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Analisis de la pelicula .la mala verdad. con los derechos del niño

lapollyTrabajo9 de Septiembre de 2015

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Sinopsis de la película

Bárbara tiene 10 años y vive con su madre, Laura, y su abuelo Ernesto. Sus días se dividen entre los ensayos del coro de la escuela para la fiesta de fin de año y el plan de escape que comparte con su amigo Matías (8), un irresistible ladronzuelo mentiroso. La conducta de Bárbara en la escuela, su aspecto triste, su poca concentración y la reiteración de un episodio en donde se orina ante una escena de violencia, desatan las sospechas de su maestra y de Sara, la psicopedagoga de la escuela.

La tensión y la distancia en la familia son evidentes. Laura luce sumisa ante su padre y con Rodolfo, su pareja, quien ha perdido su trabajo y vive envuelto en deudas que intenta pagar con el dinero de la librería de Laura. Bárbara pasa sus horas con Matías ideando un plan descabellado de escapar en balsa, mientras guarda en un viejo baúl junto a sus juguetes, las contra tapas de los libros, buscando al padre que no conoció y del cual sólo sabe que era escritor y que se llamaba Jorge. Las charlas en la escuela con Sara, comienzan a revelar los miedos y la oscuridad que esconde detrás de su mirada la niña.

Un edificio en construcción que comienza a taparle el sol a su departamento, y una vecina que se queja constantemente de una perdida de agua desvelan a Ernesto, que oculta detrás de su sonrisa y fragilidad de abuelo, el peor de los secretos. Convencida ya de sus sospechas Sara intenta el apoyo de los superiores de la escuela y de la madre de la niña para liberarla de ese sufrimiento. La negación de la propia madre, el miedo de Bárbara, el temor del director de la escuela, y la falta de acción de las instituciones, parecen barreras imposibles de superar. Sólo Matías con su plan descabellado parece entender el dolor y el sufrimiento de su amiga.

El departamento parece inundarse con mentiras y secretos guardados entre las cuatro paredes. Laura está embarazada de Rodolfo, aunque lo esconde de Ernesto y ni siquiera está segura de querer tenerlo. La situación parece no tener remedio, escondida en el silencio y en la negación de la familia. El abuso parece repetirse de generación en generación. La paternidad parece abrirle los ojos a Rodolfo, quien decide comprometerse e intentar ayudar a Sara en su lucha, aunque la solución está cada vez más lejos.

Ya no hay luz en la habitación de Ernesto y los caños siguen perdiendo agua en el departamento. El abuso, las mentiras, las obras de Bach, y los cigarros del viejo Ernesto, pueden terminarse en un espejo roto o en la voz dulce de Bárbara que canta en el acto de la escuela, mientras en sus ojos parece hacerse realidad el sueño de escapar con Matías, el del castigo a su abuelo y el de ser libre por primera vez en la vida.

Introducción:

El presente trabajo pretende poner en evidencia las políticas públicas destinadas a la niñez y su grupo familiar, desde un enfoque de los derechos humanos.

“Las situaciones de abuso sexual a la infancia por la densidad que poseen, despiertan en nosotras algo que tiene que ver con el orden del horror”

”… Cuesta creer en su existencia…“porque la tendencia histórica fue encubrir, negar, minimizar su frecuencia y sus efectos, silenciar”

En especial hacemos hincapié en las políticas educativas ya que nos parece interesante abordarlo como manera de ampliar nuestros conocimientos acerca del tema ya que como futuras docentes nos encontraremos inmersas en situaciones complejas como la que se presenta en la película, que se nos puedan presentar.

Los derechos de los chicos aluden a necesidades de diversos tipos. Podríamos decir que algunas son emocionales y afectivas (ser amados, escuchados, protegidos), otras responden a necesidades básicas de subsistencia (alimentación, vivienda, educación, salud); finalmente, otro grupo de derechos refieren al reconocimiento de los derechos ciudadanos que asisten a cada niño (libertad de opinión, decisión o participación).

La escuela puede intervenir cuando los niños sufren situaciones de maltrato, abuso u otro tipo de daño. En esos casos, su principal aporté será detectar lo ante posible los hechos y buscar apoyo en las áreas del estado o de la sociedad civil que estén en mejores condiciones para actuar.

Pero existe una tarea específica que la escuela puede y debe cumplir: informar a los niños sobre sus derechos y prepararlos para ejercerlos. La escuela constituye el espacio público en el que intervienen los chicos y ahí es donde deben tener oportunidad de ejercer sus derechos. En la escuela aprenden a ser ciudadanos. Es el lugar y el momento en que deben ser reconocidos como sujeto de derecho.

