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Modelos De Cambios Cientifico

maritchita21 de Marzo de 2014

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1. Introducción

Una de las características más distintivas de las sociedades modernas es la emergencia e institucionalización de una esfera de actividad diferenciada dedicada a la producción de conocimiento verdadero acerca de la realidad, esto es, a distinguir lo que son "hechos" de lo que son meras suposiciones, interpretaciones o figuraciones. De esta actividad de producción de "hechos" se derivan enormes consecuencias tanto para la interpretación y el aprovechamiento productivo de la naturaleza como para la organización de la sociedad en general. Dada la importancia creciente de la ciencia tanto para el cambio técnico como para el cambio social en general, no es de extrañar que la sociología haya dedicado crecientes esfuerzos al análisis de esta institución social.

Este artículo pretende conceptualizar y evaluar críticamente algunos de los principales modelos del cambio científico disponibles. Se parte del modelo de la ciencia como conocimiento racional (apartado segundo), dominante hasta la emergencia de la filosofía postanalítica de la ciencia en los 60 y de la nueva sociología de la ciencia en los 70. En el apartado tercero se analiza el "modelo de la apertura," que recoge parte de las aportaciones de la sociología mertoniana de la ciencia. Posteriormente (apartado cuarto) la atención se centra en el "modelo del cierre," debido sobre todo a las aportaciones de Kuhn en los años 60 (Kuhn, 1962). Puede decirse que las dos tradiciones principales de la nueva sociología ("postmertoniana") de la ciencia (sociología de las especialidades y campos científicos, por un lado, y sociología del conocimiento científico, SCC, por otro) surgieron como resultado de un proceso de diálogo con las aportaciones de Kuhn. En el apartado quinto se analiza el modelo de la ramificación y la migración, perteneciente a la primera de las mencionadas corrientes y, finalmente, en el sexto se aborda el modelo constructivista, perteneciente a la segunda.

Somos conscientes de que los modelos adoptados, que hemos elaborado tomando a Mulkay (1975) y Callon (1995) como punto de partida, suponen considerables simplificaciones que no hacen justicia a la totalidad de la obra de los autores considerados. Por otro lado, todos los modelos no tienen por qué ser incompatibles entre sí. En particular, estimamos que la fertilización cruzada entre ciertas partes de la sociología de las especialidades y las organizaciones científicas (modelo de la ramificación), por un lado, y los modelos constructivistas de la SCC, por otro, puede ser útil de cara a la superación de las limitaciones de éstos. Nuestra posición es por tanto pluralista, pero esto no implica que unos modelos sean adecuados para un nivel (estructura, macro) mientras que los otros lo sean para otro (acción, micro). El pluralismo exige una labor de integración teórica que haga compatibles las explicaciones ofrecidas en los distintos niveles.

2. Modelo de la ciencia como conocimiento racional

Esta es la concepción de la filosofía racionalista (tanto positivista como falsacionista) y de la historia internalista de la ciencia. Su preocupación principal es la demarcación de la ciencia, esto es, la separación del conocimiento y discurso científicos del resto de esferas de la actividad humana. La ciencia es vista como un sistema de enunciados o proposiciones acerca de la realidad, que pueden ser de dos tipos: observacionales (o empíricas) y teóricas (conjeturas, hipótesis, generalizaciones). En torno a las relaciones entre estos dos tipos de proposiciones se establecen distintas estrategias y posiciones (inductivismo, método hipotético-deductivo, falsacionismo).

Los únicos actores relevantes para este modelo son los científicos, con sus capacidades de percepción, cognición y razonamiento, que hacen posible tanto la producción de enunciados empíricos y teóricos como el empleo de las estrategias mencionadas. El estudio sistemático de aspectos como la dinámica interna de la ciencia (el hecho de que los científicos produzcan enunciados sin cesar, y los sometan al escrutinio crítico -a veces despiadado- de sus colegas), la formación del consenso (acerca de los enunciados observacionales o teóricos) y la organización social de la ciencia, no están entre las preocupaciones centrales de este modelo, procedente del ámbito filosófico (estos aspectos serán el objeto de estudio del modelo de la apertura, situado ya en el ámbito sociológico). Se asume simplemente que las competencias cognitivas e inferenciales de los actores posibilitan el consenso intersubjetivo en torno a los enunciados (observacionales y generales) y estrategias (inducción, deducción, predicción).

