Ponencia En Secundaria

LA ESCUELA QUE VIVIMOS

Cuesta trabajo reconocer que los jóvenes que a diario agreden no sólo a la escuela sino a la sociedad en general, hayan estado alguna vez escolarizados. Se supone que la escuela tiene entre sus objetivos principales "formar ciudadanos de bien, capaces de producir y de engrandecer día a día a la patria", pero, ¿qué pasa en nuestras instituciones educativas que por lo menos con estos jóvenes no hemos logrado cumplir con tan noble misión?

Responder a este interrogante no es tarea fácil, cuando es evidente que la escuela tiene una serie de limitaciones que no nos permiten a los maestros cumplir cabalmente con ella. Desde luego la sociedad contribuye sin duda a que el problema sea más serio de lo que parece. Las condiciones que viven los niños en la escuela no son las mejores: las instalaciones son desagradables; son frías, oscuras, desordenadas, sucias, con baños dañados, con vidrios rotos etc.

Cuando los jóvenes empiezan a recordar su paso por la escuela, se nota en su mirada una huella de tristeza, es como si quisieran tener almacenados en su memoria momentos inolvidables, un tesoro que hubiera que proteger contra toda adversidad.

La línea recta entre dos puntos parece ser el camino más corto. Sin embargo, si esa línea es vertical puede ser el camino más distante entre dos personas. Quizás las palabras claves del futuro pueden ser "aprendizaje" y "creatividad" en lugar de enseñanza y repetición.

La gran pregunta es: ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo construir una escuela que abra espacios, donde los jóvenes puedan construir o, mejor, reconstruir el "Nosotros"?

Por parte de los padres de familia, encuentran indiferencia ante las propuestas para remediar los problemas de los estudiantes y ante las actividades escolares o de la asociación de padres, hay desconocimiento de sus necesidades y capacidades. Sobre la relación entre jóvenes, encuentran que "predomina la cultura del "ñero", la violencia y las malas salidas a los problemas como las drogas, el alcohol y las pandillas".

Para tratar de buscar soluciones eficaces, esta problemática puede ser analizada a partir de un enfoque sistémico. La escuela dentro de este contexto es un subsistema, es decir, uno de los componentes de la totalidad que es México. Esto significa que la escuela no es ajena a toda la problemática de violencia que se genera desde hace mucho tiempo en nuestro país, ni a la forma como dentro de él se canalizan las fuerzas agresivas que se presentan de manera natural en todos los seres humanos, pero que tendrían la posibilidad de expresiones más positivas, como el arte y la ciencia. Lamentablemente, estas opciones no tienen un gran lugar en la escuela mexicana.

En mi opinión creo que debemos de tener en cuenta para cambiar la escuela que vivimos lo siguiente:

Reconocimiento: Donde todos los seres humanos tenemos el derecho a ser reconocidos como seres individuales. Esto implica la ocupación de un espacio físico, intelectual y afectivo en la vida de los otros. El derecho a ser vistos y oídos, a participar con garantías en los procesos que se generan a nuestro alrededor.

Empatía: Entendida como la compenetración afectiva de dos personas, como la capacidad para escuchar, poniéndose en el lugar del otro. Surge como resultado de haber experimentado buenas relaciones afectivas y establecer vínculos fuertes en las etapas tempranas de la vida.

Interacción: La relación con el otro debe ser de doble vía, donde uno y otro puedan verse y reconocerse, tan cercanamente como sea posible, en la realidad que cada uno significa. Este camino se emprende intentando la mayor claridad entre los sentimientos, los actos, los pensamientos y las valoraciones que entre los dos se construyan.

Comunicación Efectiva: Es decir que cuando una persona se muestra

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