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Anarquia Militar

jorge_cervantes25 de Febrero de 2015

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LA ANARQUÍA MILITAR EN ROMA, Los Emperadores Romanos

HISTORIA DE ROMA ANTIGUA

TEMA XVIII: EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DESDE LOS INICIOS DEL PUEBLO ROMANO: ANARQUÍA MILITAR

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Historia de Roma Antigua

LECCIÓN XVIII.

EMPERADORES SIRIOS (193-285).

ANARQUÍA MILITAR (235-284).

1. Pertinax. El Imperio en venta. — Después de la dinastía de los Antoninos, el imperio es víctima de la anarquía; los soldados disponen del trono; el gobierno y la ley quedan olvidados; y el desorden dominó en todas partes.

A la muerte de Cómodo los pretorianos elevaron al trono a Helvio Pertinax, que desde un origen humilde, se elevó por su valor y su talento a los primeros puestos de la milicia. Botado de virtud y de firmeza, se propuso de volver al senado su prestigio y restablecer el orden y el imperio de la ley, pero al intentar someter los pretorianos a una severa disciplina, fue asesinado por los mismos que tres meses antes lo habían elegido.

Muerto Pertinax, y dueños de Roma los pretorianos, pusieron el imperio en venta, adjudicándolo como mejor postor a Didio Juliano, que ofreció 5,000 dracmas (18,000 reales próximamente) a cada soldado. Hecho semejante, aunque aprobado por el senado, atrajo a Juliano el odio del pueblo y hasta de los mismos pretorianos y fue la ocasión de que se sublevaran contra él las legiones de Siria, que nombraron emperador a Pecenio Niger, las de Bretaña a Clodio Albino y las de Iliria a Septimio Severo. Este último se dirige a Roma, y es proclamado emperador por el senado, que había mandado decapitar a Didio Juliano.

2. Septimio Severo. — En este reinado se consolida el despotismo militar en Roma. Septimio Severo disuelve la guardia pretoriana, creando otra nueva mucho más numerosa, compuesta de soldados de todas las legiones, perfectamente pagada, y sometida a una severa disciplina.

Dueño de Roma se dirigió Septimio Severo a combatir a sus rivales. Consiguió desarmar a Albino nombrándole César, y venció en Oriente a Níger en Cizico y en Nicea, y lo derrotó completamente en Isso, pereciendo en la huida; apoderándose a la vez de Antioquía y arrasando a Bizancio. Pacificado el Oriente, se encaminó contra Albino, que perdió la batalla y la vida cerca de Lion. En una guerra contra los partos se apoderó de Babilonia y Ctesifonte.

El reinado de Septimio Severo es una mezcla extraña de mal y de bien, de buenas y de malas cualidades. Político como Augusto, y cruel como Neron, restableció el orden en la administración, protegió la ley y la justicia, quitó la vida a varios senadores y desterró las principales familias de Roma. Juntamente procuró Septimio Severo aumentar la prosperidad de las provincias, especialmente en África, donde él había nacido, y en Oriente, por ser su esposa, Julia Domna, de Emesa en Siria; al mismo tiempo prestó una decidida protección a las letras.

Sublevados los Caledonios de Bretaña, Septimio Severo marchó contra ellos, consiguiendo derrotarlos, pero murió poco después en Evoracum (York), aconsejando a sus hijos, que tratasen bien, y enriqueciesen a los soldados, y que no se inquietasen por lo demás; cuyas palabras revelan todo el secreto de su política, reducida a fundar el despotismo militar contra la influencia del senado.

3. Caracalla y Geta. — Septimio Severo dejó el trono a sus dos hijos, Caracalla y Geta; de carácter amable y humanitario este último, y cruel y sanguinario el primero, la armonía en el mando era imposible entre ellos; y después de intentar la división del imperio, Caracalla hizo asesinar a su hermano en los brazos de su madre, y mandó quitar la vida al célebre jurisconsulto Papiniano, por haberse negado a hacer elogio del fratricidio.

Caracalla, comenzada así la carrera de sus crímenes; se entregó a la corrupción más desenfrenada, y la más inaudita crueldad, sacrificando a miles de personas, ya para complacerse en sus sufrimientos, y para apoderarse de sus riquezas. Tuvo que comprar la paz a los bárbaros del Danubio queriendo imitar a Aquiles y a Alejandro, visitó las ruinas de Troya y ordenó en Alejandría de Egipto una matanza general. Se casa con la hija del rey de los Partos, pero los excesos de sus soldados provocan una guerra; antes de comenzar las hostilidades, muere Caracalla en Carras, asesinado, de orden de Macrino, prefecto del pretorio.

