Capitalismo y revolución social
Luis Vivas HernándezSíntesis17 de Abril de 2022
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Ideas e Instituciones Políticas y Sociales III
Ideas e instituciones políticas y sociales III
Capitalismo y revolución social
Preludio revolucionario (E. J. Hobsbawn)
El desarrollo económico radicaba en la empresa privada competitiva y en el éxito de comprarlo todo en el mercado más barato (incluida la mano de obra) para venderlo luego en el más caro. Los años de 1789 a 1848 estuvieron dominados por una doble revolución:
- La transformación industrial en Gran Bretaña.
- La transformación política limitada a Francia.
La expansión repentina, vasta y aparentemente ilimitada proporcionó ciertas alternativas políticas en los países <avanzados>. La revolución industrial (británica) se había tragado a la revolución política (francesa).
Las clases medias de Europa estaban asustadas, y siguieron estándolo, del pueblo: se pensaba todavía que la democracia era el seguro y rápido preludio del socialismo.
El drama más obvio de este periodo se hallaba en lo económico y lo tecnológico: el hierro, extendiéndose en millones de toneladas por todo el mundo, serpenteaba como raíles de ferrocarril a través de los continentes, los cables submarinos cruzaban el Atlántico, se producía el enorme movimiento de emigrantes.
El drama del progreso, inevitable. Solo unos cuantos pensadores predijeron que su inevitable avance produciría un mundo muy opuesto del que parecía se iba a procurar. Este drama fue una realidad para dos tipos de gente:
- Un cataclismo para los millones de pobres que, transportados a un nuevo mundo, tuvieron que cambiar de vida.
- Para los que ajenos al mundo del capitalismo y éste los tenía en sus garras, significó la posibilidad de elegir entre una resistencia resuelta y un proceso traumático de asir las armas de occidente y hacer frente a los conquistadores. Significó la posibilidad de comprender y manipular por sí mismos El Progreso.
El mundo del tercer cuarto del S. XIX estuvo conformado por vencedores y por víctimas.
Ciencia Positiva: El Progreso de la tecnológica
El triunfo burgués fue breve e inestable. Se demostró que estaba llenos de fisuras. A principios de 1870 la expansión económica y el liberalismo parecían ser irresistibles. Hacia finales de la década ya no se los consideraba así.
1873 fue el equivalente Victoriano al colapso de Wall Street en 1929: Una gran depresión. Cuya peculiaridad más notable fue su universidad, ya que afectó a todos los países y a todos los estratos. La depresión significaba una nueva era y marcaba el final de la vieja.
“Estamos durmiendo sobre un volcán…¿No se dan ustedes cuenta de que la tierra tiembla de nuevo? Sopla un viento revolucionario, y la tempestad se ve ya en el horizonte.”
-Alexis de Tocqueville 1848
Unas semanas antes La Liga Comunista Alemana había instruido a Karl Marx y Friedrich Engels acerca del contenido del Manifiesto Comunista. Esto hizo que a las pocas semanas, los temores de los profetas se convirtieran en realidad con una insurrección que derrocó a la monarquía francesa, proclamo la república e inició la revolución europea.
1848 fue la primera revolución potencialmente mundial, fue la revolución más extendida con tanta rapidez y amplitud y también la de menor éxito. A los dieciocho meses habían vuelto al poder todos menos uno de los regímenes derrocados.
Occidente:
- Los campesinos eran legalmente libres
- A la clase media pertenecían banqueros nativos, comerciantes, empresarios capitalistas, aquellos que practicaban las profesiones liberales y los funcionaros de rango superior como los profesores, que se creían miembros de una clase más elevada: La alta burguesía.
Oriente:
- Los labriegos seguían siendo siervos y los nobles terratenientes.
- La clase urbana equivalente consistía en grupos nacionales que nada tenían que ver con la población nativa como los alemanes y los judíos, y que era mucho más pequeña.
- El verdadero equivalente de la clase media era el sector educador y/o de mentalidad negociadora de los hacendados rurales y los nobles de menor categoría.
La zona revolucionaria no se disputaba simplemente el contenido político y socia de los estados sino también su forma o inclusive su existencia: Se esforzaban por construir una Alemania o una Italia.
