Sexenio Del Presidente Ernesto Zedillo Ponce De Leon
lateami0529 de Marzo de 2012
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SEXENIO DEL PRESIDENTE ERNESTO ZEDILLO PONCE DE LEON.
Ernesto Zedillo, economista con una destacada carrera como burócrata financiero, se convirtió en candidato del PRI después del asesinato de Colosio en Lomas Taurinas y ganó la presidencia de la república gracias al “voto del miedo”. Recién iniciada su gestión, el peso se devaluó drásticamente frente al dólar haciendo humo su principal promesa de campaña: “bienestar para tu familia”. Ernesto Zedillo había ocupado las Secretarías de Programación y Presupuesto y de Educación Pública en el gabinete de Salinas, antes de incorporarse a la campaña de Colosio como coordinador.
El problema de Zedillo era su debilidad política: carecía de equipo propio, con la excepción de unos cuantos leales, como Jaime Serra Puche y Esteban Moctezuma, sus contrincantes serían Cuauhtémoc Cárdenas, postulado por segunda vez a la presidencia de la república, ahora por el PRD, y el abogado Diego Fernández de Cevallos, abanderado del PAN. Entre las novedades de esta campaña estuvo el primer debate público entre candidatos presidenciales, que fue transmitido por radio y televisión el 12 de mayo de 1994. El jefe Diego, como es conocido Fernández de Cevallos, hizo gala de su habilidad oratoria y venció con facilidad a un pasmado Cárdenas y a Ernesto Zedillo. Las elecciones se realizaron el 21 de agosto y fueron las más limpias realizadas hasta entonces: Zedillo ganó con 50.03 por ciento de los votos, Fernández de Cevallos obtuvo 26.86 por ciento y Cárdenas 17.03 por ciento. Fue el voto del miedo, y el mismo PRD cayó en la trampa cuando imprimió un cartel que mostraba a Cárdenas saludando al subcomandante Marcos; esa propaganda, que lo identificaba con el EZLN, le costó muchos votos de la clase media.
En la madrugada del martes 20 de diciembre de 1994 el nuevo secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, anunció que se ampliaba a 53 centavos el límite de la banda de flotación del peso frente al dólar, técnica y coloquialmente se trataba de una devaluación más del peso. Así se inició una nueva y devastadora crisis que se conoció como el “error de diciembre”.
Las semillas de ese error fueron sembradas durante el gobierno de Salinas. Durante los primeros cinco años de su sexenio las importaciones sumaron 210 mil 550 millones de dólares, mientras que las exportaciones tuvieron un valor de 164 mil 918, lo que arrojaba un déficit de 45 mil 630 millones de dólares.
Para compensar las cuentas externas del país, se alentó la entrada masiva de capitales especulativos, invertidos en el mercado de valores. El sentido común aconsejaba devaluar el peso para cerrar la brecha entre importaciones y exportaciones, pero Salinas, celoso de su imagen, se rehusó a hacerlo. El financiamiento de la cuenta corriente del país con capitales especulativos (Inversión Extranjera de Cartera, IEC) colocó al país en una situación muy vulnerable que reventó toda vez que las “variables” políticas (asesinatos de Colosio, de Ruiz Massieu y del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo) y sociales (surgimiento del EZLN en Chiapas) aumentaron el “riesgo-país” y, por tanto, propiciaron la salida de esos capitales que precipitaron la devaluación de diciembre de 1994.
La medianoche del miércoles 21 del mes de diciembre, el recién estrenado gobierno de Ernesto Zedillo anunciaba que el tipo de cambio sería determinado por la oferta y la demanda: el dólar pasó de 3 pesos con 40 centavos, el lunes 19, hasta más de 6 pesos el jueves 22; la peor devaluación desde 1987. La principal promesa de campaña de Zedillo, “bienestar para tu familia”, se hacía humo. No obstante, el número de multimillonarios mexicanos se incrementaba.
El sexenio del presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) se inició en circunstancias particularmente difíciles: deuda externa e interna muchísimo más grande de lo que sabíamos los mexicanos; una alta tasa de desempleo abierto; una inflación galopante; movimientos guerrilleros en el sur del país; corrupción en las instituciones y cuerpos policíacos; asesinatos y ajusticiamientos masivos como los casos de Aguas Blancas y Acteal; magnicidios políticos (Juan Jesús Posadas Ocampo, Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y Abraham Polo Uscanga); inseguridad e incremento de la delincuencia organizada; detrimento del proceso democrático y reforma del estado; la Huelga en UNAM, el FOBAPROA-IPAB el RENAVE, y los casos de corrupción de políticos priístas como: Oscar Espinosa Villareal, Mario Villanueva, Jorge Carrillo Olea; todos estos problemas y muchos otros más arrancaron en medio de una crisis económica de gran magnitud que planteó al país retos enormes.
