CONTROL 2: Narrativa chilena
Gabriela AlburquenqueReseña15 de Octubre de 2018
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CONTROL 2:
Narrativa chilena
Gabriela Aguirre Alburquenque
“son imágenes premonitorias, que anuncian en clave, en un lenguaje enigmático, algo de lo que estaba por suceder, por venir: algo que estaba inscrito en el futuro”
(Edwards 379).
1.
Conjeturas sobre la memoria de mi tribu se escribe a partir de lo oído, lo vivido, el pasado cercano, el que está más lejos y aquellos escenarios de lo posible que sólo existen en la medida en que los vínculos del ADN lo permiten. 400 Años de historia y un libro que desarticula la voz del relato, como Genette la entiende, haciendo del escritor también el destinatario.
El relato se mueve sobre conjeturas que dan forma, acaso, a relatos inconexos. Donoso no sólo escribe la historia de su estirpe, sino que también escribe la historia propia. O al menos, eso podemos esperar de un relato que podría leerse como una acción de rasgar en el pasado para entender quizás un presente en el que las inquietudes respecto a sí, respecto a la pertenencia social, a la identidad, sobrepasan la memoria y se plasman por escrito. La escritura de Donoso, el acto de escribir, revela quizás mucho más que el libro mismo. Donoso hace aparecer la memoria a medida que escribe y es en la medida que escribe también posible constituir una memoria. No es memorialismo convencional el donosiano, es un memorialismo que se va hilando sin estar previamente fijado. Es un memorialismo que devela en la medida que los recuerdos lo posibilitan, en la medida en que responde inquietudes personales.
Dora Schwarzstein en su texto Memoria e Historia plantea que la memoria se trata de cuestionamientos. Cuestionamientos que giran entorno a la preocupación de la humanidad por acudir, quizás con cierta nostalgia, a aquel pasado que corre el miedo de evaporarse. La naturaleza humana tiende a intentar comprender el presente acudiendo siempre al pasado. Sobre ese plano, la literatura memorialista pareciera funcionar como espejo, como doble de la vida, como una otra cara que trascienda y quede, inextinguible quizás por su cualidad material, o por lo menos, por su capacidad testimonial de resguardar la memoria del paso del tiempo, del engaño de la propia mente, de la modificación de recuerdos inconsciente.
La pertenencia social en Donoso como fundamento propio de la identidad. El primer Donoso cargando al siguiente, estableciendo una conexión inmediata. Conexión que al parecer Donoso no entiende y por eso escribe, una conexión que para él se hace necesaria vislumbrar y quizás así, poder encontrar una pertenencia social. La de Donoso es una identidad que no conversa con su pasado, la de Donoso es una identidad que se fragmenta en la relación con su pertenencia social: “Es a través del apellido compartido que me siento ligado a esta tierra y a esta historia y a esta provincia que apenas conozco pero que, suelo fantasear, es la mía” (Donoso 22). Es un apellido que rasgar el que podría, acaso, entregarle a Donoso esa pertenencia social que no tiene pero con la que fantasea, una pertenencia truncada, quizás, por el mismo apellido. Apellido oligárquico e incomunicado de un Chile desolado, un Chile que no logra retratarse en la historia del apellido y que por lo tanto, no existe. Su escritura, como salvación, viene a poner en juego la memoria para, además de recuerdos, hacer aparecer acaso un sitio, un lugar, algo donde desplegar su nombre sin que sea pura fantasía.
2.
Los círculos morados, memorias de Jorge Edwards, parecen funcionar sobre tres ejes principales: escritura, memoria y reflexión. Resonancias internas, difusas, se presentan ante Edwards como enigmas, como un misterio que muta en la necesidad de develar, en la reflexión que haga de lo borroso, quizás, claridad absoluta.
“Los recuerdos iniciales, infantiles, propios o ajenos, reales o ficticios, tienen una resonancia interna, borrosa, una vibración, un eco, algo así como una sombra, o como una doble sombra, que con la cercanía en el tiempo, con una precisión mayor, dentro de contornos más nítidos, tienden a perderse. Memoria cercana frente a memoria profunda. El lente desenfocado produce el misterio, o ayuda a producirlo. Permite que exista el misterio, por lo menos. Toco una nota, un punto sensible del pasado, un nudo, y su resonancia permanece vibrando durante un buen rato. Le pongo pedal a una nota: acorde prolongado. Salgo de mi casa de la Alameda…” (Edwards 9). Ocho líneas y el acceso a las concepciones de Edwards en el funcionamiento de la literatura memorialista. Ocho líneas y la necesidad de enfocar el lente, ajustar el zoom y contar, contar cómo se sale de la casa, contar que la casa estaba en la Alameda. Ocho líneas y evidenciar una relación entre memoria y espacio, memoria y ciudad. Relación marcada acaso por la facultad de transitar entre dos tiempos como algo innato, entendiendo que día a día la sociedad se mueve en lugares que poseen una carga histórica, que como heridas mal suturadas se abren expuestas a quien esté dispuesto, dispuesta a indagar. Vivimos y nos movemos en ciudades llenas de fracturas, de viejas heridas que aún no sanan porque su sutura quedó a medias y no fue atendida, en esa ciudad, en ese plano, Edwards viene a ajustar el lente para que logremos ver, a esterilizar la ciudad para presentarla como manifiesto memorial propio, manifiesto memoria en que memoria cercana frente a memoria profunda trabajan.
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