Tema de La adhesión de un nuevo impuesto al trabajo.

La adhesión de un nuevo impuesto al trabajo.

Una de las medidas más relevantes comunicadas por la presidenta fue el aumento en cinco puntos porcentuales –es decir, de 10% actualmente a 15%-, en la tasa de cotización de los trabajadores, pero en vez de tener cargo a la remuneración del trabajador, este incremento deberá ser cubierto por el empleador, todo esto de forma gradual y en un plazo máximo de 10 años.

Este 5% extra será destinado a un pilar de ahorro colectivo solidario, el que permitiría aumentar o financiar las pensiones de las personas que no cotizaron o que no alcanzaron un monto mínimo para pensionarse.

Sin embargo, lo que en el papel parece una iniciativa cargada de buenas intenciones, en la práctica es otra jugada más del gobierno para disfrazar un cobro extra a los trabajadores.

Cuando el Estado impone un cobro de carácter masivo y obligatorio, el que tiene como objetivo financiar una iniciativa de gobierno, nos encontramos frente a un impuesto. Esa es prácticamente su definición académica.

Entonces, a esta medida hay que darle el nombre que se merece:

Un impuesto al trabajo, el que será pagado por toda la población ocupada del país.

Y como cualquier impuesto, el pueblo es reacio a aceptar su aplicación, prueba de ello son los resultados de las últimas encuestas realizadas a los trabajadores chilenos.

Según los datos recopilados por la última encuesta Cadem, un 63% de los entrevistados manifestó estar en desacuerdo con que el 5% extra, -que pagará el empleador-, vaya a un fondo común solidario y no a la cuenta individual del trabajador.

En tanto, otra encuesta realizada por Diario Financiero en conjunto con Seshat, consultora especializada en métodos de información, el 77% de los afiliados jóvenes prefiere que el 5% de cotización vaya a su cuenta de capitalización individual y no a un fondo solidario. Este grupo corresponde a encuestados con edades que van entre los 25 y 34 años.

De acuerdo a este sondeo, a nivel general, sólo 1 de cada 3 encuestados apoya la idea de que estos recursos extras vayan a un fondo común.

¿Egoísmo, o castigo al engaño?

Debo reconocerlo, mi primera conclusión tras la revisión de estas encuestas fue que los trabajadores jóvenes eran unos egoístas, carentes de la capacidad de empatizar ante las necesidades de los menos favorecidos.

Sin embargo, después de una segunda lectura en profundidad, mi conclusión definitiva es que la mayoría de los trabajadores chilenos no está de acuerdo con que el gobierno quiera disfrazar un impuesto con el traje de una medida solidaria.

Cualquier incremento en los impuestos genera rechazo, pero si se tiene claridad en el destino y utilización de los nuevos recursos, la ciudadanía acepta el ajuste, pues este beneficia el desarrollo de la economía en su conjunto.

Pero, mientras no se establezca un mecanismo claro y verificable de que estos fondos extras serán destinados a financiar las pensiones más bajas, es legítimo pensar que este importante caudal de dinero se transforme en otra vía más para alimentar las muchas veces ineficiente y poco rigurosa administración pública.

Recordemos las abultadas pensiones pagadas en Gendarmería, todas a cargo de la billetera fiscal.

Por ello, criticar el rechazo a destinar este cobro extra a un fondo común, es no entender que el origen del problema está en el gobierno que elude su responsabilidad, traspasándola a los trabajadores.

¿Y una solución?

Si el objetivo es mejorar las bajas pensiones que paga el sistema previsional chileno, las reformas deben apuntar en otra dirección.

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