El gobierno del presidente Zedillo tuvo como principal responsabilidad tratar contener la crisis económica, consiguiendo resultados parciales por su administración. Esto obviamente se reflejó durante toda su gestión en demandas y reclamos de los mexicanos por justicia y equidad social.
Pero ¿Qué avances logró el presidente Zedillo?
ELEVAR EL NIVEL DE VIDA, SALDO PENDIENTE
Podría decirse que mientras Salinas llevó a cabo la reforma económica neoliberal, Zedillo inició, y dejó inconclusa, la reforma social neoliberal.
El “bienestar de la familia” fue solamente un slogan de campaña; la población fue sacrificada; la desigualdad fue en aumento; el ingreso nacional continúo concentrándose en grupos vinculados estrechamente con el gobierno y siguieron prevaleciendo márgenes muy altos de ineficiencia y corrupción en el aparato administrativo.
Los saldos políticos, sociales y económicos que hasta hoy seguimos viviendo son sobre todo la disminución del nivel de vida de la población, debido a que política del sexenio Zedillistas se ajustó a los dogmas del neoliberalismo. Donde uno de los primeros dogmas que trato de aplicarse fue el desarrollo de la teoría del capital humano, que concibe el subdesarrollo y la pobreza como consecuencia de la carencia de capital humano (educación y habilidades productivas) entre las mayorías de la población. El segundo dogma es la búsqueda de la eficiencia productiva evitando el desperdicio de los recursos. De ahí la focalización de los esfuerzos y recursos del estado deberían ser canalizados sólo a los pobres en extremos, para evitar el desperdicio, que supone, según esta ideología, apoyos a quienes no lo necesitan, como ocurre con los subsidios generalizados.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a la cual pertenece México, en términos comparativos con las naciones integrantes de ese organismo, el ingreso por habitante de aquel entonces estaba prácticamente en la lona, pues el promedio de ingreso era apenas de 4 mil 386 dólares anuales, lo que contrastaba con los 38 mil 616 dólares de Luxemburgo.
Vemos que los salarios reales durante todo el sexenio, bajaron casi 25% entre 1994 y 1999. En cifras oficiales, se demostró también que el gasto social en el año pasado sólo representaría 7.8% del PIB, que era la proporción más baja desde 1992.
Para 1999 -señala un documento elaborado por la Comisión de Desarrollo Social de la Cámara de Diputados- se propuso que el gasto social ascendiera a 413 mil 963.9 millones de pesos, que representaba 8.9% del PIB, cuando en 1994 representó 9.1%.
Sabemos que funcionarios del gobierno saliente tramposamente establecieron el comparativo de 1995, año en que el país sufrió los efectos de una severa crisis económica, y por tanto los niveles de gasto fueron muy bajos. Esto se reflejó directamente en la reducción de gastos en educación, salud y subsidios alimentarios, que tan sólo en los años del 96 a 98 decrecieron 6%, 7% y 10%, respectivamente.
Dicho estudio mostró que se favorecía al Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), dirigido a las familias extremadamente pobres, tuvo un aumento presupuestal de 72%, al pasar de 4 mil 489.5 millones de pesos en 1998, a 7 mil 724.4 millones en 1999.
Sin embargo, el presupuesto general para la educación se redujo en 251.2 millones de pesos (6%); el de salud, 305.3 millones (7%), y el de subsidios alimentarios, 622.8 millones de pesos (10%). Esto significó que más de la tercera parte del incremento del Progresa se dio a costa de las reducciones en otros renglones de la política social. La pobreza afecto cuando menos al 70% de la población, y lo más grave es que su dinámica de crecimiento es acelerada: los últimos datos oficiales señalaron que de 1992 a 1994, por ejemplo, la pobreza creció alrededor de 40%, o sea 15 millones de nuevos pobres.
Esta pobreza se vio reflejada en entidades del país como Puebla, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Oaxaca, Guerrero, el estado de México, Chiapas y Veracruz, en los cuales la pobreza creció más de 80% en esos años.
Cabe advertir que Ernesto Zedillo al inicio de su gestión señalo que: “el éxito o el fracaso de mi política social se verá reflejada en Oaxaca” (La Jornada, 15 Mayo de 1995). Oaxaca representa, pues, el fracaso de la política social neoliberal del entonces mandatario.
Actualmente en Oaxaca 448 municipios de 570 que existen en la entidad, viven en pobreza extrema, concuerdan investigadores, religiosos y campesinos. Pero según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), de 596,225 hogares de esta entidad, el 35.3% no recibe ningún ingreso, 19.9 % capta menos de un salario mínimo, 17.4 % menos de dos y sólo 14.5% recibe tres o más salarios mínimos (INEGI, Anuario Estadístico 2000).
Por lo tanto, la desigualdad en México se da en todos los órdenes y no sólo por el ingreso de las personas, sino también por las escasas oportunidades
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