Tradición

La tradición tiene historia

En Tradiciolandia todo era emoción; sus habitantes estaban a unos días de celebrar la fiesta del pueblo, esa que les daba identidad, que los unía, en donde la comida, los bailes y su folclor se vivían más intensamente que nunca.

A unos kilómetros de ahí, en Siemprelomismolandia también estaban por celebrar sus fiestas, sin embargo el ambiente no se parecía ni un poco a lo que sucedía en el poblado vecino. Sus habitantes ensayaban a los niños los bailes tradicionales, las mujeres preparaban la comida típica y las señoras de más edad elaboraban el papel picado con el que decoraban las calles; en realidad tenían todos los ingredientes necesarios para hacer de aquello algo memorable, lamentablemente no era así.

Doña Juana, de Tradiciolandia visitó a su comadre Panchita en Siemprelomismolandia y percatándose del ambiente hostil, preguntó a sus amiga lo que sucedía: “es que mire comadre, la verdad es que varias de mis vecinas y yo hemos comentado que esto ya nos aburrió… desde que tenemos memoria siempre es lo mismo, nada es diferente, haga de cuenta que cada año nos ponen la misma película, pues eso ya no nos emociona ni nos enseña nada”, comentó Panchita con cara de aburrimiento.

Sus palabras llenaron de tristeza a Juana, por más que le daba vueltas al asunto no le cabía en la cabeza que algo tan propio no tuviera eco en la gente de Siemprelomismolandia.

Tras analizar lo dicho por su comadre, Juanita comenzó a entenderla un poco pues a diferencia de ella y sus paisanos, en Tradiciolandia las celebraciones eran harina de otro costal: todos los pobladores sabían a la perfección el significado de las; era como regresar a sus raíces, reencontrarse con sus ancestros, era recordar que los tenían presentes en su práctica de vida. Contrario al significado del olvido, en Tradiciolandia la fiesta los renovaba.

Además, cada año los pobladores trataban de agregar algo diferente; con anticipación pensaban los cambios que harían a los vestuarios de los niños, las amas de casa inventaban recetas, otras en cambio, optaban por presentar los platillos típicos de manera atractiva, lo cual los hacía aún más agradables al paladar.

La curiosidad de ser parte de la “renovación” de sus costumbres les daba vida a los pobladores de Tradiciolandia y no sólo a ellos, también a gente de pueblos vecinos, quienes admiraban de tal manera su emoción y ganas de hacer las cosas que jamás se perdían el festín.

La familia de Panchita decidió este año no estar en Siemprelomismolandia y se fue a casa de Juana para echar un ojito a lo que harían en el pueblo; Panchita, su esposo e hijos quedaron admirados con todo lo que veían, conocían las costumbres y ritos que harían en el lugar, pero todo les parecía nuevo, y en realidad lo era…

Tras su regreso, Panchita les contó a sus vecinas

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