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Que Sentido Tiene Ser Maestro


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2012  •  911 Palabras (4 Páginas)  •  1.527 Visitas

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¿QUÉ SENTIDO TIENE PARA NOSOTROS SER MAESTRO?

Un buen profesor no se define por su actividad sino por el sentido que da a ella. Si tomamos el vocablo maestro en su acepción originaria para ser un buen maestro solo bastarí¬a saberse expresar adecuadamente, el maestro es aquel que expresa ante un público, el que da fe de su conocimiento y es capaz de traspasarlo.

Pero hemos visto que tal es una mirada limitada del quehacer docente. No basta con saber de un tema si soy incapaz de enseñarlo. La docencia va más ligada al cambio de la persona que recibe la enseñanza que a la capacidad de uno de expresar un concepto. A Muchos hemos pasado por experiencias universitarias en que abogados, arquitectos o médico intentan dar cuenta de su saber, siendo incapaces de entregarlo en forma clara y sencilla.

Es por esto que prefiero la palabra educador antes que profesor o maestro. Educar implicar dirigir, orientar, facilitar un cambio en la persona del otro. Lo intelectual se supedita aun interés mayor: la capacidad de desarrollar la vocación de otro. El educador es aquel que dispone su vida, sus acciones al servicio de otro. Es un servidor, quizás en su sentido originario, de ayuda, de solí¬cita compañía. Sin embargo no es un sirviente, no pierde su vida en ayudar y en la felicidad ajena. No se diluye en exigencias ajenas olvidándose de sí¬. Antes bien, encuentra su propia felicidad y realización en esa donación al otro. No hay dicotomí¬a entre el educador y el educando, hay complementariedad, la felicidad de uno se desarrolla con la del otro.

¿PARA QUÉ EDUCAMOS?

Un educador tiene mayor alcance e impacto en la sociedad ya que no tiene una decena de niños a quienes guiar, son decenas y hasta cientos de estudiantes, y todos sabemos que, en la práctica, un buen educador con verdadera vocación puede marcar muchas más vidas que un psicólogo, médico o ingeniero.

En el Instituto normal aprendí a conocerme y a explotar al máximo los dones que se me dieron. Si pude hacerlo no fue precisamente por el colegio en sí, sino porque ciertos educadores me instaron a ser más, a sacar lo mejor de mí mismo, a cultivar esos talentos, a hacer cosas productivas con ellos. Y de la misma forma en que ellos me ayudaron a ser feliz al valorarme, al apoyarme para ser más y al apoyar a otros tantos, yo quiero hacer lo mismo con las generaciones posteriores, o más que eso.

Para mí, los jóvenes no son alumnos, son estudiantes. Y yo no soy tampoco un maestro que se sienta a dar cátedra y establece un diálogo unilateral, pues ellos aprenden de mí y yo de ellos. Está en las manos de nosotros, los educadores, el futuro no de un país, no de un colegio, está el futuro de esos jóvenes, de esos adolescentes. Están en nuestras manos todos sus sueños, sus frustraciones, sus deseos, sus proyecciones.

Mucha gente

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