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Mineria En Mexico

erny2317 de Noviembre de 2011

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El presente ensayo versa sobre minería en el siglo XVIII. Estudia la validez de la hipótesis que argumenta que durante el siglo mencionado esta industria tuvo una profunda crisis. Se concluye que no existe evidencia económica que sostenga esa hipótesis y que los parámetros utilizados que la sustentan no son los adecuados; por lo tanto, las conclusiones deben ajustarse hasta analizar los datos correctos.

Sin lugar a dudas quedan bastantes asuntos por descubrir respecto a la historia económica de México; como muestra de ello, baste mencionar el debate suscitado en torno a la decadencia de la economía mexicana en el siglo XVII, la cual ha sido explicada tanto por la producción minería, como por la recolección de impuestos; además, existen discrepancias sobre si hubo crisis o no. Dada la importancia que para la Nueva España tenía la industria minera, el análisis de ésta ha servido como indicador de la economía en el México colonial; sin embargo, muchas investigaciones en torno a la minería han carecido del rigor que otorga el enfoque económico, o bien el tratamiento que se les ha dado no ha sido el adecuado. Por ello, las conclusiones hasta ahora obtenidas deberán someterse a la luz de las herramientas que la economía otorga, y si lo que se ha obtenido es congruente con la teoría y la intuición económicas, deberá aceptarse como válido; en caso contrario, habrá que realizar nuevos estudios que contribuyan a la formación de una historia económica más precisa.

En el presente ensayo se hace un análisis económico de la industria minera en el siglo XVIII para verificar si existen razones, o no, para afirmar que esta industria estaba en crisis. Dicho análisis se basa fundamentalmente en los trabajos de John H. Coatsworth, en los datos existentes sobre la producción de metales preciosos así como de su precio.en el mercado. Una vez determinado si existe evidencia para decir que la minería estaba en decadencia en el periodo mencionado, se consideran brevemente las condiciones económicas durante ese siglo y el siguiente para indagar porqué la industria minera no continuó siendo un motor de desarrollo económico.

I

Numerosos libros de historia de México han descrito el modo en que los primeros españoles que pisaron suelo americano apreciaban los metales preciosos como el oro y la plata; es ya leyenda que los soldados de Cortés que caían a los canales o en el lago, durante los combates de la noche triste, perecieron hundidos en el fango por el peso del oro conquistado. Ello era provocado en gran medida por la creencia de que los metales preciosos, principalmente el oro, constituían la expresión suprema de la riqueza. Por otra parte, la necesidad de los reyes españoles de obtener ingresos para financiar sus gastos provocó que, a partir del descubrimiento de la primera mina en la nueva España en 1532, se desatara una vertiginosa explotación de diferentes metales preciosos a lo largo y ancho del país.

Debe considerarse, además, que los españoles no mostraban tendencia a colonizar el campo; por otra parte, el déficit en la balanza de pagos, generado por la importación de bienes de carácter suntuoso de la metrópoli, debía ser saldada de alguna manera, y encontraron en la minería el lugar apropiado para compensar la balanza de pagos. La explotación de metales tuvo tal crecimiento que para fines del siglo XVI los metales preciosos representaban más del 80% de las exportaciones totales de la Nueva España,

Tan pronto como fue iniciada la explotación minera, alrededor de las minas se construyeron haciendas que facilitaron la producción de granos para la alimentación de jornaleros y mulas, así como madera, cuero y otras materias primas para las minas; por ello, puede decirse que la prosperidad de las haciendas (por lo menos las del norte), siguieron de cerca los pasos del progreso de la minería. Las ganancias obtenidas de las minas sirvieron para colonizar provincias enteras, pues de este modo se consiguieron recursos que sufragaron los gastos de la colonización.

De lo anterior se desprende que en sus inicios la minería fue un verdadero motor de la economía, pues la explotación minera trajo consigo el desarrollo de otras actividades económicas en la que encontraron trabajo indígenas, mestizos y los mismos españoles; además, permitió el intercambio comercial con la metrópoli. La teoría moderna del comercio internacional establece que el comercio entre naciones redunda en mayor bienestar para los países que comercializan bienes y/o servicios entre sí; sin embargo, muy probablemente habría que cuestionar si las condiciones bajo las cuales se realizaba el intercambio comercial provocó una mejor situación económica en la Nueva España, pues, como hemos visto, los bienes importados eran en su mayoría de naturaleza suntuaria; no obstante, el estudio del comercio exterior nos desvía del objeto del presente ensayo y su estudio deberá realizarse más ampliamente en otra ocasión.

