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ALGUNAS APRECIACIONES SOBRE EL CONCEPTO SOCIOLÓGICO DE JUVENTUD

SANTIAGO777777724 de Abril de 2015

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ALGUNAS APRECIACIONES SOBRE EL CONCEPTO

SOCIOLÓGICO DE JUVENTUD

Marcos A. Urcola *

SUMARIO: En el presente artículo se analiza la recuperación teórica de las múltiples dimensiones que

atraviesan al concepto moderno y posmoderno de juventud. En el mismo se indagan los significados e

implicancias del concepto tanto en su dimensión biopsicológica como psicosocial.

ABSTRACT: Some Ideas on the Sociological Concept of Youth

In this paper the author analyzes the theoretical scope of the multiple dimensions of the modern and

post modern concept of youth. The author probes into the meanings and implications of the concept of

youth in both the bio-psychological and psychosocial dimensions.

Introducción

La multiplicidad de factores que conforman la condición de ser joven da lugar a un

análisis complejo de los actores y prácticas sociales en que se agrupan y desagrupan las relaciones

sociales.

La juventud es un concepto homogeneizante que debe interpretarse a la luz de las diferentes

dimensiones que lo componen y condicionan ya que está atravesado por una multiplicidad

de variables bio-psico-sociales.

Si bien podemos afirmar que la juventud corresponde a una etapa biopsicológica del

ciclo vital, también es cierto que se constituye como una posición socialmente construida y

económicamente condicionada.

Una primera aproximación al concepto remite siempre a la edad de la persona pero ésta

no se agota ahí, puesto que hay distintas formas de ser joven y de vivir la juventud que corresponden

a condicionantes económicos, sociales y culturales. Reducir la juventud a un período del

ciclo vital es desconocer lo heterogéneo y diverso de las relaciones sociales; es decir, la presencia

empírica y simbólica de los jóvenes en la sociedad es notoria e innegable pero hay distintas

formas de sentir, vivir y pensar la juventud.

Desde una perspectiva biopsicológica

La juventud comienza durante la adolescencia y culmina con la madurez o ingreso a la

vida adulta. Durante este período los sujetos sufren grandes cambios físicos, psicológicos, emocionales

y de personalidad que van tendiendo al desarrollo pleno de las personas.

* Marcos A. Urcola es Licenciado en Trabajo Social y colaborador de las investigaciones realizadas por la Licenciada Ana

María Tavella, Profesional Principal del CONICET, sobre las expectativas y estrategias de vida en los jóvenes.

42 INVENIO Noviembre 2003

Los principales cambios corporales que describen el comienzo de otros cambios simultáneos

son: en la mujer, el aumento de los tejidos adiposos en el abdomen y la cadera, el aumento

del tamaño de los huesos de la cintura pélvica, el desarrollo de las glándulas mamarias, la maduración

de los genitales externos e internos junto con las primeras menstruaciones; y en el hombre,

el desarrollo de los músculos y huesos de tórax, la maduración de los genitales externos e

internos, el desarrollo de la laringe con el consecuente cambio de voz, el alargamiento de las

extremidades superiores e inferiores. En ambos sexos, con el desarrollo sexual, llega la capacidad

de reproducción.

Las teorías cognitivas nos dicen de los jóvenes que los cambios corporales, el desarrollo

psicosexual, el descubrimiento del yo y la autoafirmación de la personalidad son acompañados

por un desarrollo intelectual que permiten al individuo la construcción y elaboración de sistemas

y teorías abstractas (paso del pensamiento concreto al pensamiento formal). Piaget afirma que la

característica del adolescente o del joven es la libre actividad de la reflexión espontánea (desligada

de lo real) y que “...por una parte, están llenos de sentimientos generosos, de proyectos

altruistas o de fervor místico, y, por otra, son inquietantes por su megalomanía y su egocentrismo

consciente”1.

Por ello mismo, no es extraña su voluntad mesiánica y transformadora que intenta ponerse

a la par de sus mayores. Sin embargo, según Piaget, más importante aún es la adaptación

social que se produce cuando el joven pasa de “reformador a realizador”:

Al igual que la experiencia reconcilia al pensamiento formal con la realidad de las

cosas, también el trabajo efectivo y seguido, cuando se emprende en una situación

concreta y bien definida, cura de todos los sueños2.

