ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Teología en diálogo

morillolazTesina28 de Febrero de 2014

14.876 Palabras (60 Páginas)274 Visitas

Página 1 de 60

Aclaración previa

En el marco de la colección “Teología en diálogo”, Editorial San Pablo de Buenos Aires publicó en 1993 la obra Introducción al pensamiento teológico. Biblia y Teología, que escribí junto con José Luis D’Amico, encargándose él de la introducción a la Sagrada Escritura y yo de una breve intro-ducción a la teología. Hallándose dicha obra agotada desde hace algunos años, y siendo aún de pro-vecho para docentes y alumnos de seminarios catequísticos y profesorados, pongo a disposición del público, bajo formato electrónico, la parte de la que soy autor. Lo hago respetando su versión pri-mera, lo que podrá percibirse, fundamentalmente, en la falta de actualización bibliográfica. Pienso que, de todas formas, pueda servir para algo.

INTRODUCCION A LA TEOLOGIA

OSCAR ANTONIO CAMPANA

Buenos Aires (Editorial San Pablo) 1993.

DIALOGO I

“Teología”.

¿Geología?

No. Teología.

¿Y qué significa?

Si empezamos desde el principio, tengo que decirle que teología viene del griego, donde theo significa “dios” y logos “palabra”, en el sentido de una “palabra que entiende”. “Teología” es eso, una palabra sobre Dios.

¡Ah! Ya entiendo. Cualquier cosa que se diga sobre Dios es teología.

Más o menos. Quizás en un sentido muy amplio podría aceptarse. Sólo que en la historia de Occidente el concepto fue definiendo un proceso de elaboración intelectual que se desarrolló en las iglesias cristianas, ámbito en el cual la teología llegó a ser concebida como “ciencia”. En este sentido más estricto, la teología aparece como una ciencia que partiendo de la escucha creyente de la revelación judeocristiana trata de articular una palabra sobre Dios.

¿Y con qué objetivo?

Con el objetivo de profundizar racionalmente en la fe recibida y así poder transmitirla a los hombres de culturas y tiempos distintos a los de la revelación. Anselmo de Canterbury, allá por el siglo XI, definía a la teología con esta frase: “fides quaerens intellectum”.

Ahá.

“La fe que busca entender”.

¿Y a esto llaman ciencia?

Bueno. En la medida en que tiene un objeto propio (el acto y el contenido de la fe cristiana) y un método correspondiente a ese objeto, que se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos, la teología es una ciencia.

Qué lastima. Yo me había entusiasmado con contarle a mi madre que cuando ella me dice “que Dios te ayude” está haciendo teología. Pero parece que la cosa es más complicada...

No crea. Toda afirmación sobre Dios supone una teología, en la medida en que se expresa una determinada comprensión sobre Dios.

¡Usted me está cargando! ¡Primero me afirma que no cualquier palabra sobre Dios es teología ¿y ahora me dice que sí?!

¿Cómo anda de tiempo?

¿Por qué?

Porque si tiene un ratito podría explicarle las cosas más ordenadamente.

Y bueno. Si se anima ...

Venga. Siéntese y téngame paciencia.

Que Dios lo ayude.

PRIMERA PARTE

UN POCO DE HISTORIA

INTRODUCCION

La historia de la teología está íntimamente ligada a la historia del dogma, es decir, a la historia de la formulación de la fe de la Iglesia .

El carácter histórico de esta fe viene dado por distintos factores. Ante todo por aquello que suele llamarse la autotrascendencia de la verdad. La verdad no puede ser abarcada en una fórmula, ni agotarse en una determinada comprensión. Siempre trascenderá las formulaciones y podrá ser comprendida de una manera nueva y más profunda.

Ante los cambios producidos en la Iglesia en los últimos treinta años no pocos se han preguntado si ha cambiado la fe. La respuesta es positiva si entendemos por “cambio” una intelección y un conocimiento más auténtico de ella.

Por ejemplo, ¿quién duda de la radicalidad del mensaje de libertad del Evangelio? Y sin embargo, ¿cuántos siglos la humanidad debió esperar para que este mensaje cuajara en estructuras que no lo dejaran sólo en el lugar de un romántico y utópico enunciado?

Con lo cual nos asomamos a otro de los factores de la comprensión de la fe. Los desafíos históricos que se le presentan a la Iglesia en su misión evangelizadora la abren, incesantemente, a una progresiva autocomprensión de su mensaje. Así, cada época descubre, para la comunidad creyente, un rostro nuevo de la verdad de siempre

En Jn 16,13 Jesús le promete a sus discípulos: “El Espíritu de la verdad los llevará a la verdad completa”. En el progresivo desarrollo de la autocomprensión cristiana se inscribe la evolución de la teología.