El nacimiento de una hacienda necesariamente trajo consigo la construcción de caminos y la explotación de tierras, lo cual en conjunto se puede ver como un incremento en la producción nacional, fruto indirecto de la explotación minera. Nos atrevemos a conjeturar que la industria que estudiamos pudo devenir en un motor que siguiera fomentando la producción agregada nacional, pero en el siglo XIX no ocurrió así, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué impidió a esta industria ser la punta de lanza que abriera el camino hacia el crecimiento económico? Coatsworth sostiene que la minería entró en decadencia en el siglo XVIII y que al iniciar el movimiento de independencia la industria ya estaba enferma y ésta sería la respuesta a las interrogantes planteados. En el siguiente capítulo discutiremos la validez de los razonamientos de Coatsworth y en el capítulo posterior habremos de dar respuesta a estas preguntas.

II

Coatsworth sostiene que la industria minera se encontraba ya en decadencia a fines del siglo XVIII, por lo que la revolución de independencia fue sólo la puntilla que terminó por hundirla totalmente.

Para demostrar lo anterior, apela a los datos que presentan los cuadros 1 y 2.

Cuadro 1. Producción de metales preciosos. 1695-1814

Fuente: Manuel Orozco y Berra, Informe sobre la acufiación en las Casas de Moneda de la República", Anexo a la Memoria de la Secretaría de Fomento, México, 1857.

Cuadro 2. Índice de producción física de la minería, 1695-1814

(1755-1759 = 100)

Las gráficas de los cuadros puede ayudarnos a ver mejor la tendencia de la producción:

En las gráficas se puede observar que la tendencia de la producción es, en general, creciente; debe observarse que existen ciclos y que en algunas ocasiones la producción aumenta y en otras decrece, sin embargo, ese es un fenómeno observado en prácticamente todas las economías del mundo.

El siguiente paso de Coatsworth es deflactar la producción minera con los índices de Florescano y Rabell, pues dice:

"La producción física no siempre es el mejor instrumento para medir la productividad, puesto que no mide el aumento de la producción en términos del mercado. Los economistas definen la productividad como el rendimiento que tienen los factores escasos de la producción. Cuando el bien producido es dinero, habrá que expresar su valor en términos de su capacidad para obtener otros recursos. Sólo así podrán medirse los costos de¡ mercado para generar el producto, contra el valor del producto en el mercado ".

Una vez deflactada la serie, muestra los siguientes datos en el cuadro 3, que son expresados como índices en el cuadro 4.

Los índices de producción minera con deflactación y sin ella se pueden en la gráfica correspondiente.

No es difícil observar que el punto de producción máximo se alcanza en el quinquenio de 1775-1779 (atendiendo a la gráfica deflactada), y que en ningún momento, antes o después de este período, la producción alcanza un nivel superior. Coatsworth se muestra cauteloso al hacer hincapié en que los índices utilizados deben tomarse con reserva por provenir de productos agrícolas, pero argumenta que en todo caso son una buena aproximación para los fines deseados. Finalmente, dice que la industria minera era objeto de subsidio en materias primas tales como el azogue (mercurio), indispensable para la amalgamación de la plata.

Cuadro 3. Valor de mercado de los metales preciosos, 1695-1814

(en millones de pesos de 1775-1779)

Cuadro 4. Índice del valor de mercado de la producción de metales preciosos, 1695-1814.

(1755-1759 = 100)

Si a lo anterior agregamos que la calidad de los metales extraídos era cada vez mas baja, el resultado natural es el de suponer que la industria estaba en crisis.

Los argumentos de Coatsworth son realmente seductores, una primera aproximación nos indicaría que efectivamente la minería estaba enferma. Sin embargo, un punto que es importante notar es que emplea el término "acuñación" como sinónimo de "producción", con lo cual deja fuera de su contabilización la producción de metales que circulaban en otras formas.

En vista de que antes hemos mencionado que la mayor parte de la producción era acuñada, podemos suponer que los metales que circulaban en forma diferente a la de monedas era mínima y por lo tanto su circulación no sesgaría la información de modo significativo. Más importante que lo anterior es precisamente haber considerado como indicador de la productividad el término acuñación. Para entender la razón, debemos considerar un hecho singular:

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