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Movimiento Metebolista


Enviado por   •  23 de Febrero de 2013  •  1.550 Palabras (7 Páginas)  •  245 Visitas

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1.1. La noción cotidiana de la práctica.

La noción popular de práctica ([1]) se refiere al ejercicio de cualquier arte o facultad, conforme a sus reglas, a la destreza adquirida con este ejercicio, o al uso continuado, costumbre o estilo de una cosa. Se puede referir también al modo o método que particularmente observa una persona en sus operaciones

Puede referirse al ejercicio que bajo la dirección de un maestro y por cierto tiempo tienen que hacer algunos sujetos para habilitarse y poder ejercer públicamente su profesión. O también podemos referirnos a ella, cuando queremos realizar planes, proyectos, o contrastar y aplicar una idea, doctrina, o teoría.

El uso cotidiano de la práctica tiene como referencia principal el ámbito de lo personal en un sentido estrecho, que conlleva un sello prioritariamente experiencial marcado por la rutina cotidiana.

La actividad práctica cotidiana en el sentido filosófico del término, plantea un tipo de relación del hombre con el mundo en el que se opera una doble transformación, aquella en la que el mundo es transformado por la acción humana y a la vez, esta acción transforma al hombre. Este sentido filosófico, es fundamentalmente necesario para acceder al sentido educativo de la práctica, en la perspectiva de una pedagogía científica humanística y transformadora ([2] ).

Reconocer el nexo filosófico en pedagogía permite la convergencia de los planteamientos filosóficos referidos a la educación, en un territorio pedagógico. En esta vía, el concepto de práctica es enriquecido por una forma específica de praxis educativa. Esta concepción praxeológica asigna un rol transformador al educador, en la medida en que su actividad no está ceñida al marco puramente tradicional de las prácticas insertas en la educación.

El término práctica educativa, engloba todas las actividades que se desarrollan en educación, y abre la puerta para acceder al plano conceptual.

La práctica como categoría pedagógica, abarca el plano de la intervención de la conciencia, es decir, de la intencionalidad del quehacer educativo de acuerdo a un fin establecido previamente.

Al destacar el aspecto conciente de la praxis educativa se esclarece la determinación de los fines y objetivos de la educación y de la enseñanza.

John Dewey estableció la distinción entre la " acción reflexiva" y la "acción rutinaria". Bajo la rúbrica rutinaria se incluyen aquellas acciones que están determinadas exclusivamente por la tradición, por la verdad de autoridad o por definiciones oficiales. Este tipo de acción no cuestiona nunca los fines a los que sirve y solo considera los medios como problemáticos. Por el contrario, la acción y el pensamiento reflexivo centra "el examen activo, persistente y cuidadoso de toda creencia o supuesta forma de conocimiento a la luz de los fundamentos que la sostienen y las conclusiones a las que tiende " ([3] ).

Las prácticas educativas en cualquier sociedad no se pueden reducir a las prácticas escolares. Fuera del propio sistema escolar, existe una práctica educativa compleja adquirida, por ejemplo, por la experiencia de criar a los niños, influir sobre los demás, regular las relaciones humanas en el grupo social, comunicar mensajes entre las personas mediante medios masivos de comunicación, etc. que es una práctica educativa en sentido cultural general y que no es indiferente para la práctica estrictamente escolar, pues incide en ellas y es influenciada por ellas.

El propio fenómeno de la escolarización se ha generado como una necesidad de la educación extraescolar debida a la complejidad de la cultura y de las formas sociales y económicas de organización social.

Se pueden reconocer como prácticas educativas también aquellas que se desprenden de la propia institucionalización de la educación en el sistema escolar y dentro del marco en el que se regula la educación: por ejemplo la ubicación social de alumnos en escuelas diferentes, en modalidades distintas de enseñanza, estrategias que fomentan la desigualdad o promueven la igualdad de oportunidades, regulaciones político administrativas sobre el currículum, elaboración de libros de texto, etc. Son prácticas concurrentes que inciden en la estricta actividad didáctica, a modos de sustratos ocultos que explican lo que ocurre a nivel observable. Detrás de dichas prácticas se esconden valores, opciones y objetos de investigación para quienes están interesados en mejorar el conocimiento de la realidad y cambiarla.

En el marco de las instituciones escolares, apreciamos una gran variedad de prácticas educativas circunscritas al aula y al centro escolar, como es el enseñar, estimular el aprendizaje, ayudar al alumno en su desarrollo personal, organizar un tipo de vida social, regular comportamientos personales y sociales, evaluar adquisiciones, organizar centros, promocionar a alumnos, distribuir el tiempo y el espacio, utilizar los medios técnicos, etc. A estas actividades son a las que de forma más inmediata solemos llamar práctica educativa, y ése es el referente más inmediato cuando pensamos en la utilidad de la investigación.