Desde una perspectiva psico-social

La juventud se construye como un período de descubrimiento y crecimiento subjetivo,

de la propia personalidad y del mundo circundante. Un descubrimiento de las propias capacidades

y de las herramientas que el contexto le provee para poder crear y recrear su vida junto con

el entorno que lo rodea.

La juventud se construye así mismo, como un estado previsional de pasaje entre una etapa de

la vida y otro ya que es una categoría de edad a la que los sujetos no pertenecen, sino que la atraviesan.

Como mencionamos anteriormente, esta etapa del ciclo vital está claramente marcada

por el acontecer bio-psicológico de los cuerpos pero también por las marcas sociales (mitos y

ritos) que abren el camino a la vida adulta o ponen fin a la niñez. Los ritos sociales o ritos de

paso marcan las condiciones graduales de pasaje de una etapa de la vida a otra y en este caso, a

la vida adulta. El matrimonio y la conformación de un hogar son uno de los principales ritos que

determinan la finalización de la fase juvenil. Al respecto, es muy claro el ejemplo que encontramos

en el libro sobre “Historia de los jóvenes” de Giovanni Levi y Jean-Claude Schmitt (Dir.),

donde los ritos de ingreso y egreso a la juventud, “...en la tradición católica, llevan de la primera

comunión a la confirmación; y en la vida del ciudadano, del servicio militar al acceso a los

deberes cívicos, a la responsabilidad civil y penal, a la posibilidad legal de casarse, al compromiso

sindical o político, etcétera”3.

Marcos A. Urcola

INVENIO Noviembre 2003 43

Las representaciones sociales (mitos) acerca de la juventud se construyen y reconstruyen

continuamente, por eso, el de juventud es un concepto que nunca logra una definición estable y

acabada.

Son estas representaciones de la vida social y cultural moderna las que nos permiten

asociar la juventud a la idea de goce, de ocio y, fundamentalmente, a la idea de futuro. De allí

emerge la frase popular que sentencia: “los jóvenes son el futuro de toda sociedad”. El desarrollo

de los intereses, la vocación y los proyectos de vida están directamente asociados al concepto

moderno de juventud ya que estos trazan los caminos a través de los cuales los sujetos escriben

su propia historia. Juventud nos remite a la idea de un tiempo que deviene en proyectos (estrategias

de vida) y, con ellos, los anhelos y deseos de “querer más” (expectativas de vida).

Esta imagen social de la juventud como futuro de nuestra sociedad se fue instalando

ambiguamente en el imaginario social en los comienzos de la era moderna. En efecto, la juventud

podía ser entendida como la esperanza futura del progreso y desarrollo nacional o como

fuente de todo desorden y perversión. Con la aparición de la sociedad de consumo se pudo

instalar recientemente la idea positiva de “lo juvenil” como modelo sociocultural.

En resumen, la juventud se fue construyendo como representación social de un futuro

esperanzador (cuando tomaba el estándar del progreso y el orden establecido) o como futura

desdicha y fuente de caos (cuando intentaba transgredir o transformar las pautas y valores socialmente

establecidas) en un juego de tensiones y conflictos que van de lo instituido a lo

instituyente.

Tal ambigüedad no carece de coherencia ya que ambas tendencias están impregnadas a

una idea de futuro en relación a un proyecto, que no es otro que el de la modernidad y su idea de

progreso. Este puede implicar un compromiso con los lineamientos de un orden preexistente

para llevarlo en su desarrollo a la máxima expresión o un compromiso para cambiarlo y transformarlo

por otro.

En este sentido, la realidad crítica que atraviesan los jóvenes de hoy se plantea como una

situación muy compleja. El futuro se les muestra incierto como producto de una cotidianidad

acosada por la crisis nacional y mundial que invade todos los aspectos de la vida pública y

privada de las personas. Esta crisis marcada por las reformas y reestructuraciones económicas

no afecta únicamente al ámbito laboral, sino también al conjunto de la vida cultural y social. Los

cambios que imponen los nuevos tiempos, impregnan todos los órdenes de la vida social y tiene

un gran impacto en la subjetividad.

La crisis a la que asistimos hoy en día no es solo expresión de un fenómeno socioeconómico,

sino también de una fuerte crisis de paradigma (cosmovisión del mundo). La idea de

modernidad está en crisis y con ella, también la idea de progreso.

Cuando las reglas que sustentan el ordenamiento social entran en crisis y el panorama del

orden cotidiano se torna difuso, lo que se quiebra es la posibilidad de proyectar la propia vida. El

...

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