1. LA ANTIGÜEDAD

1.1. LA IGLESIA PRIMITIVA

“Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo Unico, que está en el seno del Padre” (Jn 1,18).

Jesús nos revela, nos “cuenta” a Dios. Con esta sencillez el evangelista Juan resume el culmen de la revelación, que es también la instancia decisiva de la salvación de los hombres.

De este contarnos a Dios nos hablan todos los escritos neotestamentarios. Por eso son, a su manera, teología.

Los escritores del Nuevo Testamento se encontraban ante la tarea de acercar la novedad del Evangelio a los hombres de su generación. No pretendían escribir ni biografías de Jesús ni tratados teológicos. Los evangelios y las cartas son kerigmáticos, es decir, nos transmiten la predicación viva de la primera comunidad cristiana.

Pero precisamente en función de esta predicación es que los escritores neotestamentarios se vieron en la necesidad de hacer, en algún sentido, teología.

Por ejemplo, aquellos que dirigieron su predicación al mundo palestinense debieron releer el Antiguo Testamento a la luz de Cristo, viendo como en él se cumplían todas las promesas hechas a los padres.

Y aquellos que misionaron en el mundo helenista tuvieron que expresar la verdad de Cristo desde categorías ajenas a la tradición bíblica, lo que los obligó a un arduo trabajo de discernimiento, selección y reinterpretación.

Entre estos dos marcos interpretativos el Antiguo Testamento y el helenismo se mueve la tarea “teológica” de los autores neotestamentarios.

Es en este sentido que resulta común hablar de la teología de Mateo, o de la teología de Lucas, etcétera. Y es también en este sentido que suele decirse que Juan y Pablo son los mayores “teólogos” del Nuevo Testamento, porque es en ellos donde el kerygma se vio sometido a un profundo trabajo de interpretación y reelaboración conceptual .

Los fundamentos bíblicos del concepto cristiano de teología se encuentran en las afirmaciones de Pablo sobre una nueva “sabiduría de Dios en el misterio” (1 Cor 2,7) (...) es la plenitud del Espíritu Santo en los creyentes en orden al conocimiento espiritual de los misterios divinos. Dentro de la nueva sabiduría cristiana, actúa en el conocimiento (y el amor) el Espíritu, donado junto con la fe. El objeto del conocimiento son los misterios. Estos misterios son, sintetizando, la voluntad salvífica de Dios revelada en Cristo. Así, el misterio de Dios y de la salvación es misterio de Cristo (Ef 1,3-14 y 3,1-12).

Conviene recordar aquí lo que nos afirma la Constitución Dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II acerca de la formación del Nuevo Testamento:

Estos libros (el canon del Nuevo Testamento), según el sabio plan de Dios, confirman la realidad de Cristo, van explicando su doctrina auténtica, proclaman la fuerza salvadora de la obra divina de Cristo, cuentan los comienzos y la difusión maravillosa de la Iglesia, predicen su consumación gloriosa. El Señor Jesús asistió a sus Apóstoles, como lo había prometido (cf. Mt 18,20), y les envió el Espíritu Santo, para que los fuera introduciendo en la plenitud de la verdad (cf. Jn 16,13). (Dei Verbum 18)

1.2. LOS PADRES APOSTÓLICOS

Suelen llamarse padres apostólicos los autores de los escritos más antiguos del cristianismo (fuera de los que constituyen el Nuevo Testamento), que pertenecen a la generación inmediata a la de los apóstoles. En su mayor parte son cartas, instrucciones o documentos de carácter muy concreto y ocasional. No hay en ellos pretensión de exponer de manera ordenada o sistemática el mensaje cristiano, sino que responden a determinadas exigencias concretas de las cristiandades en un determinado momento. De ahí que predominen los temas más bien morales, disciplinares o cultuales sobre los propiamente dogmáticos, y que el contenido doctrinal no aparezca como muy rico y profundo. Sin embargo, se insinúan algunas de las que habían de ser líneas fundamentales del pensamiento cristiano: la Iglesia fundada sobre la tradición de los apóstoles, claramente diferenciada del judaísmo y con cierta organización cultual y administrativa; el valor soteriológico de la encarnación y muerte de Cristo, Hijo de Dios; el bautismo y la eucaristía como sacramentos fundamentales, etcétera.

En la “teología” de los padres apostólicos comienza a insinuarse un cierto “despegue” del marco veterotestamentario, además de percibirse un nuevo factor que entra en escena como catalizador del desarrollo dogmático: la herejía.

Aclaremos que lo que a la distancia nos parece una clara opinión heterodoxa (no conforme a la verdad revelada) no siempre era percibida con la misma claridad en su contexto histórico.

La historia de las herejías es la historia de los diversos intentos conceptuales que apuntaban a comprender (y muchas veces a encerrar en marcos previos) la novedad de la salvación en Cristo.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (94 Kb)
Leer 59 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com