NECESI DADES, DERECHOS Y POLÍTI CAS PÚBLICAS: UNA MIRADA DESDE LA TEORÍA ECONÓMICA
sussybarajas31 de Agosto de 2014
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a conjunción de los conceptos de necesidades, derechos y políticas
públicas suscita varios interrogantes. Uno de ellos teórico e
histórico: ¿por qué la teoría económica, que sustenta buena parte del
análisis de las políticas públicas, tiende a desestimar las necesidades
en favor de las preferencias? Esta pregunta no es de índole terminológica,
pues las necesidades humanas tienen una relación estrecha con
los derechos. Otro es: ¿cómo conciliar el elemento más fundamental
de la teoría económica, la restricción presupuestal, con la idea de los
derechos, en especial cuando se refieren al acceso a bienes escasos?
Consideraré los orígenes de la tesis de la realización progresiva como
fórmula que permite superar, al menos en parte, esta contradicción
aparente. Por último, examinaré la utilidad del concepto económico
de bienes meritorios para entender la aplicación práctica del principio
de realización progresiva en el ámbito de las políticas públicas.
PREFERENCIAS PRIVADAS, NECESIDADES PÚBLICAS Y
DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO
La teoría microeconómica concibe a los seres humanos como un haz
de preferencias. Salvo algunos enunciados de consistencia lógica,
calla en cuanto al contenido de esas preferencias. Expresado de otra
forma es la premisa de la soberanía del consumidor. Diferencia los
bienes de primera necesidad y los bienes suntuarios, pero el análisis
* Decano de la Facultad de Economía y profesor de las facultades de Derecho
y de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, Colombia, [mauricio.perez@uexternado.edu.co]. Fecha de
recepción: 3 de marzo de 2009, fecha de modificación: 12 de mayo de 2009,
fecha de aceptación: 2 de julio de 2009.
se limita a las características de la elasticidad ingreso de la demanda
de unos y otros1.
Esto obedece en parte a la construcción matemática de la teoría.
Hace mucho se eligió el marco de las preferencias, y rehacer su núcleo
duro utilizando como referencia las necesidades implicaría desandar
lo andado, para usar una frase coloquial. Esa elección tuvo mucho
que ver con la situación de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX,
período en que se originó el análisis económico moderno.
En ese entonces, el estado natural de la mayoría de la humanidad
era la pobreza, entendida en un sentido particular, pues se vivía cerca
de la carencia absoluta, carencia que no sólo reflejaba unos niveles
de vida muy precarios en épocas normales sino la posibilidad de que
una pequeña alteración de esa normalidad llevara a la hambruna y a
la peste. Toda la población, aun la más próspera, estaba a un paso de
verse privada del sustento necesario para no perecer. Esa larga noche
de precariedad casi universal se ilustra en un fragmento del poeta
normando Wace, escrito en el siglo XII, titulado “La carestía”2:
En su tiempo faltó el trigo,
Y la falta trajo carestía,
Y la carestía trajo hambre.
Caro el trigo en el burgo, caro en la aldea.
Bien podrías tres días errar
Sin qué encontrar para comprar,
Ni pan, ni trigo, ni vitualla alguna.
Tan grande era por doquier la escasez [...]
Con esta desventura
Llegó otra a la par de dura:
Grande fue la mortandad de gentes
Por la corrupción del aire y el viento;
En casas, campos y calles
En los mercados y en los arados,
Comiendo, andando, hablando caían,
De súbito, sin languor, morían.
Mueren padres, mueren hijos,
Muere el señor, muere el sirviente;
Muere el varón, muere la mujer,
Mueren el villano y el caballero;
No vive el hijo para llorar al padre [...]
No alcanzaban los vivos
Para enterrar los muertos;
El que el muerto enterrar debía
Junto al muerto enterrado yacía.
La Revolución Industrial inició un cambio cualitativo radical en las
condiciones materiales de vida de la especie humana. Las gráficas 1
1 Ver, por ejemplo, Kreps (1995, cap. 2). El diccionario enciclopédico de economía
más importante en lengua inglesa, el Palgrave (1987), ni siquiera tiene
un artículo sobre la palabra “needs”.