Estos tres ámbitos nos indican la diversidad y complejidad de lo que llamamos prácticas docentes, que no son únicas y que además no son independientes entre sí, sino que se interimplican unos en otros, de forma que los cambios que se producen en uno pueden incidir en otros.

La prácticas docentes en un sentido amplio no se puede reducir al ámbito de las aulas, y por esa interacción entre prácticas diversas, la forma de realizar la educación escolarizada no depende de la teorización o investigación pedagógica. De lo que se deducen dos condiciones del pensamiento educativo de la investigación sobre educación:

v Que se puede investigar o teorizar sobre la educación abordando aspectos muy diversos y relaciones complejas entre éstos, porque el campo es extenso y complejo. En la educación se entremezclan realidades tan diversas como: alumnos en desarrollo con una cultura de procedencia, profesores, instituciones educativas organizadas de una forma determinada, procedimientos de transmisión de ideologías, valores y conocimientos, estrategias para organizar los currícula, métodos pedagógicos, materiales educativos, prácticas de evaluación, métodos de supervisión, sistemas para cambiar lo existente, sistemas de regulación política y administrativa de la realidad escolar, interacción de la educación escolarizada con la educación extraescolar, etc.

Cada uno de esos aspectos son mediaciones diversas, peculiares en cada práctica, Por esto la investigación educativa debe enmarcarse en programas complejos que ordenen las particularidades.

v Por otra parte, esa complejidad significa no sólo amplitud del objeto, sino también interacción entre fuentes de influencia diversas, donde la capacidad crítica e intuitiva del investigador es esencial, porque esas relaciones hay que "inventarlas", pues no se muestran evidentes, no son objetivas y entonces la investigación de las prácticas docentes se presenta como formas de ver, como visiones, como teorías, que son suposiciones polémicas y no reglas de comportamiento para prácticos. La importancia reside en ver más allá de lo evidente.

En cualquier práctica educativa se entrecruza la influencia de múltiples aspectos y el entendimiento de esa interacción es esencial para comprender la práctica misma. El reto reside en abordar la unidad en la complejidad o resultará de difícil comprensión, porque no se trata de entender aspectos parciales para, acumular saberes puntuales, sino por el contrario ir comprendiendo y construyendo progresivamente el todo. Pero esta necesidad de entender dialécticamente una realidad polimórfica y compleja, choca con las tradiciones de la investigación de prestigio que se centra en problemas las más de las veces muy específicos y descontextualizados de todo lo demás. De ahí que la investigación actual esté haciendo énfasis en estos aspectos.

Es a través de actos reflexivos cómo es posible explicitar y poner en claro las suposiciones, predisposiciones y valoraciones implícitas que subyacen en toda acción práctica, así como el impacto que tiene o puede tener su desarrollo. No podemos olvidar tampoco que cualquier análisis de los procesos de enseñanza y aprendizaje en el interior de las instituciones académicas nunca debe comenzar y acabar limitándose a ese espacio físico concreto; es preciso tomar en consideración los contextos económicos, sociales, políticos y culturales desde los que esas acciones y sus resultados adquieren un significado más completo. Se hace necesario traspasar las fronteras que delimitan las paredes de escuelas y aulas.

Las decisiones de los profesores están siempre imbuidas por dimensiones morales, más o menos implícitas. Son muy numerosas las acciones y elecciones curriculares que se mueven en la arena de lo problemático, tanto en lo relativo a los fines hacia los que se orientan las elecciones, como a los medios a los que en cada momento se recurre.

El conocimiento profesional del profesor se va construyendo poco a poco, sobre la base de las interpretaciones de las situaciones en las que se ven envueltos en sus centros y aulas escolares y del resultado de las decisiones que adoptan. Una de las peculiaridades que les impone el contexto en que desarrollan su trabajo consiste en que las decisiones que se van a tomar acostumbran a estar condicionadas por la inmediatez. Asimismo, este conocimiento se reconstruye y modifica de acuerdo con los resultados de su experiencia cotidiana. El profesorado, en la medida en que los conflictos en que se ve envuelto no le obligan a poner en duda, ni a cuestionar un significativo número de decisiones que acostumbra a adoptar , mantiene a un nivel bastante intuitivo y tácito el conocimiento profesional en que se basa.

La utilidad de la investigación educativa adquiere por ello, primeramente, el primigenio valor de descubrir la práctica existente, sus significados no evidentes, ofrecer sistematizaciones simplificadas de un fenómeno complejo, de desenmascarar los efectos que produce y sugerir correcciones en la orientación de los procesos, más que el de servir de modelo seguro para realizar a partir de ella una determinada práctica.

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