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Alianza estratégica entre China y Rusia


Enviado por   •  7 de Junio de 2023  •  Documentos de Investigación  •  2.154 Palabras (9 Páginas)  •  49 Visitas

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La alianza estratégica contrahegemónica Ruso-China y sus posibles repercusiones sobre Venezuela y ALC, en el marco de un nuevo orden económico mundial multipolar

Andres Doreste

Universidad latinoamericana y del caribe

Maestría en negociaciones económicas internacionales

Economía internacional

Profesor Camilo Rivero

20 de noviembre de 2022

“Una asociación sin límites”, así describían su relación los presidentes de China y Rusia el pasado febrero, antes de la operación militar especial ordenada por Vladimir Putin en Ucrania. Sin embargo, la posición de Pekín frente a esta acción de Moscú, que ni la apoyaba ni la condenaba, había dejado muchas dudas. Dudas que fueron aclaradas el pasado septiembre cuando ambos mandatarios se reunieron en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación Shangai. El presidente Xi Jinping confesó que entiende las razones de Rusia para atacar en Ucrania, y por su parte, Putin, afirmó que celebra la posición equilibrada de China. Ambos se comprometieron a esforzarse para desempeñar un papel de estabilidad en un mundo amenazado por agitaciones sociales causadas por las pretensiones estadounidenses de ejercer una influencia total.

Pero no siempre las relaciones fueron tan buenas entre estas potencias asiáticas. A finales de la década de 1950 las relaciones entre la Unión Soviética y la República Popular China comenzaron a fracturarse. Las causas de la ruptura fueron ideológicas en principio, pero geopolíticas al final. La inconformidad de Mao Zedong con la doctrina marxista-leninista, aunado a la subordinación que debían tener hacia los bolcheviques en la internacional comunista fueron socavando las bases de una “unión internacional proletaria”. Para Stalin, China debía ser un nuevo satélite de Moscú en la dirigencia mundial de la vanguardia revolucionaria, pero los dirigentes chinos exigían respeto y un trato en condiciones de igualdad.

Pero en 1950 debieron unirse coyunturalmente ante la guerra de Corea para evitar que occidente se apoderara de esa zona tan cercana y estratégica para Asia. Al finalizar la guerra y con el ascenso de Nikita Jruschov al poder, el régimen de Mao precisó de la asistencia técnica y económica de Rusia para alcanzar la industrialización que tanto ansiaba.

Para Jruschov, había una necesidad de coexistencia pacífica con el occidente capitalista. Para Mao, la lucha contra el capitalismo hasta su demolición era un principio irrenunciable. Fue así como Zedong acusa a la URSS de revisionista y traidora a la causa comunista, por lo que perfilaba a China como el nuevo referente mundial de la lucha proletaria contra la burguesía.

Lo que sellaría la ruptura de las relaciones (aunque diplomáticamente nunca se acabaron) fue el retiro de los misiles nucleares de Cuba; lo que para el régimen de Pekín significaba una capitulación soviética frente a Estados Unidos, mientras la URSS acusó al gobierno chino de no considerar las consecuencias de una guerra nuclear. El efecto de las tensiones tuvo el alcance de un enfrentamiento armado en la isla de Zhenbao en 1969 por una disputa territorial.

Pero en la década de 1980, tras las reformas de Deng Xiaoping, el acercamiento chino a los Estados Unidos y las reformas lideradas por Mijaíl Gorbachov muchas cosas habían cambiado de manera acelerada. El propio Gorbachov, que encabezaba una política de apertura y flexibilidad, visitó Beijing en 1989 e iniciaría una nueva era en las relaciones sino-rusas.

Este incidente junto con la guerra de Vietnam, la crisis de los misiles en Cuba y la construcción y posterior derribo del muro de Berlín protagonizaron la guerra fría de la segunda mitad del siglo XX. Y si algo era inesperado fue el rumbo que tomó aquella China pobre y atrasada pero que unas décadas más tarde estaría entre las primeras economías del mundo.

Las pretensiones occidentales de un mundo consumidor de sus productos, culturalmente homogéneo y unos países sometidos a los dictámenes de Bruselas y Washington llevaron, poco a poco, a las potencias asiáticas a estrechar sus lazos para resistir estas aspiraciones.

La Federación Rusa y la República Popular China pertenecen a varios organismos internacionales de cooperación e intercambio tales como el BRICS, la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) y el Diálogo de Cooperación Asiático. Se asemejan en su extensión territorial, su ubicación geográfica y su antagonismo al modelo occidental.

Desde el inicio de la operación militar en Ucrania (incluso desde 2014) las potencias occidentales impusieron sanciones financieras, comerciales y personales contra Rusia. De estas medidas, se pueden destacar las siguientes: congelación de las reservas internacionales del Banco Central de Rusia (350.000 millones de dólares), exclusión del sistema SWIFT, impedimento a financiamiento de empresas y organismos públicos. Prohibición de venta de componentes tecnológicos y prestación de soporte técnico, cierre del espacio aéreo y de puertos internacionales. Incautación de activos, suspensión de visas y bloqueo de cuentas bancarias.

Frente a estas agresiones, Rusia ha actuado en dos vértices: por un lado, exige a la Unión Europea el pago del gas en rublos y, por otro, ha enfocado su oferta hacia Asia procurando capitalizar nuevos clientes que sustituyan la demanda de los antiguos. Aunque esta pretensión ya está en marcha, no será fácil para Rusia conseguir vender la misma cantidad que vendía en la unión europea. El año pasado, según la AIE, Rusia exportó un total de 155.000 millones de m3 a Europa, es decir, unas 10 veces más que lo que exportó hacia China.

Entre abril y julio del presente año las exportaciones hacia China de crudo ruso aumentaron 17%, el gas 50% y la electricidad 39%. Intercambio comercial que, además, se hace en la moneda de los respectivos países. Antes de la operación militar en Ucrania, Rusia exportaba el 40% del gas que consumía Europa, sin embargo, esa participación ha caído al 9% tanto por las sanciones que impone la Unión Europea y Estados Unidos como por la reacción del Kremlin frente a esta guerra financiera y comercial.

China tiene actualmente un descuento del 50% del precio del gas ruso, y las importaciones por el poder de Siberia 1 crecieron un 63,4% en el primer semestre de 2022. Se prevé que, al finalizar la construcción del poder de Siberia 2, las exportaciones de gas ruso a China alcancen 48.000 millones de m3 por año; lo que apenas significa una cuarta parte de lo que exportaba hacia Europa.

Hay quienes dicen que fue un error del Kremlin no haber mirado hacia Asia en el pasado y construir una infraestructura que le permitiera capitalizar igual o mayor demanda de energía que la de Europa, sin embargo, sea en el pasado o en el futuro, alcanzar los mismos niveles de ingresos por ventas de hidrocarburos tomará tiempo y mucha inversión.

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