Sentirse Muerto

Eros y Tánatos, conocidos como energía de vida y muerte respectivamente, se consideran el fin último de las personas: transformarse en energía creadora a partir de una energía destructiva, resultando en un ciclo sin fin: destrucción da lugar a creación y viceversa, hecho que no todos comprenden, o más bien, que no muy frecuentemente se quiere comprender. El hecho de no saber qué es lo que pasará con el cuerpo material genera incertidumbre, y esta es la que siempre genera miedo, inseguridad, angustia, lo que lleva al humano a protegerse contra la muerte, contra todo lo que pueda ser engañoso o confuso y crea ideales para sentirse eterno, para insertar una idea de una sociedad inmortal y siempre joven, pues lo viejo y enfermo lo amenazan.

Mientras la gran mayoría de la gente se preocupa por verse joven y casi eterno, los muy pocos comienzan a preguntarse sobre el verdadero significado de la belleza, de la vida y por consecuente de su muerte. Se comienza una revolución ideológica donde lo perecedero se enfrenta a lo siempre vivo, donde los soldados mueren pero viven eternamente, y al final todo termina en el ciclo anteriormente descrito.

Habrá que ser un poco más realistas, poder aplicar la muerte a la vida diaria, poder simbolizarla y aceptarla como parte de nosotros mismos. Muchas personas consideran que el llanto, la mayoría de las veces, es una expresión de dolor, de tristeza, algo que se liga frecuentemente con la muerte; las derrotas también se ligan con algo negativo, se evaden como si fueran un monstruo, podemos cambiar el sentido de una lágrima, de una derrota, de una decepción, de una muerte, si es que se sigue la constancia del ciclo de vida-muerte.

La muerte como generadora de vida, un concepto difícil de comprender (por lo menos en la cultura occidental). Dentro de la sociedad se han implantado ideales bajo la premisa de ser cada vez mejores y cambiar constantemente para lograrlo, sin tener en cuenta que estos cambios constantes pueden venir en cualquier forma, como se mencionó antes, llorar de dolor, tristeza o derrota nos hace más humanos, el poder reconocer nuestros sentimientos forma parte de este cambio constante, al final todos morimos un poco cada día, y parte de esta muerte significa dejar algo de nosotros mismos en los demás, poder trascender en nuestro entorno y entonces poder trascender muriendo, dándole un nuevo significado a la muerte trascendente.

La finitud siempre acecha al hombre, por esto es que el fin último del hombre es morir, regresar a la completud de donde vino y poder despedirse de este mundo lleno de “dolor y sufrimiento”, sin embargo se puede cambiar el espacio entre la concepción y el deceso del hombre, lo que llamamos “vida” se ha considerado por muchas culturas como una transición, como una especie de prueba para poder ser merecedores de algo mucho más valioso: el infinito, sin embargo nadie sabe que hay detrás de la muerte, aunque

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