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BERTONI - PATRIOTAS, COSMOPOLITAS Y NACIONALISTAS


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2020  •  Resúmenes  •  2.318 Palabras (10 Páginas)  •  136 Visitas

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BERTONI - PATRIOTAS, COSMOPOLITAS Y NACIONALISTAS

  1. LOS AÑOS OCHENTA: UNA NACIONALIDAD CUESTIONADA

En 1887, el diputado Estanislao Zeballos, afirmado en el congreso:

“La cuestión de la inmigración es el interés más grave que tiene la República Argentina en estos momentos; el congreso debe ser previsor adoptando todas las medidas urgentes para realizar estos dos grandes propósitos: atraer hacia nuestra patria a todos los habitantes del mundo que quieran vivir en ella e inculcar en el corazón de los extranjeros sentimiento de nuestra nacionalidad”.

Zeballos resumía las inquietudes de momento. Una de ellas era la cantidad de 100 de inmigrantes que estaba llegando al país.

Ya fuera por el fantasma una sociedad en migración, o por la posibilidad, tanto o más amenazante, de que la soberanía nacional fuera cuestionada, en la década de 1880 la nacionalidad se ubicó en el centro de las preocupaciones de los grupos dirigentes.

Hacia 1880con un dominio más pleno en territorio nacional y con la federalización de Buenos Aires, el estado nacional surgió como el exitoso resultado del proceso previo. La sociedad pareció entrar en un proceso de disolución: ante los angustiados ojos de muchos contemporáneos, la sociedad nacional y la nacionalidad parecían entrar en degeneración. Entonces, la cuestión de la nacionalidad cobró una importancia diferente. En 1870 sean los primeros inicios de los problemas en cuanto a la nacionalidad. Los factores mencionados concluyeron para acelerar su despliegue: el ritmo que asumió la afluencia de la inmigración masiva y el clima de aguda competencia imperialista entre naciones europeas. En estas circunstancias los problemas se tornaron graves y la necesidad de respuesta urgente: la afirmación de la nación y la formación de la nacionalidad propia.

UNA REALIDAD PROBLEMÁTICA

La inmigración era una realidad antigua, pero en los años 80 adquirió características tales que generó un novedoso y contradictorio clima de sentimientos. La imagen positiva del inmigrante, y la entusiasta confianza en las posibilidades el futuro económico argentino que despertaba su presencia se combinó al final de la década con algo de inquietud y temor por los rasgos de la nueva sociedad aluvional.

En los primeros años de la década de 1880 los inmigrantes que ingresaron anualmente rondaban los 50.000, pero desde 1885 el número crecido sostenidamente, saltando acasi 300,000 en 1889. Se vinculaba esa afluencia masiva con las cosas más diversas, como aquel cólera que asoló al país en 1887, y cuya “influencia fue más intensa y formidables sobre la emigración que afluía”.

Desde mediados de la década, el gobierno iniciado una agresiva campaña de captación de inmigrantes en Europa, reemplazando su tradicional política de fomento de la inmigración espontánea (básicamente ofrecer garantías y amplias libertades a quienes libremente quisieran inmigrar). Por otra parte de fuerte estímulo, a través de medidas “artificiales” como el subsidio estatal de los pasajes a los inmigrantes. La magnitud de los recursos empleados muestra la importancia que el gobierno de Juárez Celman asignada al plan de fomento de la inmigración, decisivo para afianzar la expansión económica. El plan se articulada con la captación de capitales europeos; las oficinas de información y propaganda debían servir para la venta de tierras públicas en Europa y para canalizar nuevos capitales.

El gobierno de Juárez Celman buscó a través de una política activa acelerar y profundizar la expansión que la Argentina vivía desde el inicio de la década por las favorables condiciones de la economía mundial: una sostenida demanda para sus productos exportables y una intensa afluencia de capitales y de mano de obra. Juárez Celman dedico los recursos del estado a estimular las actividades privadas y garantizar sus beneficios, y también a realizar aquellas obras que les interesaban a los empresarios o que no podían quedar libradas a un funcionamiento espontáneo. así, mientras se dejaban en manos privadas los ferrocarriles o la colonización agrícola, que eran rentables, Se generó una agresiva política bancaria, se lanzó una arriesgada campaña financiera internacional y se llevó adelante un ambicioso plan de fomento de la inmigración.

Esta apuesta el crecimiento desencadenan importantes consecuencias. El gobierno de Juárez Celman intentó cabalgar por sobre la ola especulativa que terminó por hundirlo. Un problema menos espectacular, pero a la larga más complejo, fue el rápido crecimiento de la población extranjera y las encontradas opiniones que esto suscitó. conjuntos enormes de extranjeros se agregaron a la población del país, posiblemente en forma permanente, y no sé advertían señales de su progresiva integración. La extranjeridad aparecía como un brote fuerte y pujante en la sociedad argentina.

Era evidente que también está llegando “otros” inmigrantes, provenientes de zonas más atrasadas.

En el debate público emergieroncríticas enérgicas y las primeras argumentaciones sobre el rechazo de los inmigrantes. los diarios alertan sobre la dudosa calidad de los recién llegados, cuya afluencia se atribuía a la “inmigración artificial” generada por los pasajes subsidiados. el lugar de los laboriosos agricultores que prometía de migración espontánea, la nueva política atraía elementos “indeseables”: exóticos judíos y turcos, chulos españoles, gitanos del mediterráneo, mal vivientes, enfermos niños de todos los puertos.

La crítica a la calidad puso de manifiesto las dudas sobre la posibilidad de incorporar esos inmigrantes en particular. La imagen del inmigrante laborioso y emprendedor, agente decisivo para la transformación de la realidad, se miraba de manera más, era relativizada y adquirida incluso más negativos.

Un clima de sentimientos encontrados y una imagen ambigua de la inmigración logra por entonces en distintos sectores de la sociedad.

Preocupaba la pérdida de ascendientes interno de la élite tradicional (liberal, republicana y anticlerical), que además de una sólida posición negocios estaba bien relacionada con la sociedad local.

Para quienes escrutaban el futuro, la disgregación de la sociedad era una posibilidad, porque el cosmopolitismo y la extranjerización cabalgaban sobre la rápida transformación social creada por la expansión económica. Nuevos ricos vinculados a empresas e inversores extranjeros, cuyo ascenso parecía ilegitimo. Las tensiones se tradujeron en prevención ante el éxito, en acusaciones sobre materialismo descarnado y falta de ideales, en alarma frente a los extranjeros.

Los patrones preferenciales de la vieja sociedad patricia se desarmaban; nuevos sujetos ocupaban viejos lugares mientras se opacaban los grupos tradicionales, inmersos en conjuntos más vastos y más prósperos. El Fuerte componente extranjero hacía suponer el deslizamiento Inevitable hacia una disgregación, vivida también en términos de pérdida de identidad cultural y nacionalidad.

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