Como funciona el mundo
julian981230Ensayo4 de Noviembre de 2020
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COMO FUNCIONA EL MUNDO
Los norteamericanos siguen pensando que las reglas de Adam Smith sobre el libre comercio son las únicas legítimas. Pero las economías de rápido crecimiento de hoy están usando un conjunto muy diferente de reglas. Una vez nosotros las conocimos de manera tan profunda que jugamos con ellas, y ganamos. Ahora pareciera que lo hemos olvidado.
por James Fallows[1]
Diciembre de 1993
[El autor encuentra en Tokio unos libros del economista alemán Friedrich List que había buscado infructuosamente en varias partes del mundo].
¡Friedrich List! Durante por lo menos cinco años yo había estado examinando tiendas de libros usados en Japón y América en busca precisamente de estos libros, sin haber tenido suerte. Había intentado en una librería de Taiwán especializada en reimpresiones piratas de libros del idioma Inglés por un décimo de su costo original. Había llamado a la legendaria librería de Strand, en Manhattan, desde mi casa en Kuala Lumpur, pidiéndoles que enviaran una nota sobre el éxito de su búsqueda (falló) en lugar de seguirme manteniendo a la espera. Por todo ese tiempo éstos fueron los primeros libros por o sobre List que tuve ante mis ojos. Era una biografía escrita por un profesor del norte de Inglaterra. El otro era una traducción, por el mismo profesor, de un libro corto que List había escrito en alemán. Los dos eran volúmenes delgados que, juzgando por el polvo en sus tapas, habían estado en el estante durante años. Yo abrí la boca cuando en la tapa del primer libro vi cuán alto era el precio, 9.500 yen, aproximadamente US$75. ¿Por el juego?, pregunté esperanzadamente. No, cada uno, me dijo la joven mujer que atendía. Los libros siempre son caros en Japón, pero aun así parecía excesivo. Sin duda los libros se habían apreciado en el momento en que un dólar valía dos veces un yen como era cuando entré en la librería. Pagué y salí. Unos pasos adelante me di la vuelta, caminado de nuevo a la tienda y usé el resto de mi dinero para comprar el otro libro. Siempre habría lamentado pasarlo por alto.
¿POR QUÉ Friedrich List? Había oído hablar de List en los últimos cinco años sobre todo por economistas en Seúl, Osaka y Tokio, y lo que más me intrigaba era por qué casi nunca había oído de él mientras estuve estudiando economía en Inglaterra y Estados Unidos. Cuando vi sus libros, había llegado a pensar en él como en un perro que no ladra. List ejemplifica la extraña selectividad de pensamiento angloamericano sobre economía.
Pongo énfasis en "angloamericano" porque en esta área el Reino Unido y los Estados Unidos son similares, y diferentes de la mayoría del resto del mundo. Los dos países han dominado la política mundial para más de un siglo y el predominio del idioma inglés les permite ignorar lo que está diciéndose y se piensa en ultramar. Por lo demás ello muestra qué aislados se han vuelto. La diferencia se presenta esta manera: El sistema angloamericano de política y economía, como cualquier sistema, descansa en ciertos principios y creencias. No solo actúan como si éstos fueran los mejores principios o los únicos que sus sociedades prefieren, sino que británicos y americanos actúan a menudo como si éstos fueran los únicos principios posibles y nadie, excepto por error, podrían escoger otros. La economía política se vuelve un asunto esencialmente religioso, sujeto al inconveniente normal de cualquier religión: el fracaso para entender por qué las personas fuera de la fe actúan como ellos lo hacen.
Para hacer esto más específico: La visión angloamericana sobre el mundo descansa en los hombros de tres hombres. Isaac Newton, el padre de ciencia moderna. Jean-Jacques Rousseau, el padre de teoría política liberal (si queremos mantener esto completamente angloamericano, John Locke puede servir en su lugar.) Y Adam Smith, el padre de economía del laissez-faire. De estos titanes vienen los principios en los que se supone que la sociedad avanza, desde el punto de vista angloamericano. Se supone que una sociedad entiende las leyes de la naturaleza como Newton las perfiló. Se supone que reconoce la dignidad superior del individuo, gracias a Rousseau, Locke y sus seguidores. Y se supone que reconoce que el futuro más próspero para el mayor número de personas viene del funcionamiento de los mercados libres. Eso fue lo que Adam Smith enseñó, axiomas que fueron enriquecidos por David Ricardo, Alfred Marshall y los otros gigantes de la economía neoclásica.
Lo más importante de esta síntesis es la equivalencia moral de esos principios. Isaac Newton trabajó en el reino de la ciencia básica. Sin decirlo tan explícitamente, los economistas británicos y americanos de hoy actúan como si los principios económicos que ellos siguen sean de similar dureza, probabilidad e irrefutable base. Si usted no cree en las leyes de físicas –las acciones crean reacciones, el universo tiende hacia mayor entropía–, por definición, es irracional. Y así en economía. Si no acepta las concepciones de Adam Smith —la libre competencia es finalmente mejor para todos los participantes, que la protección, y la interferencia es inherentemente errónea– entonces es un extraterrestre.
