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Variado

Maria09082011Informe24 de Octubre de 2013

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Las Ataduras y las Maldiciones Generacionales”, debido a que hay cristianos que a toda atadura o condición negativa le llaman maldición generacional, por tanto he creído prudente y conveniente tratar de aclarar de la mejor manera posible este asunto.

Cuando escuchamos a ministros que reprenden “maldiciones generacionales” o cualquier otro tipo de maldición, por su forma de expresarse, podemos percibir claramente que están atribuyendo estas llamadas “maldiciones” a Satanás o a sus demonios. Esto sucede debido a la falta de conocimiento bíblico sobre el particular. Primero que nada, ya no existe maldición generacional alguna para el cristiano. En el Antiguo Testamento vemos que estas maldiciones eran pronunciadas por Jehová, los profetas, reyes y otras personas escogidas por Dios. Cualquier persona común no tenía poder para bendecir o maldecir a nadie. De acuerdo con la Palabra, estas maldiciones serían cumplidas, realizadas o ejecutadas por ángeles de Dios o por demonios enviados a cumplir con lo pronunciado.

Cuando hablamos de una maldición de tercera y cuarta generación, estamos diciendo lo siguiente. En el antiguo testamento, cuando una persona recibía una maldición generacional de parte de Jehová, de sus profetas o de alguien con autoridad de parte de Dios, luego esa maldición sería heredada por sus hijos, después por sus nietos, bisnietos y tataranietos. Por más años que estas generaciones hubiesen vivido, jamás la suma de esos años, pudo haber sido cuatrocientos años. En diferentes secciones de los libros “Jehová Jireh”, y “En la Gracia”, he señalado que tanto maldiciones, así como bendiciones, sólo pueden ser pronunciadas por Jehová, sus profetas o por alguna persona especial escogida por Jehová. No son muchas las maldiciones que se mencionan en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento no hay maldiciones generacionales; lo que Jesucristo ordena es bendecir y no maldecir. Hace como 2009 años que estamos en la era cristiana, lo que indica que hace centenares de años que han desaparecido todas aquellas generaciones que habían recibido alguna maldición, e igualmente con ellos su maldición.

El hecho de que hoy día no existan maldiciones generacionales, no quiere decir que no existan personas con ataduras demoníacas. En varias ocasiones encontramos en los evangelios, narraciones en las cuales Jesús echa fuera demonios. La Palabra nos dice en Efesios 6:12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

Luego, los versículos siguientes aconsejan sobre la manera de protegerse de todas estas cosas malignas. En caso de que seamos atados por alguno de estos entes espirituales, nuestro Señor nos dio autoridad sobre ellos para echarles fuera en su nombre. Por tanto, San Mateo 18:18 dice: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.

Los cristianos podemos ser influenciados y aún atados a vicios y otras cosas negativas, pero no poseídos. Esto debido a que el Espíritu Santo mora en nosotros. La Palabra de Dios nos advierte que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra potestades, etc.; no dice contra brujería o hechicería popular. La brujería o la hechicería popular, es el producto del poder sobrenatural que se les atribuye o que reclaman poseer algunas personas, y alegan que les capacita para invocar, ordenar, y enviar espíritus a causar daños o beneficios a otra(s) persona(s). Esta brujería o hechicería popular no se menciona ni es reconocida en la Biblia. Esta creencia se ha colado en la iglesia cristiana, procedente de otras culturas. Cuando en la Biblia se habla de magos, hechiceros, etc., se refiere a los que practican la magia y otras cosas. La Palabra también nos promete ciertos poderes a los creyentes, en el nombre de Jesús, por ejemplo, San Marcos 16:17ª dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios”.

Las ataduras malignas son la unión con fuertes ligaduras o cadenas espirituales a cosas o prácticas, etc., no agradables a Dios. Hay diferentes tipos de ataduras como por ejemplo, vicios, desvíos sexuales, prostitución, odios, rencores, temores, y otras actitudes negativas. Algunas de estas ataduras son causadas por demonios, no por brujería ni hechicería popular. Este tipo de atadura es la que se puede romper, como dice San Marcos 16:17ª, reprendiendo los demonios o legiones en el nombre de Jesús. Hay casos de enfermedades naturales, es decir, no causadas por demonios, sino por carencia de alguna sustancia, por algún otro organismo patógeno, etc.; también la Palabra de Dios nos ofrece el remedio. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”. Isaías 53:4ª “Y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5b.