2 Traducido al español en Revista de Economía Institucional 16, pp. 311-312.
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y 2 muestran la magnitud de la transformación. Las series de producción
bruta mundial, población y producto per cápita muestran
un comportamiento similar. Entre el año 0 y finales del siglo XVIII
se mantuvieron casi constantes, y hubo un punto de inflexión hacia
1820, cuando comenzaron a manifestarse las consecuencias de la
Revolución Industrial.
La gráfica 1 permite apreciar cuán equivocado estaba Malthus,
que en su Ensayo sobre el principio de la población, publicado en 1798,
previó que la población crecería en forma geométrica mientras que
la producción sólo crecería en forma aritmética. Ambas han crecido
geométricamente desde entonces, y la producción con más rapidez;
la brecha entre ambas equivale al crecimiento de la producción bruta
per cápita, que se presenta en la gráfica 2.
Gráfica 1
Producto bruto y población mundial desde el año 0 hasta 1998
Índice base año 0 = 100. El PIB se expresa en dólares internacionales de 1990.
Fuente: Maddison (2001) y elaboración propia.
Vale la pena examinar con más detalle la serie de este indicador, a
pesar de que por ser un promedio oculta la inequidad distributiva
que aqueja a los regímenes basados en la esclavitud, la servidumbre
y el capitalismo. Durante el primer milenio de nuestra era, el ingreso
per cápita mundial registró una caída acumulada del 2%. Entre el
año 1000 y 1820 (el punto de quiebre mencionado), la tasa de crecimiento
promedio fue inferior al 1‰ anual. Para efectos prácticos, las
condiciones de vida se estancaron. En el período que arranca con el
fin de las guerras napoleónicas y termina con el inicio de la Primera
Guerra Mundial (1820-1913), el producto bruto per cápita creció
al 1% anual. Durante el resto del siglo XX, su incremento promedio
35.000
30.000
25.000
20.000
15.000
10.000
5.000
0
0 1500 1700 1870 1950 1998
Productos brutos
Población
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anual fue del 1,6%. El cambio puede parecer modesto (con una tasa
anual del 1,6%, el ingreso per cápita se duplica cada 44 años) pero
hubo una aceleración sin precedentes en la historia: en los primeros
diecinueve siglos de nuestra era se logró un crecimiento acumulado
del 239%; en menos de un siglo, entre 1913 y 1998, el crecimiento
de la producción bruta por persona fue del 288%.
Gráfica 2
Producto bruto per cápita mundial desde el año 0 hasta 1998
Índice base año 0 = 100. El PIB se expresa en dólares internacionales de 1990.
Fuente: Maddison (2001) y elaboración propia.
Esa diferencia marcó un progresivo alejamiento del piso de subsistencia,
de los peligros que describió Wace, y representa un colchón
de seguridad del que carecíamos hace dos siglos, que nos hace muy
distintos de nuestros antecesores. Cabe recordar el reconocimiento
de Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista, a la clase
que protagonizó la Revolución Industrial:
En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha
creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las
pasadas generaciones juntas. Basta pensar en el sometimiento de las fuerzas
naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la
química a la industria y la agricultura, en la navegación de vapor, en los ferrocarriles,
en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros,
en los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de
la tierra como por ensalmo (Marx y Engels, 1848).
Ya no corremos el riesgo de perecer de hambre por lo que a disponibilidad
física de alimentos y otros recursos se refiere. No es que
no haya hambrunas: miles de seres humanos padecen de hambre en
Darfur y Zimbabwe (para no hablar de los desplazados colombianos).
Pero las hambrunas modernas, como señala Amartya Sen, no son
1.400
1.200
1.000
800
600
400
200
0
0 1500 1700 1870 1950 1998
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producto de desastres naturales, como en la época de Wace; son fruto
de acciones u omisiones de seres humanos, de faltas morales graves
o fallas trágicas de coordinación social3.
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