Museo Soumaya

Después de gente, lamparazos y unos cuántos regaños del policía llegamos al interior de una sala medio extraña en el interior el Museo Soumaya, en donde mezclada con otra pintura encontramos un goauche de Rufino Tamayo escondido entre otras que definitivamente no logran opacarlo pero que sí lo esconden. Después de un agotador paseo es casi reconfortante ver una pintura pequeña, simple y cautivadora, Vendedor de sandías logra este efecto. Lejos de desmotivarnos o de paralizarnos ver una pintura tan alejada de lo que creemos es la identidad de este autor, esta pintura nos lleva a un mundo desconocido para nosotros, el conocer la obra que no caracteriza, pero que sí nos puede sorprender obligándonos a conocer otra faceta del autor.

Lo que al parecer sería un elemento que nos alejaría de la pintura, su técnica poco conocida (por lo menos para la gente común y corriente), el goauche.

Al ver la pintura nos queda clara la diferencia técnica, del paso del mural al papel, ésta técnica nos muestra a un Tamayo relajado

y con un toque sencillo, sin recargos. La pintura, por el goauche, está ejecutada en un plano y con una paleta de colores que van del rosa a tonos de rojos, y de regreso.

La pintura después de un recorrido cansado y poco escondida y opacada por el mural de enfrente, nos da notas de sencillez, con sus colores y su opaques resalta a pesar de su diminuto tamaño. Es una pieza que nos brinda una sensación de tranquilidad y que vale la pena encontrar entre todo lo que tiene y sobra del museo.

...