Un hecho importante registra la historia de Caracalla. Fue este la publicación de la Constitución Antonina, por la cual se concedió el derecho de ciudad a todos los súbditos del Imperio, de condición libre; la ciudadanía tan disputada por los plebeyos y después por los italianos, se extiende ahora a todas partes, unificando a todos los pueblos bajo el punto de vista del derecho. Tal vez se propusiera Caracalla con esta medida aumentar los impuestos, desde una vigésima a una décima en las herencias y legados; pero el resultado es que contribuyó en gran manera a la unificación de todos los pueblos bajo Roma.

4. Macrino.- Proclamado por los pretorianos, y aceptado por el senado y por las legiones, Macrino se propuso restablecer la influencia del poder civil, devolviendo al senado sus atribuciones y limitando el poder militar, al cual debía la corona. Obligado a comprar la paz a los Partos, después de haber huido del campo de batalla en Nisibis; y por la tendencia de su gobierno en contra del elemento militar, intentando restablecer la disciplina en el ejército, se sublevaron las legiones y proclamaron a Heliogábalo, que consiguió derrotarlo, muriendo poco después en Calcedonia.

5. Heliogábalo. — Las intrigas de su abuela Julia Mesa, hermana política de Septimio Severo, consiguieron que a la muerte de Macrino, fuese nombrado Augusto el joven Heliogábalo, con el cual se entronizaron en Roma, la crueldad y la demencia, el desorden, el cinismo y la corrupción. Abandona el gobierno a un cochero, un cocinero y un barbero; se casa con cuatro mujeres a la vez, funda una academia de mujeres perdidas y de hombres corrompidos, da participación en el senado a las mujeres, y casa al dios Baal, de quien era sacerdote, con Astarte, la diosa de Cartago, mandando celebrar las bodas con inusitada pompa en todo el Imperio.

Tantas locuras y tantos crímenes no podía ser mucho tiempo tolerados por los romanos. Julia Mesa en unión con los pretorianos, consiguió que Heliogábalo adoptase a su primo Alejandro; pero no pudiendo arrastrarlo a la vida corrompida que él llevaba, intentó quitarle el titulo de César, y aun se propuso asesinarle. Por lo que se sublevaron los pretorianos, quitaron la vida a Heliogábalo, arrastraron su cadáver por las calles de Roma, y lo arrojaron al Tíber.

6. Alejandro Severo. — Después del reinado por todos conceptos execrable de Heliogábalo, ocupó el trono Alejandro Severo, educado por su abuela Mesa y su madre Mamea, instruido en las letras griegas y latinas, y conocedor quizá de la religión cristiana de costumbres intachables, sencillo y modesto en su trato, Alejandro Severo fue un modelo de príncipes, reproduciéndose en su reinado los buenos tiempos de Augusto y de los Antoninos.

Su primer cuidado al ocupar el trono fue hacer des­aparecer hasta las huellas de los desordenes del reinado anterior, echando fuera de Roma los sacerdotes de Heliogábalo, los eunucos, histriones, mujeres y de­latores. Se dedicó después a fortificar el poder civil, organizando a la vez el ejército, mejorando la disciplina, y aumentando el bienestar del soldado.

Con el intento de reproducir las leyes antiguas, y con ellas el orden y la organización de otros tiempos, Alejandro devolvió al senado su prestigio, separando a todos los senadores indignos o incapaces, sometien­do a su deliberación todos los asuntos importantes y el nombramiento de los magistrados. Al mismo tiempo llamó a ocupar los principales puestos a las personas más distinguidas, y procuró rodearse de los primeros jurisconsultos, Ulpiano, Paulo y Modestino, siguiendo sus dictámenes en la administración de jus­ticia.

Bien pronto comenzaron a extenderse por todo el imperio el bienestar y la prosperidad, que era el ob­jeto preferente de Alejandro Severo y a este fin regu­larizó la administración, disminuyó los impuestos, y favoreció la industria y el comercio.

El ejército participó igualmente de las sabias re­formas de Alejandro Severo, no sólo por el aumento de la paga a los soldados, sino también por la distribución de tierras en las fronteras a los veteranos. Sin embargo los pretorianos, mal avenidos con la severa disciplina a que fueron sometidos, por dos veces se sublevaron, quitando la vida en la segunda al jurisconsulto Ulpiano, delante del mismo emperador.

En los últimos años de su reinado Alejandro Severo que sostener guerras en Oriente y Occidente. Por este tiempo Artajerjes, hijo de Sasan, concluyó con el imperio de los Partos, fundando el segundo imperio

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