Una ética Ambiental, Igualitarista Y Compasiva
brianramos016 de Noviembre de 2013
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Una ética ambiental, igualitarista y compasiva
El sentido de la naturaleza y los principios de como el hombre debe tratarla, la conducta del trato de la humanidad hacia dios está ligada a un dios mandante que lo pida, sin esa premisa ese cuidado es inexistente. La moralidad le da al hombre la directriz para guiar sus acciones, pero por lo general van encaminadas hacia la individualidad que no le permite ser capaz de tratar con equidad a sus semejantes vivos.
La conducta moralista de nuestro moderno sistema mundial nos lleva a aislarnos como individuos ajenos al todo, siendo una premisa social que la sociedad se sobrepone al sujeto, y no solo en el carácter de la humanidad sino se ve en las relaciones e interrelaciones que se llevan a cabo en natura; siendo siempre importante la cooperación.
La sociedad se forja desde la constitución moral y ética sobre las cuales están sus cimientos, debido a que estos van a estar indexados en el código socio-cultural de ducha comunidad. El igualitarismo nos propone reconocer las diferencias que existen en el otro sin discriminarlo por ellas. Por lo tanto, cada ser humano debe tener los mismos derechos en la sociedad.
Las distinciones sólo deben basarse en la utilidad social. Así, por ejemplo, un menor de edad no posee el derecho al sufragio. El igualitarismo autoriza las discriminaciones si es que ellas tienen por objetivo equilibrar las desigualdades de hecho, no reconoce ningún privilegio como natural.
En contraposición a esta disciplina se encuentra el utilitarismo doctrina que va liada al sistema mundial actual y que es uno de sus baluartes, mientras una doctrina nos habla de cómo la sociedad debe estar ligada a la igualdad sobre todas las cosas la otra nos habla de cómo el bienestar individual se lo debe dar el sujeto a sí mismo, y esta debe ser la máxima social que el individuo tiene que alcanzar.
Un ejemplo claro de esto puede ser “Supongamos que un refugio de animales puede disponer sus instalaciones de dos formas distintas. Puede hacerlo de un modo que suponga que las gallinas vayan a estar en una situación fantástica, pero los perros en una situación mala. O puede hacerlo de modo que ocasione que tanto las gallinas como los perros estén relativamente bien, aunque desde luego peor de como estarían las gallinas en el primer caso. Supongamos que pudiésemos, de alguna manera, evaluar de forma exacta la situación en la que se encuentran los distintos implicados en la cuestión. Imaginemos que si las instalaciones fuesen del primer tipo las gallinas tendrían unas condiciones de vida, o un nivel de felicidad de, por ejemplo 20, y los perros una felicidad de 10. Y supongamos que si las instalaciones fuesen del segundo tipo tanto perros como gallinas disfrutarían de un nivel de 14. Si fuésemos utilitaristas optaríamos por lo primero, porque 20 + 10 = 30, y 14 +14 = 28, y 30 es mayor que 28. Pero si somos igualitaristas optaremos por lo segundo, porque aunque la “felicidad sumada”, por así decirlo, sea menor, la situación será más igualitaria.”
Dado lo anterior, plantear una ética desde un sentido utilitarista no es posible implantar una ética ambiental, puesto que desde esta perspectiva el utilitarista solo ve el valor tangible que la naturaleza le pueda brindar. Entonces; se implementaría un código deontológico en el que el humano respetaría el ambiente solo por el hecho de que este es impuesto por la sociedad y no porque esto le parezca lo correcto.
Por otro lado está la visión altruista, emanada por los cristianos, lo cual da paso a un movimiento ecologista, con un matiz algo romántica y que va en contraposición del utilitarismo, por ello en este sentido se comienzan a ver acciones de ética ambiental desde una perspectiva compasiva, en donde también juega un papel importante la ciencia, para demostrar y respaldar dicho movimiento que además da lugar a nuevos grupos que
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