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Una breve historia en el tiempo

Isabela777Ensayo21 de Abril de 2016

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 Chacón De Villa, Dulce María Isabel

26 de noviembre de 2013

Una Breve Historia en el Tiempo...

…entre la psicología individual de Alfred Adler y el psicoanálisis humanista de Erich Fromm, y a pesar de la discapacidad física, ¿se puede llegar a ser una personal plenamente funcional, de acuerdo a Carl Rogers?

Mi principal razón para escribir mi libro, Una breve historia del tiempo, fue hablarle a la gente sobre los progresos que se han hecho en la comprensión de las leyes que gobiernan el universo. Pensé que otros podrían compartir la emoción y el sentido de maravilla que he experimentado cuando  las ideas básicas se explican de una manera simple.

Stephen Hawking

Cambridge, Enero, 1992.

Breve Historia del Tiempo

       Stephen Hawking nació el 8 de enero de 1942,  –exactamente trescientos años después de la muerte de Galileo– en la ciudad de Oxford ya que en esas fechas los aviones nazis bombardeaban las ciudades inglesas.  Sin embargo los alemanes tenían un acuerdo de que no bombardearían  Oxford y Cambridge, a cambio de que los ingleses no bombardearan Heidelberg y Göttingen.  

       Su padre, Frank Hawking, estudió medicina en Oxford y se dedicó a la investigación en medicina tropical. Viajaba mucho.   Su madre, Isobel Hawking, también estudió en Oxford y trabajó como secretaria. Se conocieron  durante los primeros años de la guerra. Su hermana Mary nació dieciocho meses después que Stephen; su hermana Philippa tres años después y luego de casi catorce años, llegó su hermano Edward. Lo adoptaron.

       A su padre le hubiera gustado que se dedicara a la medicina, pero Stephen sentía que la biología era demasiado descriptiva y no lo suficientemente fundamental. Quería dedicarse a las matemáticas y la física.

       De niño fue pequeño y bastante normal, lento para aprender y empezar a leer, y se interesaba mucho en la manera en que funcionaban las cosas. Nunca llegó más que al promedio del grupo en la escuela. Cuando tenía doce años, uno de sus amigos le apostó a otro una bolsa de dulces a que Stephen nunca llegaría a nada.

Claro que Stephen era un niño avanzado en algunas cosas, pero no en todas. No aprendió a leer a temprana edad; sus hermanas aprendieron mucho más rápido; también era muy imaginativo, y esa parte suya se manifestaba más que la matemática.

        Isobel Hawking (madre de Stephen Hawking)

Breve Historia del Tiempo, 1992, p. 6

       A los trece años tuvo una enfermedad que quizás tuvo algo que ver con la última. Hasta donde se le diagnosticó, fue fiebre glandular; una fiebre poco intensa que se volvió recurrente; y la tuvo durante mucho tiempo. La mayoría de las veces era poco aguda, pero a veces lo tiraba en cama y faltaba a la escuela mucho tiempo.

Cuando lo conocí, quizá Stephen todavía no llegaba a los diecisiete años. Su padre había sido un antiguo miembro del colegio, lo llevó a verme, y hablamos de manera general sobre su ingreso al colegio para que estudiara física y otras cosas por el estilo. De hecho, hasta donde puedo recordar, su padre llevó la mayor parte de la conversación; en realidad no me fijé mucho en Stephen.   Pero cuando presentó el examen de admisión, lo hizo muy bien, especialmente en física. En la entrevista general, que por aquellos días se hacía en presencia del director, del decano y de otras autoridades del colegio, todos se pusieron de acuerdo de inmediato en que sería un estudiante de primera categoría, así que no había ningún obstáculo para admitirlo y dejar que estudiara física.  Obviamente fue el estudiante más brillante que he tenido.

Robert Berman, supervisor de Stephen Hawking

 y maestro de física en el University College.

Breve Historia del Tiempo, 1992, p. 37

       En tercer año empezó a darse cuenta él mismo de que sus manos le eran menos útiles que antes, y que las cosas eran un poco más difíciles, pero no  lo dijo.  Al final del verano, después de que presentó los exámenes finales, tuvo una caída de las escaleras y se golpeó la cabeza. Su madre le dijo que fuera a ver a un doctor para ver si se había hecho daño.  Fue a ver al doctor pero no le encontró ningún problema neurológico, ni siquiera le diagnosticó un mal neuromotor.