Es curioso que, aunque sólo aborda la dimensión cognitiva de la ciencia, y además la considera independientemente de toda variable social (el conocimiento científico se considera una descripción de la realidad), este modelo presupone implícitamente la existencia de una organización social concreta (la institución científica, protegida de otras instituciones sociales) que haga posible la producción y validación (comprobación, transformación, rechazo o aceptación) de los enunciados científicos.

En cuanto a la dinámica general de la ciencia, se defiende la idea del progreso en forma de crecimiento acumulativo de enunciados (positivismo) o, simplemente, de acercamiento progresivo y racional a la descripción, la explicación y el control de la realidad.

3. El modelo de la apertura

Este modelo recoge parte de la sociología mertoniana de la ciencia (véase la nota 1), y puede considerarse en cierta medida complementario con la anterior. Su atención se centra en la organización social de la actividad científica, sin entrar a considerar su producto (el conocimiento). El "silencio" que este modelo mantiene respecto al carácter del conocimiento equivale a la aceptación en este terreno de las ideas del modelo de la ciencia como conocimiento racional.

La diferenciación de una esfera institucional autónoma dedicada a la extensión del conocimiento certificado (la comunidad científica) con sus propios sistemas de control social y de distribución de recursos y status (sistema de intercambio) y su estructura normativa (valores) es una condición necesaria para la producción y evaluación del conocimiento científico.

La dinámica interna sería de competición: los actores compiten entre sí, obteniendo reconocimiento a cambio de contribuciones originales. El reconocimiento es un capital simbólico necesario para la pertenecia a la profesión científica y, en general, para la reproducción de la actividad científica. A partir de esta interacción competitiva emergería un orden colectivo cuya función sería la extensión del conocimiento certificado. Las motivaciones individuales de los actores (ansia de poder, promoción, etc) son así canalizadas hacia los valores de la ciencia: originalidad, comunalidad (comunicar los resultados y someterlos a la crítica colectiva), universalismo (imparcialidad en la evaluación del trabajo propio y ajeno, con independencia de todo factor personal o social, sometiéndolos a una crítica constante), etc.

El consenso surge de la discusión y crítica libre y abierta entre los actores, donde son oídos y calibrados todos los puntos de vista. Aunque los factores externos (políticos, económicos, orientaciones filosóficas o ideológicas) contribuyan a la formulación de problemas y prioridades, si los mecanismos institucionales y normativos funcionan adecuadamente el acuerdo en la evaluación de los enunciados científicos (empíricos y teóricos) es inmune a influencias externas y se basa exclusivamente en la aplicación de métodos científicos apropiados. La dinámica general resultante sería de crecimiento rápido y acumulativo, puesto que no hay resistencia a las nuevas ideas. De este aumento del conocimiento sobre la naturaleza se seguiría, de un modo lineal, su aprovechamiento práctico en el contexto tecnológico.

El modelo de la apertura es susceptible de caer en un extremismo normativista (el sistema de intercambio posibilitaría el cumplimiento de los valores científicos), ignorando las dimensiones cognitiva y de poder de la ciencia.

4. El modelo del cierre

El estudio de aspectos del sistema de intercambio y la dinámica interna a la comunidad científica como las ortodoxias y la resistencia intelectual ante las nuevas ideas desborda el marco del normativismo, que intenta explicar estas conductas "desviadas" en base a la tensión entre distintos elementos del ethos científico (al científico se le pide por un lado originalidad, pero por otro desinterés y humildad: que no busque el reconocimiento activamente, que no persiga otra satisfacción que la de haber realizado una contribución al conocimiento certificado).

Para el modelo del cierre, debido en gran parte a las aportaciones de Kuhn (1962), la conformidad y la resistencia a innovaciones que impliquen un cambio de perspectiva teórico-metodológica son características normales de la dinámica interna de la ciencia, ya que las contribuciones científicas son evaluadas de acuerdo con el conjunto de los estándares y supuestos metodológicos, teóricos y filosóficos dominantes en un campo o especialidad de investigación en un momento determinado. Paradójicamente, el avance del conocimiento se produce a partir del cierre del grupo social portador de un paradigma a contribuciones que lo pongan en cuestión, cierre que se manifiesta ya desde la preparación (socialización) de

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