Podemos reclamar estas promesas en el nombre de Jesucristo y será hecho, de acuerdo a la voluntad del Señor. Cuando Pablo se quejó a Dios para que le quitara el problema de su aguijón, Jehová le dijo, “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. Esto significa que puede haber enfermedades o situaciones negativas en nuestra vida, que el Señor permite con algún propósito positivo. También pueden ocurrir casos en que se estén pagando las consecuencias del pecado. Algunas enfermedades son de índole hereditaria, transmitidas genéticamente a través de los padres o progenitores a sus hijos, lo que a veces por falta de conocimiento, catalogamos como maldiciones generacionales, pero esto no es así, son enfermedades transmitidas genéticamente.

Fueron pocas las maldiciones generacionales pronunciadas en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo no he encontrado ninguna. En Génesis 3:14-19 encontramos que cuando Adán y Eva desobedecen a Dios instigados por la serpiente, Jehová pronuncia maldiciones contra los tres, e inclusive, también contra la tierra. Esas maldiciones fueron pronunciadas para toda la humanidad, no para una familia en particular. Por esta y otras razones, no creo que deba ser considerada como una maldición generacional. Si alguien cree que este hecho se puede considerar como maldición generacional, en la sección titulada “Génesis 3:16-19 fue anulada”, en la página 95 del libro “En la Gracia”, está el análisis y su anulación como tal.

Josué 6:26 señala el juramento, el cual se considera una maldición sólo hasta la primera generación. Esta maldición es de parte de Josué, pero en el nombre de Dios. La maldición de Eliseo en el nombre de Jehová en 2 Reyes 2:23-24, se efectuó inmediatamente, por tanto no fue generacional.

El caso de Balaam puede aclarar muchos interrogantes que podemos tener sobre este tema de maldiciones. Este Balaam, aunque no era un israelita ni un profeta, es descrito a través de la escritura como un hombre con ciertos poderes de parte de Jehová. Balac, rey de Moab pide a Balaam que maldiga a Israel, pero esa no es la voluntad de Jehová. En Números capítulos 22 al 25, no encontramos la narración del gran pecado de Balaam, el cual es señalado más adelante en Números 31:15-16, donde vemos que aunque en cierto modo Balaam quería obedecer a Jehová, su ambición y egoísmo tuvieron más fuerza y lo llevaron a aconsejar a Balac sobre la manera de actuar para hacer daño a Israel. Le aconsejó usar sus mujeres para contaminar a los varones de Israel y así lo hizo Balac, lo que causó mucho daño a Israel. Recomiendo la lectura bíblica de Números, capítulos 22 al 25 y también el capítulo 31.

En 2 Samuel capítulo 12, encontramos el caso de David y su pecado. Tomó la mujer de Urías Heteo y luego lo mandó matar. En 2 Samuel 12:9-14, se encuentra la narración de la maldición hecha por Jehová a través del profeta Natán a David y su descendencia. Esta maldición la considero generacional y vitalicia, porque en el versículo 10 dice que jamás se apartaría la espada de la casa de David. En este caso, aunque por la palabra jamás, podríamos asumir que es para siempre, es decir, vitalicia, es diferente a Génesis 3:14-19, porque en el caso de Génesis es para toda la humanidad, lo que significa que no es para una familia en particular, sino para todo el género humano. En el caso de David, la maldición fue pronunciada sólo para él y su familia. No debemos olvidar que Jesucristo fue descendiente de David, con relación a la carne, y nos libró de maldiciones, del infierno y de la muerte. Esto lo confirma, Colosenses 2:14: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”.

En el Salmo 109:6-20, David se lamenta ante Jehová de la situación que está enfrentando en su pueblo. David está dolido porque él dice que le han pagado mal por bien, que no se detienen hablando mal sobre él. En estos versículos David hace petición a Jehová para que castigue terriblemente a los que le están escarneciendo.

El caso de 1 Samuel 16:14 se podría considerar una maldición, pero no generacional. Debido a los pecados de Saúl, aquí Jehová le envía un espíritu malo para que le torture. Dios, según da la llaga, da el remedio, porque cuando David tocaba el arpa, Saúl sentía mejoría.

En Éxodo 20:5 y Deuteronomio 5:9 está el ejemplo clásico de las llamadas maldiciones generacionales y dice así: “porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”.

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