Esto significa enseñarles a expresar lo que sienten y piensan, defender sus intereses, capacitarlos para resolver conflictos, tomar decisiones y hacer un uso responsable de su libertad.

Historia de la infancia y la evolución de sus derechos

Según las investigaciones de Demause, en la Antigüedad el niño vivía “en un ambiente de manipulación sexual”. En Grecia y Roma por ejemplo, los varones jóvenes eran utilizados como objetos sexuales por hombres mayores. En todas las ciudades romanas existían burdeles de muchachos, y en Atenas se podía contratar el alquiler de un joven. En las Regiones donde no estaba autorizada la utilización sexual de niños libres, los hombres disponían de los niños esclavos; por lo tanto, aquellos que no eran victimizadas directamente, eran testigos de lo que sucedía con sus pares.

Luego de esto la autora menciona algunos ejemplos de historiadores y filósofos de los siglos I, II y IV A.C quienes citan y describen algunos párrafos que dejan sentada la veracidad de los hechos de abuso a la infancia. Ejemplo de esto lo da Petronio, autor del “Satiricón”, este describe a adultos palpando

“el pequeño instrumento maduro” de los muchachos y relata la violación de una niña de siete años mientras una hilera de mujeres bate palmas alrededor del lecho

Vemos entonces que desde aquellos tiempos, las cosas no eran muy diferentes, los abusos sexuales a los niños seguían ocurriendo aunque no se responsabilizaba a los padres sino a los criados, a otros adultos o a adolescentes.

Es recién a mediados de la década del 70’, unos veinte años después que los estudios sobre maltrato infantil en general, que surge el interés científico sobre el abuso sexual. Esto parece indicar, según la autora, que más allá de la carencia de información adecuada, el abuso sexual, que aparece frecuentemente mistificado y rodeado de prejuicios, es un asunto difícil de transformar en objeto de estudio.

• Siguiendo esta línea en la historia de la infancia, es necesario hablar en materia de sus derechos y sobre la idea de “Protección del menor”. En el año 1.919 surge La LEY DE PATRONATO DE MENORES O “LEY AGOTE”(Ley 10.903), primera ley de minoridad de América Latina, que consolidó la intervención del Estado en la vida de los niños pobres y la mantuvo hasta ahora.

Esta Ley de Patronato daba facultades a los jueces para disponer arbitrariamente de cualquier niño que hubiera cometido o sido víctima de una contravención o delito, o se encontrara “material o moralmente abandonado”, para entregarlo a “una persona honesta, o a un establecimiento de beneficencia privado o público, o a un reformatorio público de menores”, según expresaba el texto original de la ley.

El Estado se asignó entonces la tarea de educar a los niños considerados “en peligro”: los niños que cometían delitos, los niños abandonados y los niños pobres para evitar que se convirtieran en “peligrosos”, alejándolos de sus familias y creando instituciones que se proponían “reemplazar” las funciones de crianza.

Este modelo fue generando a lo largo del siglo una poderosa maquinaria de institutos asistenciales y penales, instituciones psiquiátricas o comunidades terapéuticas, entre otras instituciones, para alojar a niños y adolescentes.

• La llegada de la CONVENCIÓN INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO (CIDN) significó un cambio radical en la forma de concebir a la infancia y su relación con el Estado, con la familia y con la comunidad. Implicó cambiar la mirada sobre los niños y empezar a reconocerlos como ciudadanos con derechos y con la capacidad de exigir y demandar el cumplimiento de esos derechos, como actores importantes de la vida social, que opinan y toman decisiones y a quienes, por su condición de persona en desarrollo, se les brinda una protección integral especial

.

La Convención reconoce a los niños y adolescentes como sujetos de derechos y establece que el Estado, a través de políticas públicas, debe ser el garante de los derechos humanos de los niños. Este instrumento internacional deja en claro que la situación socioeconómica nunca puede dar lugar a la separación del niño de

su familia y obliga a los organismos del Estado a oír al niño y a sus padres para incluir al grupo familiar en programas de apoyo de salud, vivienda y educación.

Sin embargo, la demora en la adecuación legislativa permitió que durante años coexistieran en el país dos visiones opuestas: la que promueve la CIDN y la que subyace a la ley de Patronato. Aun cuando Argentina ratificó la Convención en 1990 y la incorporó a su Constitución en 1994, la cultura del Patronato siguió vigente como sostén de las políticas para la niñez porque la transformación que promueve la CIDN

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