientos hay miedo al dolor.

El miedo al abandono es tan profundo, genera tanta ansiedad que a veces puede elegirse la soledad antes que someterse a él. Cuando los sufrimos no queremos separarnos del otro y solemos reclamar por su lejanía y su falta de entrega demostrando lo entregados que estamos nosotros, sin embargo, muchas veces no hay una verdadera entrega por parte de quien teme ser abandonado. Los movimientos de acercamiento hacia el otrono siempre son sinónimos de entrega. Cuando se intenta poseer, prevenir o directamente invadir no hay entrega verdadera al otro, hay entrega cuando se acepta lo que hay. Naturalmente podemos elegir irnos si no nos gusta o si no nos alcanza lo que hay, pero existe verdadera aceptacióncuando

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