Reporte Angela Perucca

Reporte Angela Perucca

Las capacidades perceptivas, intelectivas y motrices adquiridas lo proyectan fuera de la familia; poseer un lenguaje suficientemente articulado permite cada vez más amplias posibilidades de comunicación, entonces él puede aventurarse con la fantasía en ámbitos inasibles en términos de realidad.

Podrá ser por esto alentado o asustado, su reacción podrá ser de interés o de rechazo; entrara entonces en el juego de las nuevas relaciones son los niños que forman parte en las nuevas iniciativas propuestas y que ocupan un propio espacio; otros no lo logran.

Gran parte del comportamiento infantil puede considerarse en el grupo de los pares un puro actuar entre los otros sin la intención de transformar la propia acción en un mensaje para alguien y sin la disponibilidad de acoger la respuesta de quien lo recibe.

La dimensión egocéntrica no permite altos niveles de intercambio social, hasta demasiado claro es el significado de un concepto ya conocido como el de “monologo colectivo”.

La diferencia entre actuar e interactuar no es solamente cuestión de sucesión o de duración de las acciones, “intercambiar, tanto un buenos días como una larga discusión pueden ser consideradas como una interacción”.

La articulación del ambiente educativo como espacio de vida y de relaciones, las aperturas de comportamiento que siguen, la disponibilidad del educador, pueden poner al niño en las mejores condiciones para ofrecerle una adecuada y correcta representación de sí.

Cada niño tiene particularidades posibilidades receptivas y elaborativas de los mensajes que se le presentan y sobre todo diferenciados modos de expresar eso que recepciona o que siente.

Consideramos tres situaciones diferentes caracterizadas por interacciones inadecuadas por carencia de instrumentos de comunicación, interacciones adecuadas cuando los instrumentos y los modos del encuentro son idóneos y libres, interacciones distorsionadas cuando los instrumentos son idóneos pero los modos no son libres.

Auténticos intercambios relacionales: plena integración de todos los recursos que derivan del compromiso educativo como disposición amistosa a acoger al otro, a sus modelos, sus aspiraciones, sus mismas dificultades de desarrollo y a promover también entre los niños la construcción de una condición de “consenso operativo”.

El “consenso operativo” en el contexto relacional educativo deviene entonces para todos atención y habilidad en confirmar las representaciones adecuadas y en acoger a las inadecuadas o ficticias. Se trata de aceptar a quien se presenta tal como desea representarse, sin rechazos o evaluaciones extrínsecas, pero sin consentirle que haga una instrumentalización arbitraria.

La relación social ampliada interviene como regulador de la conducta, no en sentido constrictivo, sino a través de la multiplicación de las posibilidades de actuar o de interactuar. Algunos niños no parecen estar en condiciones de gozar, entran en la situación más que para representarse a sí mismos para perturbar la representación de los otros.

El encuentro con el otro exige diversos niveles de elaboración del contenido y de la calidad de las interacciones.

Para vivir el encuentro social positivamente, el niño debe estar en condiciones de integrar el color afectivo-emocional que lo vivido le restituye como eco interno con la correcta percepción y la adecuada interpretación de las acciones del otro en el contexto situacional.

Lo que desde el punto de vista de la interacción podemos definir como encuentro de personas se transforma en acuerdo y es en el ámbito de este acuerdo que pueden elaborarse significados que van más allá de la simple lectura conductista.

La dimensión lúdica acompaña la experiencia social entre pares y permite amplios márgenes de variabilidad expresiva. La dificultad

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