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BLADE RUNNER Y LA CULTURA POSMODERNA DE LA SUPERPOSICIÓN


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2019  •  Trabajos  •  2.064 Palabras (9 Páginas)  •  206 Visitas

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BLADE RUNNER Y LA CULTURA POSMODERNA DE LA SUPERPOSICIÓN

En Delirious New York (1978), Rem Koolhaas expresa que la densidad obtenida de la yuxtaposición, la superposición o la confrontación de muchos programas constituye un valor primordial de la condición metropolitana contemporánea.

Koolhaas propone un urbanismo alternativo al del movimiento moderno, que desprecia el desorden no planificado con el que se había gestado la ciudad de Nueva York, a través del análisis de la génesis constructiva de la isla de Manhattan. En su obra muestra distintas partes de la ciudad de Manhattan, que para él conforman la memoria más heterogénea y espectacular en Nueva York: Coney Island, los rascacielos, el Rockefeller Center y su Radio City Music Hall. En su obra, también expone cómo artistas como Le Corbusier y Dalí, entienden la ciudad neoyorkina como una ciudad de placer y consumo.

<< El Manhattanismo es la única ideología urbanística que se ha alimentado, desde su concepción, de los esplendores y las miserias de la condición metropolitana (la hiperdensidad) sin perder ni una sola vez su fe en ella como fundamento de una deseable cultura moderna. La arquitectura de Manhattan es un paradigma para la explotación de la congestión (…) Con Manhattan como ejemplo, este libro es un plan para una “cultura de la congestión. >>

La Feria Mundial de Nueva York en 1853, fue una muestra del poder de Manhattan, sobre cualquier otra, en Estados Unidos. Estuvo claramente marcada por dos obras colosales: una versión del Crystal Palace de Londres y el observatorio de[pic 1]

Latting. Ambas obras dieron una nueva escala a la ciudad, y brindaron a sus habitantes, la oportunidad de inspeccionar la ciudad desde las alturas, así como de darse cuenta del potencial que tenía mediante el implemento del ascensor como nueva tecnología; invento que revolucionaría el desarrollo en la isla de Manhattan.[pic 2]

Vemos esta obra como un manifiesto retroactivo que busca en el pasado del desarrollo de Manhattan la energía, la sustancia de sus logros y sus fracasos, lo que la hizo explotar y buscar su

propia identidad, una teoría capaz de sustentar la evolución de Manhattan. La ciudad requiere no de enmiendas sino de una arquitectura que explote sus evidentes, según Koolhaas, posibilidades. El Manhattanismo, nuevo paradigma urbano. Koolhaas plantea un esquema donde se impone la superposición, la

competencia y el desorden de los rascacielos de Nueva York, y no un esquema de orden planeado.

Manhattan, desde su planeación, fue creada por el hombre, y su desarrollo a partir de la retícula, ha sido de gran densidad creando una ciudad congestionada y llena de flujos.

Apoyada por la explosión demográfica y la invasión de las nuevas tecnologías la ciudad se convirtió en un escenario de experimentación de una nueva cultura, la de la congestión, una nueva forma de vivir la metrópolis, << una fábrica de lo artificial donde lo natural y lo real han dejado de existir>>.

Según Koolhaas, el Manhattanismo tuvo su génesis en Coney Island. La pequeña isla dedicada al disfrute y al ocio funcionó como laboratorio de la ciudad. Los elementos que dieron forma al proyecto fueron, en primer lugar, una actitud desprejuiciada, en segundo lugar, la fascinación por las atracciones turísticas y los decorados pintorescos, como viajes a la Luna, aldeas enanas, selvas artificiales, sustentados por la evolución de la “tecnología de lo fantástico”. Estas experiencias terminaron configurando una “ciudad mágica” y convirtiendo la zona en un “semillero de prototipos arquitectónicos revolucionarios”: torres, agujas, globos, elevadores, iluminaciones eléctricas.

Para la segunda década del siglo XX, Coney Island no admite más experimentación y es el momento en el que Manhattan comienza a modelarse. El paraíso artificial de Coney Island reaparece en Manhattan como un espacio convertido en conjuntos de oficinas. El lenguaje resultante de este “urbanismo metafórico”, en oposición al urbanismo objetivo tradicional, constituye el fundamento de la cultura de la congestión, según Koolhaas, “la cultura del siglo XX”.

Koolhaas, en su manifiesto, declara que la Arquitectura es generadora de cultura. Afirma también que, en una cultura que crea congestión y flujos a todos los niveles posibles, la estilización equivale a progreso. Para Koolhaas, está claro que Manhattan no necesita descongestión, sino una congestión fluida que la caracterice y le de carácter urbano. Esta ciudad es una gran muestra de un modelo que ha aprovechado, desde su planeación, la explosión territorial. El Manhattanismo ha sido un gran ejemplo de la ciudad americana y como ésta ha influido en otras ciudades que buscan aprovechar la densidad territorial, así como los flujos que surgen en ella de forma desorganizada pero ordenada a la vez. Se refiere a una estilización de lo orgánico.

La teoría del Manhattanismo repercute también en su obra como arquitecto.

Plantea una arquitectura basada en una percepción dinámica relacionada con el contexto y las fuerzas de la ciudad orgánica existente. Koolhaas trata de imponer las cualidades de la ciudad, tales como flujos, presiones, intereses, entre otros aspectos, que le sirven como un mecanismo para integrar la obra al sistema urbano existente y no a una planificación directa.

El libro ilustra las relaciones entre un universo metropolitano mutante y la singular arquitectura que puede producir; y también presenta la arquitectura como una auténtica generadora de cultura.

Para Rem Koolhaas, Nueva York, es la ciudad en que la modernidad queda representada con mayor fidelidad. Koolhaas considera a Nueva York como la ciudad donde el capitalismo y la presión de la economía se manifiestan en grado máximo y por tanto todas las formas de expresión del progreso. Es en la cultura de masas se ofrece más diáfanamente.

Dentro de la cultura de la congestión, el esplendor de una ciudad radica en lo excepcional y lo extremo. Valiéndose de esto propone reconducir la ciudad desde la enajenación de la máquina capitalista, al orden. En otras palabras, hacer de la debilidad virtud a través de aprender a construir, en este caso, en Manhattan.

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