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QUEDÓ LA NOSTALGIA; ¿POR QUÉ ACABÓ CUAN FELICIDAD?


Enviado por   •  16 de Abril de 2017  •  Ensayos  •  1.865 Palabras (8 Páginas)  •  132 Visitas

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QUEDÓ LA NOSTALGIA; ¿POR QUÉ ACABÓ CUAN FELICIDAD?

Jhonatan Andrés López Olachica

Jorge Andrés Granados Rátiva

Paula Andrea Ruiz Molina

Universidad Externado de Colombia

Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras

Turismo y Servicios de Acogida

Bogotá, enero 2017

Introducción

Imagínenos un día de descanso, ese día que desde nuestra perspectiva es perfecto y que se hace aún más placentero cuando recordamos que no tenemos labores por desempeñar. Interesante, ¿no?, pero ese deseo no es coincidencia, eso no sucede porque si, pues a nosotros nos tuvieron que embargar factores como el cansancio, el agotamiento, el malestar y el aburrimiento. Emociones que conllevan a decir: “no más, necesito un respiro”, “quiero una oportunidad para cambiar este lamentable estado de ánimo”. Viéndolo desde otro ángulo, esa decisión se nos convierte en una puerta de escape, pues muchos de nosotros no queremos salir de nuestra casa a disfrutar del atascado tránsito, a contemplar el ruidoso entorno y, sobre todo, a desempeñar las labores que nos corresponden en el trabajo.

Nuestro humor no nos da para tanto, es frágil y experimenta fuertes episodios de tensión. Por tanto, queremos tener un auge en comodidades, que queme la etapa de descontento y su vez promueva un ambiente, al mejor estilo del microondas, de rapidez y efectividad. Por otro lado, puede decirse, que este comportamiento se excusa en el hecho de tener días de descanso legalmente reglamentados (trabajo, 1915). No obstante, debemos ser muy cuidadosos con la interpretación de esta información, no demos paso a la discrepancia, lo que quiero dar a entender, es que ese comportamiento mucha de las veces se presenta como justificación para reclamar un “derecho”, derecho que básicamente le permite tomar un tiempo de descanso, sin embargo, no lo autoriza a realizar un trabajo deficiente.

Lo más seguro es que en nuestro trabajo por más dinámico que este sea, no viviremos las misas o mejores experiencias que tuvimos en el “escape”. Justo aquí nace la pregunta: ¿Por qué el Síndrome posvacacional es contraproducente de los días festivos? La respuesta a esta pregunta revolucionará el significado que le damos a los días festivos, a las vacaciones y al descanso. También es cierto, que este trabajo es un aporte investigativo que culmina con el análisis del porqué de un lado está el trabajador motivado por “escapar”, que básicamente realiza eficazmente su trabajo, y del otro, el trabajador que acaba de llegar de su “escape” retoma funciones y presenta un trastorno psicológico que repercute en el ambiente por su notable cambio de ánimo.

Quedó la nostalgia; ¿Por qué acabó cuan felicidad?

El descanso es una actividad primordial que debe ejercer el ser humano, de lo contrario este sería esclavo de un estado de ánimo lamentable, y si le sumamos jornadas laborales y trabajos dispendiosos, créeme, su humor no será precisamente el mejor. Recargar baterías, como popularmente se dice, es una posibilidad aberrante ya que el método más común para hacer esa recarga, es el sueño. Y como muchos sabemos, dormir no es suficiente, pues el hecho de estar atento a un despertador no permite disfrutar plenamente de esta gratuita actividad.

 A partir de la consideración de factores, logramos considerar si ese descanso es o no asertivo. Tales factores son: el tiempo de trabajo y consecuencias directas de este, por ejemplo, el agotamiento. Por eso debemos ir más allá. Según Smith (1776) el descanso es un método para insentivar al trabajador y la vez es una oportunidad para aumentar la productividad en cuanto al desarrollo de funciones. Esto aplicado a lo que hoy día vivimos en nuestra vida laboral, es una oportunidad para destacar la importancia de ”tomarnos un respiro”.

Cuando notamos que necesitamos descansar y escapar, al menos por un rato de nuestra fatigosa rutina, es cuando nos interesamos por buscar y elegir la mejor opcion, opción que sea capaz de satisfacer nuestra necesidad. Algo así como confiar nuestra necesidad al mejor postor, y el mejor postor y a la vez confiable, hoy por hoy es el turismo.

Como lo manifiesta  Krippendorf (1999) “(…) la gente común se convierte en turistas (…), por tanto, no es de extrañar el hecho de que un trabajador quiera descansar todos los fines de semana, como el fin de deshacerse de la tensión que lo aqueja, formada por las necesidades que muchas de las ocasiones son conflictivas, pues no encuentra más remedio que invertir su dinero en una oferta turística que le sublima ese episodio de cansancio. Es en ese punto cuando nos damos cuenta de que el tiempo libre que nosotros invertimos lo aprovecha el turismo y que este de un modo u otro da color al paisaje, o sea, a nuestra manera de ver las cosas y que más que un método para restaurarnos, es una oportunidad para curarnos. (Krippendorf, 1999)

Por tanto, el turista en el mejor de los casos no busca conocer un nuevo lugar, sino por el contrario, librarse del que ya conoce, es decir, su entorno, ese entorno social y/o laboral que lo sosiega y limita. En este sentido, es importante mencionar que existe un minúsculo número de personas con un trabajo agradable, en el cual ponen en ejercicio su creatividad, allí están llenos de acontecimientos interesantes y, sobre todo, pueden determinar su carga de trabajo a la vez que su propio ritmo, en pocas palabras, personas laboralmente libres. (Krippendorf, 1999) Estas personas emocionalmente no presentan bajas y se pueden distraer bebiendo algo en su balcón o contemplando naturaleza en su jardín (Krippendorf, 1999)

Yéndonos por sendas críticas, determinamos que: los sectores económicos, políticos, sociales y culturales que actúan (…), permiten la demanda de viajes, permitiendo que sean cuales quiera los motivos del individuo para desplazarse (Middleton). Dando cabida, claramente, al turismo como el satisfactor de la necesidad del trabajador y generador de rentabilidad en el contexto que se desarrolla.

Ahora bien, qué tal si nos detengámonos a pensar por un minuto en qué es lo primero que piensa el trabajador cuando se le presenta la oportunidad de “escape”, pues bien, esa expectativa se traduce en las vacaciones; viajar. Pero no seamos superficiales, el hecho de que el trabajador se convierta en turista a través del viaje, o sea, cambio de residencia habitual, genera una serie de beneficios y perjuicios económicos, sociales, culturales, psicológicos y hasta personales, que se desatan cuando el turista llega motivado a empaparse de un nuevo lugar y de antemano deshacerse de la tensión. No obstante, esto solo es posible con la oportuna intervención del turismo.

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