Coexistencia laboral

Coexistencia laboral

La coexistencia laboral entre los trabajadores era una forma de ayudarse por medio de contratos la coexistencia de trabajos estipula que “un mismo trabajador puede celebrar contratos de trabajo con dos o más empleadores, salvo que se haya pactada la exclusividad de servicio a favor de uno solo”.

Los trabajadores podían contar con dos contratos diferentes en diferentes  lugares de trabajo a menos que sus empleadores en sus contratos les estipularan que exclusivamente podían laborar par ellos, el primero podrá contratar con un empleador diferente pero  en tal caso como es natural y lógico, la ejecución del contrato se tendrá que hacer en un horario distinto de tal forma que no afecte las actividades que se deben desarrollar con el primer empleador.

Es importante que el primer empleador tenga conocimiento del segundo contrato para que el primer empleador no le exija a este que se quede a trabajar tiempo extra pues esto tendría como consecuencia que el trabajador incumpla con el segundo empleador por esto y más si debería exigir un consejo  cuanto menos un conocimiento con los dos empleadores para evitar situaciones difíciles.

Los trabajos y contratos deberían de tener objetivos totalmente diferentes para así evitar una intersección.

La concurrencia de los contratos es cuando está involucrado con otro este no pierde su naturaleza y le son estipuladas las normas del código sustantivo del trabajo. Esto quiere decir que si se tiene dos trabajos al mismo tiempo este no pierde sus derechos laborales.

 Los aspectos políticos de época  desde inicios de la época virreinal eran reclutados la población indígena para trabajar en unidades productivas  (trapiches u obrajes). La fuerza de trabajo era excesiva y en el caso de fabricación de objetos de uso común, se daba generalmente el trabajo a indios y también a los negros y mulatos.  Los trabajadores del campo (administradores, peones, jornaleros) representaron un factor relevante en la actividad económica para la evolución de la hacienda. Se conformaba por trabajadores permanentes que  gozaban  de estabilidad laboral y trabajadores temporales que vivían en total abandono en su  paga y en sus condiciones económicas y sociales, esta última, situación predominante  en  el país. No existía un convenio entre los trabajadores y patrón, que resguardase a los primeros para resguardarlos de ser un objeto te un trato humano, “existían  también trabajadores alquilados, que eran eventuales y permanecían alojados en cabañas provisionales. “.

La República fue restaurada en 1867, cuando los franceses salieron de México. Benito Juárez se dedicó a reconstruir el país y a cumplir con los mandatos de la constitución de 1857. La sociedad se secularizó y buscó proyectos que actualizaran la infraestructura de transportes.  

El ascenso de Porfirio Díaz a la presidencia de la República, así como su caída del poder, presentan un punto en común: la agitación, la violencia popular. Díaz ya con el grado de general y con un prestigio de magnífico militar ganado en las luchas contra la intervención francesa lanzó contra Juárez el Plan de la Noria, el cual no tuvo éxito. Más tarde con la muerte del presidente Juárez, se despierta nuevamente en Díaz la ambición por el poder, sin embargo la silla presidencial fue en esta ocasión para Lerdo de Tejada, cuando al final de su periodo es evidente su deseo de reelegirse, entonces Díaz encabeza el Plan de Tuxtepec  en el que se defendía irónicamente el principio de la no reelección, tanto del presidente como del vicepresidente de la República, así como de los gobernadores de los estados. Poco después el Plan de Tuxtepec se reformó en una de sus partes en la población de Palo Blanco, pero sin perderse el lema de la no reelección. La rebelión pronto se extendió en casi toda la república, las sublevaciones se multiplicaron ante la ineficacia de las fuerzas gobiernistas. Con el triunfo de Tecuac, que significó la victoria definitiva de los rebeldes Sebastián Lerdo de Tejada abandona la presidencia, y para el 23 de  noviembre de 1876, al fin el general Porfirio Díaz ocupaba la silla presidencial.  

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