       Cuando cumplió veinticuatro años ingresó al hospital para unos exámenes y le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica,1  o enfermedad neuromotora, como se le conoce en Inglaterra.  La comprensión de que tenía una enfermedad incurable que probablemente lo mataría en unos cuantos años lo impactó.

       Sus padres lo llevaron a diferentes especialistas buscando otras opiniones pero todos los diagnósticos apuntaban a la esclerosis lateral amiotrófica. Les dijeron que quizá no viviría más de dos años y medio.2

Dijo que su enfermedad era incurable, completamente impredecible, que podría detenerse por períodos largos o cortos, que nunca mejoraría pero que se podía contener y que no tenía idea de si se moriría en seis meses o en veinte años.  Yo me sentí devastado, pero él simplemente había aceptado que esto le iba a pasar y hasta dónde puedo deducir, en ese momento empezó a trabajar.   Allí fue cuando despegó su carrera, todavía como estudiante de investigación, antes de que obtuviera su doctorado.

Derek Powney, condiscípulo de Stephen

Hawking  en el University College de Oxford

Breve Historia del Tiempo, 1992, p. 51

__________________

1   La esclerosis lateral amiotrófica es responsable de la desintegración de las células nerviosas en la espina dorsal y en el cerebro que regulan la actividad muscular voluntaria. La mente no se afecta. La muerte se produce por lo general a causa de la falla de los músculos de la respiración y sobreviene en forma de neumonía o sofocación.

2       El 8 de enero de 2013 cumplió setenta y un años.

       Antes de que le diagnosticaran su enfermedad, estaba más bien aburrido de la vida. No le parecía que hubiera algo que valiera la pena hacer.

Una consecuencia de mi padecimiento es que, cuando uno se enfrenta con la posibilidad de una muerte temprana, ésta hace que uno acabe reconociendo que vale la pena vivir. 

Stephen Hawking

Breve Historia del Tiempo, 1992, p. 53

       No parecía haber muchos puntos para trabajar en su investigación porque no esperaba vivir lo suficiente como para terminar su doctorado en física, sin embargo la enfermedad pareció detenerse.  Y lo que hizo la diferencia fue que en esa época se comprometió con Jane Wilde, a quien conoció en una fiesta de año nuevo en enero de 1963. Eso le dio algo por qué vivir, pero también significó que tenía que trabajar si se casaba.

       En 1965 Stephen optó por una beca de investigación y la obtuvo, en Caius College, Cambridge. Se casó con Jane en julio del mismo año. Su primer hijo, Robert, nació en 1967. Luego nació su hija Lucy, en 1970, y su tercer hijo, Timothy, en 1979.

       Jane ya sabía que Stephen estaba enfermo. Fue una suerte para Stephen encontrar a la persona correcta en el momento adecuado ya que se hallaba terriblemente deprimido y en realidad no estaba muy motivado a seguir con su trabajo después de que le dijeron que sólo tenía dos años y medio de vida. Pero al conocer a Jane le surgieron nuevos bríos. Empezó a trabajar.

       Gradualmente, Stephen iba perdiendo control sobre su cuerpo y a finales de los sesenta se vio forzado a utilizar silla de ruedas, pero continuó con su trabajo y en 1974 postuló un argumento teórico contrario a todas las teorías previas sobre agujeros negros,  indicando que los agujeros negros emiten radiación, lo que significa que un agujero negro se encogerá y eventualmente se desvanecerá. Este gran descubrimiento fue aceptado posteriormente y nombrado Radiación de Hawking.

No lo creía por completo. Me convencí de que los agujeros negros emitían radiación hasta que encontré el mecanismo por el que podría suceder. De acuerdo con la mecánica cuántica, el espacio está lleno de partículas y antipartículas que se materializan en pares constantemente, se separa y luego se juntan otra vez y se anulan entre sí. En la presencia de un agujero negro, un miembro de un par de partículas virtuales puede caer en el agujero negro, dejando a la otra sin un compañero con que anularse. La partícula abandonada parece radiación emitida por los agujeros negros. La mecánica cuántica permite que una partícula escape de un agujero negro, algo que no permite la teoría general de la relatividad de Einstein.

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