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Modernismo Y Posmodernismo


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  2.622 Palabras (11 Páginas)  •  333 Visitas

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La noción de posmodernismo presenta el interés por invitar a un retorno prudente a nuestros orígenes, a una perspectiva histórica de nuestro tiempo, a una interpretación de una era de la que salimos pero en parte prosigue su obra.

Consumo y hedonismo, hacia la sociedad posmoderna.

Hoy la vanguardia ha perdido su virtud provocativa, ya nadie defiende el orden y la tradición. La masa cultural ha institucionalizado la rebelión moderna.

El hedonismo se ha transformado en el valor central de nuestra cultura, llevando a la búsqueda del impulso como modo de conducta. Entonces entramos en el posmodernismo, donde el placer y el estímulo de los sentidos son valores dominantes de la vida corriente.

Así, el posmodernismo aparece como la democratización del hedonismo, la consagración generalizada de lo nuevo.

Pero posmodernismo significa asi mismo advenimiento de una cultura extremista que lleva la lógica del modernismo hasta sus límites mas extremos.

Los años 60 (hedonismo exacerbado: revuelta estudiantil, contracultura, moda de la marihuana y lsd, liberación sexual pero también películas porno-pop, aumento de violencia y crueldad en los espectáculos), son la última ofensiva lanzada contra los valores puritanos y utilitaristas, el último movimiento de revuelta cultural, de masas esta vez. Esto marcó el inicio de una cultura posmoderna, sin innovación ni audacia, que se contenta con democratizar la lógica hedonista.

El hedonismo y el consumo (su vector), son el epicentro del modernismo y el posmodernismo.

Para caracterizar la sociedad y el individuo moderno, el punto más crucial es el consumo. La revolución de la sociedad moderna tuvo lugar en los años 20 cuando la producción de masa y un fuerte consumo empezaron a transformar la vida de la clase media. Dicha revolución se identifica con el hedonismo. La revolución del consumo llegará después de la segunda guerra mundial, reside en el objetivo secular de las sociedades modernas, es decir el control total de la sociedad y la liberación cada vez mayor de la esfera privada en manos del autoservicio generalizado, de la velocidad de la moda, de la flexibilidad de los principios, roles y estatutos.

Al absorber al individuo en la carrera por el nivel de vida, la búsqueda de la realización personal, al acosarlo de imágenes, informaciones, cultura, la sociedad del bienestar ha generado una atomización o una desocialización radical.

La era del consumo descalificó la ética protestante y liquidó el valor y la existencia de costumbres y tradiciones, arrancó al individuo de su tierra y de la vida cotidiana, de los otros, del cuerpo y uno mismo.

El hombre moderno está abierto a las novedades, apto para cambiar sin resistencia de modo de vida, se ha vuelto cinético.

Con el universo de los objetos, la publicidad, los mass media, la vida cotidiana y el individuo ya no tienen un peso propio, han sido incorporados al proceso de la moda y la obsolesencia acelerada: la realidad definitiva del individuo coincide con su desubstancialización, con la emergencfia de individuos aislados y vacilantes, vacíos y reciclables ante la continua variación de los modelos.

El consumo es un proceso que funciona por la seducción, los individuos adpotan sin dudar los objetos, las modas, las formas de ocio elaboradas por organizaciones especializadas, combinando libremente los elementos programados.

La era del consumo se inscribe en el vasto dispositivo moderno de la emancipación del individuo por una parte, y de la regulación total y microscópica social por otra.

La lógica acelerada de los objetos y mensajes lleva a su punto cúlmine la determinación de los hombres en su vida privada mientras que la sociedad pierde su identidad anterior, siendo objeto de una programación burocrática generalizada, a medida que lo cotidiano es elaborado por conceptualizadores e ingenieros, el abanico de elecciones de los individuos aumenta, ese es el efecto paradójico de la edad del consumo.

No cabe duda que el acceso de todos al coche o a la televisión, al tejano o a la coca cola, las migraciones sincronizadas del fin de semana, designan una uniformización del comportamiento.

La oferta abismal del consumo desmultiplica las referencias y modelos, exacerba el deseo de ser uno mismo y de gozar de la vida, transforma a cada uno en un operador permanente de selección y combinación libre, es un vector de diferenciación de los seres.

Diversificación extrema de las conductas y los gustos, amplificada por la disolución de los compartimentos socio-antropológicos del sexo y la edad.

La era del consumo tiene a reducir las diferencias instituídas de sexos y generaciones en provecho de una hiperdiferenciación de los comportamientos individuales liberados de los papeles y convenciones rígidas.

El proceso de melting pot es la desaparición progresiva de las grandes entidades e identidades sociales en provecho de la homogeneidad de los seres sino de de una diversificación atomística incomparable. Lo masculino y femenino se mezclan, pierden sus características, la homosexualidad de masa empieza a no ser considerada una perversión, se admiten todas las sexualidades y forman combinaciones inéditas. En pocos decenios el comportamiento de jóvenes y no tanto se ha adaptado a gran velocidad a la edad psi, a la educación permisiva, al divorcio, atuendos informales, pechos desnudos, juegos y deportes, a la ética hedonista. Los movimientos de reinvindicación animados por ideales de igualdad contribuyeron a esa desestabilización, pero es mucho más la profusión de objetos y la estimulación de las necesidades y valores hedonistas y permisivos añadidos a la técnica de la contracepción; es el proceso de personalización lo que ha permitido esa distensión cool de las referencias sociales, la legitimaciónd e todos los modos de vida, la conquista de la identidad personal, el derecho de ser uno mismo, el apetito de personalidad hasta su término narcisista.

En una sociedad en que el cuerpo, el equilibrio personal, el tiempo libre están solicitados por una plétora de modelos, el individuo se ve obligado a elegir permanentemente, tomar iniciativas, informarse, criticar la calidad de los productos, a mantenerse joven, a deliberar sobre los actos mas simples.

El consumo es un sistema de participación ineluctable al contrario de las vituperaciones lanzadas contra la sociedad del espectáculo y la pasividad.

Resulta imprudente afirmar que las fronteras, el hazlo tu mismo, las ventas en kit, los grupos de autoasistencia, el selfcare no indican el fin de la expansión

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