Origen epistemológico de la Orientación Educativa

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Existen diversas disciplinas que han ido consolidando su definición o concepción a lo largo de los años, bajo la influencia de diversas aportaciones así como también de cambios sociales y culturales que han influido en su origen, desarrollo y establecimiento. Uno de ellos es la Psicología, aplicada particularmente en el ámbito educativo, específicamente la Orientación, en ocasiones concebida como Orientación vocacional, profesional, educativa, psicopedagógica, etc.

La Orientación como disciplina se ha visto influenciada por diversos elementos, por lo que  autores o diversas asociaciones y comités no han encontrado un punto de acuerdo total, ya que hay quienes se enfocan en aspectos como el origen, campo de acción, desarrollo histórico, cambios sociales y culturales, sucesos mundiales, objetivos, y otros factores, algunos  de ellos incluso dejan de lado algún aspecto en particular, al considerarse excluyentes.

A continuación se abordará el surgimiento y desarrollo  de la Orientación desde tres perspectivas o enfoques: Orientación Vocacional, Orientación Psicopedagógica y Prevención y Desarrollo.

Desde épocas anteriores y hasta la actualidad, es sumamente importante contar con los medios que permitan ayudar a orientar a los jóvenes en la toma de decisiones respecto a la elección y continuación de sus estudios profesionales, por tal razón en un inicio a la Orientación se le concibió desde esta perspectiva y se le denominó Orientación Vocacional. Conforme se fue ampliando el nivel de obligatoriedad escolar y haciéndose más indispensable la categorización de carreras era más notable la necesidad de orientar a los alumnos en sus decisiones vocacionales, sin embargo no se establecía aún como parte oficial del plan académico o curricular de las instituciones educativas.

Un acontecimiento que generó un gran impacto bajo este enfoque es el realizado por Parson, quien en Estados Unidos, al percatarse del creciente número de alumnos de educación secundaria que abandonaban sus estudios, empieza a ofrecer servicios de Orientación Profesional (Repetto, s.f.). En dicho programa de Orientación Profesional se establecen las maneras en las que el orientador puede ayudar al alumno, éstas son: autoanalizar sus necesidades y aptitudes, proporcionar la información requerida acerca de las diversas ocupaciones y adaptar la información que el orientado tiene de sí mismo con las ocupaciones.

A partir de eso, en diferentes países del mundo se empieza a reconocer la importancia de que las instituciones educativas cuenten con programas o planes de Orientación como parte de su Modelo de Formación o bien incluirse en su Plan Curricular.

Posteriormente, se suscitaron grandes avances tales como el establecimiento de un profesional que cubra las funciones de Orientador Vocacional en una institución educativa, con un número asignado de horas a la semana para guiar o ayudar a los alumnos, o en su defecto capacitar a un docente para asumir algunas de esas funciones al dedicar un número mínimo de horas a la semana a dichas tareas.

Es de gran impacto para una acertada decisión por parte de los alumnos, respecto a sus intereses  vocacionales, que en la institución educativa a la cual asiste cuente con una clara  definición e implementación de programas de Orientación  Vocacional, así como  en proporcionar herramientas que les permitan a los alumnos insertarse de manera exitosa en el mercado laboral.

También debe atender problemáticas particulares, mediante la atención individual y/o grupal, así como  el proporcionar Orientación Vocacional, para elegir con mayor certeza entre las opciones profesionales o académicas.

Todas las instituciones educativas deben propiciar la generación de espacios de Orientación Educativa, para la  atención a las necesidades de los alumnos, a través de programas de  Orientación que tomen en cuenta las características propias de la población escolar.

Las funciones de la Orientación Vocacional eran y continúan siendo de gran ayuda para los alumnos en la elección  profesional, sin embargo, también era  y es evidente la necesidad de atender y proporcionar herramientas y estrategias a todos aquellos alumnos que muestran dificultades en sus procesos de enseñanza-aprendizaje.

Es en el campo educativo, cuando la Orientación amplía su marco de acción hacia el proceso de Enseñanza-Aprendizaje, es decir, en toda institución educativa se presenta, ya sea en menor o mayor incidencia alumnos que presentan dificultades para enfrentar satisfactoriamente todos los procesos metacognitivos que se requieren en el proceso de aprendizaje.

Dichos programas de Orientación deben cubrir diversas funciones, tales como la integración de los alumnos al nuevo entorno escolar,  diseño e impartición de cursos remediales que se requieran, deberán también desarrollar actividades que permitan el seguimiento y apoyo individual y grupal a alumnos en relación con el proceso de aprendizaje y su desempeño académico a través de  diversos talleres como: formación de hábitos de estudio, herramientas de aprendizaje, habilidades para la vida, así como el seguimiento individual de los alumnos; todo esto en constante comunicación con docentes, padres de familia o tutores, directivos y terapeutas o profesionales externos a la institución educativa que trabajan de forma colaborativa buscando el crecimiento educativo del alumno.

Bajo este enfoque se puede mencionar la definición que Molina realiza de Orientación: “Proceso dirigido al desarrollo de habilidades y destrezas para aprender a aprender y formar hábitos, actitudes, valores y comportamientos positivos hacia el medio escolar en relación a las actividades de aprendizaje (Molina, 2004)

De manera similar, Ayala la define como: “Proceso de asesoramiento continuo donde el docente promueve actividades de tipo preventivo dirigidas a la formación de hábitos de estudio, atención y concentración en clase, aprovechamiento del tiempo y desarrollo de habilidades cognitivas” (Molina, 2004)

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