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REGLAS RELATIVAS A LA OBSERVACIÓN DE LOS HECHOS


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  1.219 Palabras (5 Páginas)  •  392 Visitas

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REGLAS RELATIVAS A LA OBSERVACIÓN DE LOS HECHOS SOCIALES

La primera regla y la más fundamental es considerar los hechos sociales como cosas. El hombre no puede vivir en medio de las cosas, sin formular sus ideas sobre ellas, y a tenor de las cuales arreglan su conducta. En lugar de observar las cosas, de escribirlas y compararlas, no contenemos entonces en tener conciencia de nuestras ideas, con analizarlas y cambiarlas. Pero entonces los hechos no sólo intervienen de una manera secundaria, como los ejemplos o pruebas confirmatorias: no son objeto de ciencia. Productos de la experiencia vulgar, ante todo tienen por objeto en poner nuestras acciones en armonía con el mundo que nos rodea: son formadas para la práctica y por ella. Estas nociones son por el contrario, algo así como un velo que se impone entre las cosas y nosotras, y nos las disfrazan cuando nos las figuramos más transparentes. En lugar de tratar de comprender los hechos adquiridos y realizados emprende el camino de realizar otros nuevos más conformes con los fines perseguidos por los hombres.

Si esto ha sucedido en las ciencias naturales, nada tiene de extraño que pasara lo mismo con la psicología. Los hombres no han esperado a la ciencia social para forjar sus ideas respecto del derecho, de la moral, de la familia, del estado y de la misma sociedad, pues estos hombres las necesitan para poder vivir.

Las cosas sociales sólo se realizan por los hombres; son productos de actividad humana.

Pero si el detalle, si las formas concretas particulares se nos escapan, nos representamos por lo menos los aspectos más generales de la existencia colectiva en conjunto de una manera aproximada, y que está representando situaciones esquemáticas y sumarias, son las que constituyen aquellas prenociones que nos sirven para los usos corrientes de la vida. No solamente está en nosotros, sino que como son un producto de experiencias repetitivas, a consecuencia de la repetición y del hábito que es su consecuencia, tiene una especie de ascendiente y de autoridad. Comte ha proclamado que los fenómenos sociales son los hechos naturales, sometidos a las leyes naturales. Comten reconoció, pues, y de una manera implícita su carácter de cosas pues sólo hay cosas en la naturaleza. Comte parte de la idea de que evolución del género humano es continua, y existe en una realización siempre más completa de la naturaleza humana.

Existe, lo único al alcance de la observación, son las sociedades particulares, que nacen y se desarrollan y desaparecen con independencia mutua. Si las más recientes continuasen a las que han producido, cada tipo superior podría ser considerado como simple repetición inmediatamente inferior, con algo añadido: un pueblo que reemplaza a otro no es una nueva prolongación de este último con algo adicionado, sino que con otro pueblo, con determinadas propiedades en más y otra en menos; una serie única. La sucesión de sociedades, no puede representarse como una idea geométrica sino que se asemeja a mejorar un árbol de otra parte, como no se concibe que la evolución humana pueda ser otra cosa que el desarrollo de alguna idea humana, parece completamente natural definirla por la idea que de ella tienen los hombres. Da, en efecto, como una proposición evidente, el que una sociedad sólo existe cuando a la yuxtaposición se une a la cooperación y que sólo por esta, la unión de individuos deviene una sociedad propiamente dicha partiendo después de un principio de que la cooperación es la esencia de la vida, distingue las sociedades en dos clases según la naturaleza de la cooperación que en ellas domina. Existe, dice, una cooperación espontánea que se realiza sin premeditación durante la persecución de fines de una carácter privado. A las primeras las llama sociedades industriales; y a las segundas militares, y de esta distinción puede confiarse que es la idea madre de su sociología. Y sin embargo, por una simple inspección, es posible llegar a saber si realmente la cooperación es el todo de la vida social. Una nueva manera de concebir la realidad social que constituye esta realidad. Lo que define no es la sociedad lo que define sino que la idea que de ella tiene Spencer. Porque si no tenemos más selección que entrar en una cooperación tiranica impuesta y una cooperación libre y espontánea es evidente que esta última es la idea de la cual tiende y ha de tener la humanidad.

Todavía se causa más este carácter ideológico en las ramas especiales de la sociología.

Este es especialmente el caso de la moral. Puede afinarse, en efecto, en que no hay en moral un solo sistema, en el cual no se considera como el simple desarrollo de una idea inicial que en potencia la contendrá toda entera.

A partir de este momento, el objeto de la moral no puede ser este sistema de preceptos sino la realidad, sino la idea que deriva y de la cual nos son más que aplicaciones variadas.

Los moralistas no ha llegado todavía a aquella concepción simplísima que como nuestra representación de las cosas sensibles, proceden de estas cosas mismas y las expresa más o menos nuestra representación proviene del mismo espectáculo de las reglas que funcionan a nuestra vista de todo ello resulta, que se toma una como base de la moral no sólo es su remate, a la manera como se propaga en las conciencias individuales y la obra de ellas. Igual sucede con la economía y la política según Stuart Mill, tiene por objeto los hechos sociales que se producen principal o exclusivamente en la adquisición de las riquezas. Nada nos asegura por adelantado que puede haber una esfera de la actividad social en donde el deseo de la riqueza desempeña realmente este papel preponderante.

La materia de la economía política es integrada por simples posibilidades, por meras cooperaciones del espíritu, es decir, por hechos que el economista concibe como refiriéndose al fin considerado, y las tales como las concibe. Lo más fundamental de las teorías económicas, la del valor, esta construida, sin contradicción alguna según este mismo método. El economista debería indicar ante todo, como puede reconocer la cosa llamada con este nombre, sólo podría aparecer cuando la ciencia estuviera bastamente adelantada; en esta economía política como en moral, correspondiente a la investigación científica es pues, muy limitada, siendo preponderante del arte. No constituye siquiera una ciencia, pues su objeto no es el de terminar lo que es, en la realidad, la regla suprema de la moralidad, sino lo que se debe hacer. Dicha ley no ha sido establecida jamás inductivamente, como expresión de la realidad económica. Sin embargo, los fenómenos sociales son cosas que deben ser tratadas como tales. Presenta de una manera incontestable este carácter, lo que se nos da, lo que es una idea que los hombres se forjan de valor, pues están inaccesibles sino los valores que se cambian realmente en el curso de las relaciones económicas. Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo determinadas nociones; no se les puede obtener de una manera directa sino exclusivamente a través de la realidad fenomenal que las expresan. Considera los fenómenos sociales en sí mismos, desligados a los sujetos consientes que se los representa.

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