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VANESSA Y EL FANTASMA DE LA OPERA


Enviado por   •  28 de Abril de 2012  •  2.213 Palabras (9 Páginas)  •  681 Visitas

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VANESSA Y EL FANTASMA DE LA ÓPERA.

Cualquier día silente, en lustros postreros del siglo IXX, un mustio atardecer languidecía el tórrido y bohemio entorno parisino, que a merced de los últimos destellos ocres del ocaso se rendía a ese palpitante y desmesurado acontecer. Alondras y oropéndolas reguardaban en su nido. Un solitario y desolado somorgujo, apacentaba en las ramas de un nardo, con añorante evocación primaveral, mientras que la pertinaz escarcha impedía el incesante revoloteo de la luciérnaga sobre la emergente flor de loto, y las ráfagas de viento gélido, menguaban cualquier tipo de emergencia pasional, reflejada en exangües y fruncidos escrotos y prepucios, a los cuales el frio invierno había rezagado cualquier ímpetu carnal, plenamente entumecidos en la serenidad esponjosa de la inapetencia. Toda la motivación colectiva se canalizaba en santurronas tertulias y manifestaciones artísticas, de la cuales el TEATRO LIDO de Paris era epicentro de grandes y majestuosas presentaciones: zarzuelas, espectáculos de magia, ópera y conciertos musicales.

Existía un rumor en el gremio farandulero sobre la existencia de un misterioso personaje que habitaba en ámbitos soterrados del Teatro, del cual nadie daba referencias exactas, y que era conocido como el FANTASMA DE LA ÓPERA. Versiones decían que era un espectro de ultratumba, un monstruo alienígeno, un fenómeno de circo; otra suposición no corroborada de una celestina deslenguada de la comarca, aseguraba que era un hechicero travesti sadomasoquista y reprimido, que aprovechaba la soledad nocturna del recinto, para desahogar todas sus retorcidas fantasías. En fin, nadie había tenido contacto visual y directo con el extraño sujeto, lo cierto era que en las noches se escuchaban en las estancias del teatro, excelsas franjas melódicas de exquisitas tonadas e ignota procedencia.

La condesa VANESSA LERTTÓ era una destacada aristócrata con vocaciones artísticas; pintura, música y poesía eran sus hobbies predilectos. Su gran anhelo era convertirse en la protagonista estelar de una de las óperas de temporada, pero sus registros vocales - según algunos peritos de canto - no calificaban para soprano, empero, estaba dispuesta a satisfacer su deseo a cualquier costo, así tuviera que manipular las más intrépidas y socavadas de las estrategias. Vanessa desplegaba una ambigua opinión pública, algunos la consideraban una sofisticada dama, culta y glamurosa, defensora de las buenas costumbres y expresiones culturales, de hecho era una reconocida patrocinadora de las letras y el arte, en calidad de mecenas había apoyado a descollantes artistas de renombre mundial. Por otro lado, y en comentarios de salas de té, se despotricaba vida y obra de la condesa, catalogándola de “Dama larvada de alta cuna, y de baja cama”, comparable a Mesalina de Calígula, la cual no sentía pudor ni remilgos en compartir humedades y abrir las bisagras de su pelvis a cualquier embolador, carretillero, vendedor de raspao de calle, con tal de experimentar alivio temporal a su infinita arrechera, llegando a fama y titulo de “Perra, entre las Perras”…………………… En una libidinosa y emancipada velada de saturado frenesí en deleites lúbricos, Vanessa declaró ebria y arrogante, que era el mejor cumplido que le habían expresado en toda su vida.

El director del teatro hizo convocatoria publica para escoger elenco de un estreno operático a finales de invierno, era la versión francesa de la prestigiosa y aclamada obra musical de la Opera del Mondongo. La maquiavélica Vanessa pensó que era su oportunidad y proyectó toda una logística de tramoyas con el fin de obtener el papel de heroína principal. Decidió visitarlo en su despacho, a una hora poco usual, cuando todos los funcionarios habían partido, con el pretexto de alentar nuevos talentos y de paso comentar su aspiración de conformar el nuevo reparto artístico. Miró fijamente al director, sus pupilas irradiaban un fulgor coqueto y lascivo, entre sorbos de coñac, risitas y escarceos fue deslizando sus incontinentes manos por el entrepierno, hasta agarrar sus muslos con pasión vehemente. Sin perplejidad logró abrir la bragueta del atónito caballero, sus labios succionaron frenéticamente cual ventosa golosa, continuando con posterior baile de samba en ápice de falo. Ajenos a su percepción, unos ojos detrás de una máscara espectral observaban la erótica faena; en penumbras, inmóvil y oculto por un escultura griega, el mismísimo Fantasma de la Ópera contemplaba hipnotizado y extático los oscilantes movimientos , los lamidos, murmullos y gorjeos, el crujir y castañeo de dientes, la epilepsia pélvica con jadeos y chasquidos lubricosos, a tal punto que el arcano personaje terminó frotando una protuberante carpa de circo sobresaliente de su región pudenda, con efluvio incontenible de licor de Hermes. El Director era un gordo nalga e’ perro con una cara de ñeque con filo, y mucho más, cuando la yuca le queda lejos, que por sus carentes atributos físicos, nunca había sido objeto de acoso sexual. Concluido el acto, su rostro evidenciaba magna satisfacción, jamás había experimentado en carne propia tan deleitoso concierto de trompeta, flauta y trombón en rapsodia coital. Le comentó que haría todo lo posible por ayudarla y que movería todas las palancas necesarias para que su sueño actoral se realizara, pero que de todos modos tenía que realizar la prueba artística de ingreso.

El día de casting, todo un cardumen de encantadoras y hermosas aspirantes aguardaban el momento de exhibir sus cualidades vocales e histriónicas, ante un selecto jurado de gran bagaje artístico, uno de las cuales era una famosa y destacada soprano, antigua amiga de Vanessa conocida como Madame LIBERATA BERTTÉ, quien recibió empuje y apoyo por parte de la condesa en

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