Fuera de Estados Unidos y Gran Bretaña el asunto aparece bastante diferente. Sobre la ciencia no hay ninguna disputa. La física "occidental" es la física del mundo. Sobre la política hay más debate: con el encumbramiento de las economías asiáticas algunos líderes políticos asiáticos, notablemente Lee Kuan Yew, de Singapur, y varias figuras cautas en Japón, están diciendo que la filosofía política de Rousseau necesariamente no es la filosofía del mundo. Lee y otros han dicho que las sociedades pueden trabajar mejor si le prestan menos atención al individuo y más al bienestar del grupo.
Pero la diferencia es mayor cuando se trata de la economía. En el mundo no anglófono Adam Smith es apenas uno de varios teóricos que tenía ideas importantes sobre organización de la economía. En la mayor parte de Asia Oriental y Europa continental el estudio de economía es menos teórico que en Inglaterra y América (es por ello que los angloparlantes monopolizan los Premios Nobel) y más dirigido a resolver problemas.
En Japón la economía en efecto ha sido considerada una rama de la geopolítica, es decir, como la clave de la fortaleza de la nación o su vulnerabilidad en el trato con otros poderes. Desde esta perspectiva hacia lo práctico los teóricos angloparlantes parecen menos útiles que sus contendores, como es el caso de Friedrich List.
Choque de dos puntos de vista
Británicos y norteamericanos tienden a ver los últimos dos siglos de economía como un largo progreso hacia la racionalidad y buen sentido. En 1776 Adam Smith en La Riqueza de las Naciones enjuició el viejo estilo del mercantilismo, así como la Declaración de Independencia lo hizo contra el viejo estilo de dominación feudal y real. Desde entonces cada vez más el mundo ha venido arribando al punto correcto, o así parece en los países angloamericanos. Por el camino el mundo se ha encontrado impedimentos tales como el neo–mercantilismo, el sindicalismo radical, el proteccionismo aplastante, el socialismo, y, por supuesto, el comunismo. Una a una las peores amenazas han caído. Salvo unas áreas geográficas en lamentable retroceso, el mundo ha visto la sabiduría de la visión de Adam Smith.
Durante este tiempo ha habido una escuela alternativa de pensamiento. Los filósofos de la Ilustración no fueron los únicos que pensaron sobre cómo el mundo debe organizarse. Durante los siglos XVIII y XIX los alemanes eran también activos, para no hablar de los teóricos a sueldo en Tokugawa Japón, en la China imperial tardía, la Rusia zarista y otros más.
Los alemanes merecen énfasis –más que los japoneses, chinos, ruso, y otros– porque muchas de sus filosofías perduran. Éstos no echaron raíz en Inglaterra o América, pero fueron estudiados cuidadosamente, se adaptaron y se aplicaron en partes de Europa y Asia, especialmente Japón. En lugar de Rousseau y Locke los alemanes ofrecieron a Hegel. En lugar de Adam Smith ellos tenían a Friedrich List.
La visión económica alemana difiere de la angloamericana de muchas maneras, pero las diferencias cruciales son éstas:
- Crecimiento "automático" contra desarrollo deliberado. La visión angloamericana enfatiza la imposibilidad de predecir y planificar la economía. Las tecnologías cambian. Los gustos cambian. Las circunstancias políticas y humanas cambian. Y porque la vida es tan fluida, intentar la planificación central es condenarse virtualmente al fracaso. La mejor manera para "el plan", por consiguiente, es permitir a las personas la adaptación, que quien tiene su propio dinero arriesgue. Éstos son los millones de empresarios que constituyen la economía de cualquier país. Ninguna agencia de planificación podría tener información mejor que ellos sobre la dirección en que las cosas se están moviendo y nadie podría tener un incentivo más fuerte que aquéllos que esperan hacer una ganancia y evitar una pérdida. En la lógica del sistema angloamericano, si cada individuo hace lo que es mejor para él, el resultado será lo que es mejor para la nación como un todo.
Aunque List y otros no usaron este término exactamente, la escuela alemana se preocupaba más por los "fallos del mercado." En el idioma de la economía moderna éstos son los casos en los que las fuerzas del mercado normales producen un resultado claramente indeseable. La industrialización normal involucra contaminación. Si la ley permite a las fábricas descargar contaminantes en el aire o el agua, entonces cada fábrica lo hará. De otra manera, sus competidores tendrán costos más bajos y los sacarán. Esta conducta "racional" dejará a todos por fuera. La respuesta a semejante fracaso del mercado es, para la sociedad –es decir, el gobierno– poner normas que todas las fábricas han de obedecer.
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