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PROBLEMAS SOCIECONOMICOS, POLITICOS Y CULTURALES DE MEXICO.


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  4.715 Palabras (19 Páginas)  •  553 Visitas

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INTRODUCCION

Cuando decimos "deuda externa," nos referimos al dinero que un país debe a otros países o a acreedores extranjeros, en una moneda extranjera. Se llama "externa" porque es una deuda que viene desde fuera, desde el exterior, de un país. Los préstamos pueden venir de un gobierno nacional, una institución financiera internacional como el FMI, o de un banco privado. Por ejemplo, si México pide un préstamo del gobierno de Holanda, entonces eso es una deuda externa para México. También, si México recibe un préstamo de un banco privado holandés, esa deuda también es externa. La deuda externa de un país es la suma de todo el dinero, más intereses, que ese país debe a acreedores en el extranjero.

La Deuda externa es un fenómeno bastante reciente y, sin embargo, su papel en el marco político y económico internacional de este último cuarto de siglo ha sido fundamental. Su primera y más importante etapa es la del

préstamo, en la década de los 70. En ella, los petrodólares (excedente de liquidez en dólares de los países exportadores de petróleo), la recesión en EEUU y Europa y, hasta fines de 1979, las bajas tasas internacionales de interés, ofrecen a los países económicamente subdesarrollados un marco idóneo para el acceso fácil a créditos abundantes y baratos. Los principales prestamistas, la banca comercial privada, ve en estos préstamos la mejor manera de rentabilizar el capital, y considera a los Estados clientes privilegiados (un Estado no puede declararse insolvente). El uso de este dinero varía en cada país, pero por lo general sirve para dotar de armamento moderno a los ejércitos estatales e impulsar empresas cercanas al gobierno

Un tema trascendental en la vida de México, ha sido, es y será el de su Deuda Externa. Este trabajo tiene por objetivo presentar un panorama general desde el punto de vista histórico de lo que ha sido la Deuda Externa en la historia de México.

Tal objetivo se vuelve complejo porque este problema acompaña a esta nación desde que es independiente (1821). Para salvar tal complejidad se establece una clasificación de la deuda por periodos históricos resaltando la importancia de cada uno de ellos.

DESARROLLO

Primer periodo: reconocimiento de la deuda.

El 3 de agosto de 1821, Juan O´Donojú, Jefe Político de la Nueva España firmó con Agustín de Iturbide el Tratado de Córdoba mediante el cual España reconocía la independencia de México. Posteriormente, Iturbide se proclama primer emperador de México siendo una de las primeras acciones de su gobierno la de reducir los impuestos a pesar de saber que estos constituían la principal fuente de ingresos. Por otro lado, los gastos públicos habían aumentado debido a la guerra, por lo que tres meses después de la firma de independencia el déficit público alcanzó la cifra de 300 mil pesos. Un año después su administración se hallaba en la desesperación porque gastaba más dinero del que captaba.

Los mexicanos del siglo XIX lucharon por su libertad, por su independencia, por su reconocimiento y cuando lo lograron tuvieron que pagar el precio y éste fue reconocer la deuda con España, y al hacerlo se perdía no sólo la libertad económica sino la cultural y política. México alcanzó su independencia más no su libertad.

El 2 de julio de 1823, el Secretario de Hacienda, Arrillaga, presentó un informe sobre la situación de las finanzas públicas. En dicho documento se ponía de manifiesto la situación caótica del erario público y la necesidad de obtener recursos. Asimismo, se presentaban tres opciones para tratar de conseguir recursos para el país. El primero se dirigía hacía una deuda interna; el segundo se inclinaba por establecer un sistema de contribuciones, lo que implicaba elevar los impuestos; la tercera opción era solicitar un empréstito externo, idea que finalmente se aprobó.

Para ejecutarla se decidió solicitar un préstamo a Inglaterra por ser éste país el primer prestamista del mundo. Por ello, el primero de mayo de 1823, se autorizó por decreto del poder ejecutivo, celebrar un empréstito por 8 millones de pesos con la Casa Goldschmidt y Cía. de Londres. Pero el poder ejecutivo hizo ascender el monto de la emisión a 16 millones en virtud de que la casa prestamista compró la totalidad de los títulos al 50 %, lo que produjo de inmediato a ésta una ganancia de 8 millones y una pérdida igual para el emisor de los títulos. De esos 8 millones que se iban a prestar, sólo se recibieron 5.7 millones de pesos. La diferencia entre estas cifras (2.3 millones de pesos) radica en los pagos por adelantado durante 6 meses, de intereses y amortizaciones.

Desde entonces quedaría demostrado, con patetismo repetitivo, que la deuda pública externa, ya ventajosa, ya nociva en los términos de su circunstancial contratación es siempre ruinosa para México (P. Marcos, 1985: 141). Después de este contrato se hizo otro pero ahora con la Casa Barclay Herring Richardson y Cía. por una cantidad igual que la anterior (16 millones de pesos). En esta ocasión, la emisión fue vendida en el mercado de Londres a 85.75% de su valor nominal, produciendo la cantidad de 13.8 millones, lo que ocasionó una pérdida inmediata para el país de 2.2 millones. De esos 13.8 millones, una parte se destinó a comisiones y gastos, otra parte se entregó al gobierno de México en armamentos, rifles y “buques de tercera” así como vestuario que no fueron sino desechos del ejército inglés y la marina, de la peor calidad y a precios muy elevados. De esta manera, el país recibió por éste segundo préstamo en dinero y en especie la suma de 6.1 millones de pesos.

Fue así como a los pocos años de lograda la independencia de España, Gran Bretaña logró ejercer una influencia determinante sobre México a través del comercio, las inversiones directas y los empréstitos. En ocasiones también utilizó la presión diplomática y hasta la amenaza de intervención armada. Rota la dependencia directa respecto de España, México comenzó a gravitar económicamente dentro de la órbita de Inglaterra, el país capitalista más poderoso de la época.

En 1824, Guadalupe Victoria, primer presidente de México, expidió un decreto en el que reconoce los adeudos contraídos por el gobierno virreinal hasta septiembre de 1810, los créditos obtenidos por los jefes insurgentes desde la proclamación del Plan de Iguala hasta la entrada del ejército trigarante en septiembre de 1821, y finalmente, los créditos concertados por los gobiernos que se sucedieron en el poder desde esta última fecha hasta junio de 1824. Tal decreto fue un factor que contribuyó

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