ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Primer Avance de Trabajo de Contabilidad de Costo 1

Samaly1994Examen17 de Junio de 2018

68.631 Palabras (275 Páginas)136 Visitas

Página 1 de 275

[pic 1]

 


          

           

NAVIDAD EN

Alaska

[pic 2]

N.Q. Palm

 


         

          Copyright © N.Q. Palm

          Obra Registrada Safe Creative: 1711094777103

          Diseño y portada: N.Q. Palm

          Primera Edición: Diciembre 2017

          Correo electrónico: nqpalmescritora@gmail.com 

          Twitter: @NQPalm

          www.facebook.com/NQPalm 

          Instagram: @NQPalm_autora

           

          La siguiente historia ha salido de la mente de la escritora y es totalmente inventada, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Algunos de los lugares, acontecimientos y personajes incluidos en ella, no existen y son enteramente ficticios.

           

          Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del titular del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total y o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento. Así como la utilización de los personajes que intervienen en ella.

         

 


         

           

           

           

          No hay nada más triste en este mundo que despertarse la 

           mañana de Navidad y no ser un niño.

          Erma Bombeck

           

 


 

Índice

          Capítulo 1

          Capítulo 2

          Capítulo 3

          Capítulo 4

          Capítulo 5

          Capítulo 6

          Capítulo 7

          Capítulo 8

          Capítulo 9

          Capítulo 10

          Capítulo 11

          Capítulo 12

          Capítulo 13

          Capítulo 14

          Capítulo 15

          Capítulo 16

          Capítulo 17

          Capítulo 18

          Capítulo 19

          Capítulo 20

          Capítulo 21

          Agradecimientos

          Biografía

         


Capítulo 1

          «Deberías pensar antes de actuar», se recriminó mentalmente Aisha, no se arrepentía de la decisión que había tomado, aunque sí de cómo la había manejado. Esa idiota que tenía por amiga, había conseguido separarla de sus otras amistades también. Personas con las que había crecido y evolucionado como persona. Esos supuestos amigos le habían dado la espalda y la habían acusado de algo en lo que ella no había tenido nada que ver.

          «Que se vayan a la mierda». A sus treinta y cinco años ya no estaba para aguantar las pataletas y enfados infundados de Norma.

          Lo había tirado todo por la borda, una amistad de muchos años que ella creía consolidada, pero dado el caso, no era así.

          Miró por la ventanilla del autobús que la llevaba a las montañas nevadas de Alaska; no había podido encontrar un lugar más lejano para apartarse, a pesar de que ellos pensaran que se estaba escondiendo. Le daba igual. El autocar no iba muy lleno, tal vez quince personas, y todas sentadas en la parte delantera del vehículo, ella se había aposentado detrás de todo, intentando evitar a algún compañero de viaje pesado; era ver a una mujer sola, y algunos se creían en la obligación de darle una más que tediosa conversación, no le apetecía en absoluto.

          El paisaje aparecía cada vez más nevado, a ella le gustaba el frío, aunque tal vez se había excedido en su elección para pasar las navidades lejos de todo y de todos. Eran fechas que no le gustaban en absoluto, no tenía familia y nunca lo había celebrado tal como lo hacían sus amigos y conocidos. Cuando la invitaban se sentía fuera de lugar, y eso tenía que terminar de una forma u otra.

          Había crecido en un hogar de acogida, no sabía quiénes eran sus padres ni le apetecía investigarlo. Era una persona con un carácter muy remarcado, no se andaba por las ramas y se sentía bien consigo misma. Pero su amiga no era así, se conocieron a la edad de cinco años en el lugar donde las habían llevado, cuando sus respectivas madres habían decidido abandonarlas, y se habían hecho inseparables. Al contrario de ella, Norma era muy insegura, no se sentía especialmente bonita ni estaba contenta con su cuerpo. Sin embargo, era preciosa.

          Cuando cumplieron la mayoría de edad, Norma corrió a buscar marido, anhelaba tener una familia y lo consiguió. Un ejecutivo, de una multinacional muy importante en el país, se fijó en ella y se casaron al cabo de seis meses. Eric era un tipo atractivo, un hombre que se cuidaba mucho y que se gustaba demasiado a sí mismo. Bajo su punto de vista, ese matrimonio estaba abocado al fracaso desde el principio. Intentó advertir a su amiga, pero ella no la escuchó, incluso la acusó de sentir envidia y celos hacia ella. Aun así, debía darle crédito, tuvieron dos maravillosos hijos. Nadia y Samuel. Ella era la madrina de Nadia, una preciosa niña idéntica a su padre físicamente, aunque, al contrario de él, con un carácter muy dulce; ella era la única razón por la que su corazón se había roto en mil pedazos cuando salió disparada de su apartamento de San Francisco.

          Eric ya no amaba a su mujer, eso era más que evidente. Tenía citas con otras chicas y Norma parecía estar ciega y sorda en cuanto al tema. No podía dejarla sola, así que se volcó en ella… y salió mal parada.

          Iba sumida en sus pensamientos cuando un estruendo, y el repentino movimiento del autobús la zarandeó. Se golpeó la parte derecha de la cabeza contra el cristal de la ventana y quedó algo atontada antes de ser catapultada con violencia hacia el asiento que tenía justo delante, llevó la mano a su cabeza y se miró los dedos, sangre. ¿Qué coño?

          Se levantó y no vio la parte delantera del autobús tal como debería ser. Era todo un amasijo de hierros, no se oía nada, parecía que la mitad de los asientos habían desaparecido. Un accidente, habían tenido un maldito accidente.

          De pronto, un penetrante olor invadió sus fosas nasales, combustible.

          «Oh, mierda».

          Si no se daban prisa iban a terminar todos ardiendo. Se levantó y sintió un ligero mareo, cogió su mochila y no tardó en avanzar por el pasillo central intentando mantenerse estable.

          —¡Salgan! —gritó.

          Pero no obtuvo ninguna respuesta, alcanzó un par de asientos y quedó congelada ante la visión de dos personas muertas, tenían el cuello en una posición grotesca, aun así les tomo el pulso.

          —¡Dios mío!

          Le temblaban las manos y su cabeza empezaba a dolerle demasiado. Si esta gente estaba muerta habiendo quedado casi intactos en sus asientos, estaba segura de que ninguno de los que había más adelante había sobrevivido, estaban metidos entre los hierros y ni siquiera podía distinguir un rostro. Miró hacia delante y vio un movimiento. La cabina destrozada de lo que debía ser un camión estaba literalmente empotrada en el autobús, y un hombre se movía en su interior.

          Echó un último vistazo y salió por una abertura lateral. Tenía que ayudar a ese hombre, saltó a la tierra y resbaló, había hielo. Se golpeó la cadera pero se pudo levantar, por lo menos no parecía tener ningún hueso roto.

          Puso un pie en lo que quedaba de un retorcido estribo y se estiró para mirar por la ventanilla del conductor, estaba rota.

          —¡Señor, voy a intentar abrir la puerta!

          El hombre la miró, tenía un gran corte en la frente que no dejaba de sangrar.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (276 Kb) pdf (879 Kb) docx (2 Mb)
Leer 274 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com