Ambos estados incluían en sus proyectos a pueblos que no eran ni se consideraban alemanes o italianos como los checos. Todos los movimientos nacionales chocaron con el gran imperio multinacional de la dinastía de los Habsburgo.
Las revoluciones de 1848 fueron <La primavera de los pueblos> y como tal estación, no perduró.
Todas ellas prosperaron y se debilitaron rápidamente, y en la mayoría de los casos, de manera total. Durante los primeros meses fueron barridos o reducidos a la impotencia todos los gobiernos de la zona revolucionaria.
En Francia el reavivamiento conservador se vio reflejado en el sufragio universal que eligió únicamente a una minoría de monárquicos, y que envió a París una gran mayoría de conservadores votados por un campesinado que era políticamente inexperto, y a una izquierda de mentalidad urbana que no sabía como atraerlos.
Luego de la capitulación de Húngaros y Venecianos en 1849, murió la revolución. Con la única excepción de Francia, todos los antiguos gobiernos habían recuperado el poder, y en algunos casos, como los Habsburgo, con mayor autoridad que nunca. E inclusive en Francia, la república contó solamente con otros dos años y medio de vida.
1848 aparece como la única revolución moderna de Europa que combina la mayor promesa, la más amplia meta y el éxito inicial más inmediato, con el más rápido y completo de los fracasos.
Fueron revoluciones sociales de los trabajadores pobres. Por eso, a los liberales moderados a quienes habían empujado al poder y la hegemonía, les asustó tanto como a los partidarios de los antiguos regímenes.
“Si se viera de verdad amenazado el orden social,…, los republicanos más entusiastas serían los primeros en incorporarse a las filias del partido conservador.”
-Conde de Carvour del Piamonte 1846
Quienes hicieron la revolución fueron incuestionablemente los trabajadores pobres.
La revolución de febrero no sólo la hizo el proletariado, sino que la concibió como consciente revolución social. Su objetivo no era cualquier República, sino la República democrática y social.
Todos los grandes poderes intentaron sacar el máximo provecho a una situación que de manera inesperada los favorecía.
Desde el instante en que se levantaron las barricadas en París, todos los inefables moderados fueron conservadores potenciales.
La revolución mantuvo su ímpetu, allá donde los radicales eran lo bastante fuertes y se hallaban lo suficientemente vinculados al movimiento popular como para arrastrar consigo a los moderados o no necesitar a estos. Esta situación era más probable que se diera en países en los que el problema crucial fuese la liberación nacional, un objetivo que requería la continua movilización de las masas. Esta es la causa de que la revolución durara más tiempo en Italia y sobre todo en Hungría. La revolución italiana vivió con tiempo prestado.
La revolución Húngara fue la única de las de 1848, que no sucumbió debido a debilidades y conflictos internos; la causa de su caída fue la derrota ante un ejercito muy superior. Después del fracaso de todas las demás, sus posibilidades de evitar tal derrota eran casi nulas.
La burguesía, cuando había de por medio una amenaza a la propiedad prefería el orden a la oportunidad de llevar a cabo todo su programa, enfrentados a la revolución roja, los liberales moderados y los conservadores se unían.
En 1848-49, los liberales moderados hicieron dos importantes descubrimientos:
- Que la revolución era peligrosa
- Que algunas de sus demandas sustanciales (especialmente las económicas) podían satisfacerse sin ellos.
La burguesía dejaba de ser una fuerza revolucionaria.
El radicalismo de los pequeños hombres era genuino.
El radicalismo de los intelectuales tenía raíces menos profundas. Se basaba en la incapacidad de la nueva sociedad burguesa de antes de 1848 para proporcionar suficientes cargos de acuerdo con su status para los instruidos que producían en cantidades sin precedentes y cuyos beneficios eran más modestos que sus ambiciones.
Cuando se enfrentaban con la revolución roja, los radicales mas bien democráticos tendían a refugiarse en la retórica, divididos por su genuina simpatía hacia el pueblo y por su sentido de la propiedad y el dinero. Al contrario de la burguesía liberal, ellos no cambiaban de bando. Simplemente vacilaban, aunque nunca se acercaban demasiado a la derecha.
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