Tratado de Promoción Comercial o TPC

El Tratado de Promoción Comercial o TPC con los Estados Unidos es un gigantesco logro para Panamá, no sólo por sus enormes ventajas económicas, sino por su potencial efecto catalizador para la competitividad Panameña.

Este TPC ha demostrado lo que es posible en el país cuando se mantienen invariables las políticas de Estado, esta vez con el acuerdo tácito de tres administraciones. El mérito le corresponde a las últimas administraciones. La de Mireya Moscoso, por haber logrado el inicio del proceso y negociado adecuadamente cuatro rondas. La de Martín Torrijos, por haber culminado con éxito las negociaciones y ratificado el tratado en la Asamblea Nacional. Y la actual, de Ricardo Martinelli, gracias a su gran empuje, la cual finalmente obtuvo la ratificación en el Congreso de Estados Unidos por una abrumadora mayoría.

Cabe destacar que todo este proceso muestra también lo que se puede hacer cuando se respetan a los profesionales de carrera, como Diana Salazar, Luis Garrido y Leda Arrue. La actual Viceministra de Comercio Exterior, Diana Salazar, estuvo en la negociación de este TPC desde sus albores, y sus cargos fueron respetados por todas las administraciones, al igual que el de los otros profesionales mencionados.

EL TPC brinda enormes beneficios para la nación istmeña; se consolida el libre acceso para los bienes que actualmente se exportan a Estados Unidos bajo la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. La mayoría de las mercancías procedentes de Panamá serán capaces de entrar a los Estados Unidos con arancel cero desde el primer día. 100% de las actuales exportaciones panameñas a los Estados Unidos entrarán con aranceles del 0%.

El TPC debe causar un aumento de la inversión extranjera—incluyendo la inversión desde Estados Unidos—en Panamá para aprovechar el libre acceso a ese país y aprovechando la plataforma logística del istmo.

Normas de origen flexibles para determinados bienes, tales como calentadores de agua, microondas, planchas, secadores de pelo, tostadoras, cámaras fotográficas, cámaras de video, etc., pueden atraer a fabricantes de países como Brasil, China, Corea y otros. Panamá podría convertirse en un centro regional de ensamblaje y re-manufactura, recibiendo también la externalización de fábricas de EE.UU.

Los inversionistas de ambos países ahora tendrán reglas claras y un sistema de resolución de conflictos mediante arbitraje en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI).

Los productos de especialidad de Panamá, como guayaberas, Molas Kunas, y otros similares, estarán libres de aranceles. Además, el Seco y las Molas se reconocen como productos panameños distintivos.

Uno de los puntos poco resaltados es el beneficio para los consumidores del TPC: el acceso a las importaciones baratas. 87% de los bienes de los EE.UU. pueden ser importados a Panamá sin aranceles. Además, los consumidores panameños tendrán mayor variedad y calidad de productos a su disposición.

El aumento de la competencia es otro elemento que algunos especialistas olvidan. La entrada de mercancías de los Estados Unidos obligará a los productos panameños a competir con productos de clase mundial. Esto impulsará a que aumente la productividad y la competitividad de los productores canaleros. Lo que es mejor, también ayudará a ponerle fin a los oligopolios panameños.

El TPC brinda tiempo suficiente para que los productores agropecuarios se puedan ajustar: los aranceles para los productos más sensibles no irán a cero hasta 12 y 20 años después de que el tratado entre en vigor (y con períodos de gracia de 2 a 10 años). Esto en adición a las medidas de salvaguarda que pueden activar los productores nacionales.

Panamá tendrá acceso a las contrataciones públicas—con

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