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Comunicacion Y Cultura General

marcos_verdugo8 de Abril de 2013

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CALANDRIA

En los 70 y los 80, la comunicación "alter-nativa", entendida como "la otra", llamada popular, educativa o comunitaria, tuvo su auge en Latinoamérica, comprometida con los movimientos sociales y la crítica frente a la sociedad imperante. Fue una época muy fructífera en experiencias, compromiso y reflexiones. Se conoció muy de cerca el mundo popular y su importancia en las sociedad. Y la apuesta por una organización popular y democrática articulada llenó y hasta suplió las utopías políticas de ese entonces. Los actores de sectores pobres se convirtieron en protagonistas y desde allí se les percibía como nuevos y auténticos gestores del cambio social.

Evidentemente el contexto real de la sociedad, muy complejizado, y de sus nociones de transformación cambiaron notablemente. La propuesta clasista desde la que se actuaba o que alimentó estas experiencias quedó trunca con la caída del socialismo restándole sustento. Los actores de la sociedad dejaron de percibirse como sujetos contradictorios u opuestos. Los límites de lo popular se oscurecieron. A la par siguieron emergiendo procesos más amplios de globalización y la tendencia económica hegemónica, por lo menos en el discurso, busca en primer lugar una integración social y no precisamente una oposición radical. Asistimos así a una época donde los sujetos son constreñidos a una gran reflexividad, replegándose hacia sí mismos y al proyecto propio en medio de un proceso de desterritorialización (sin fronteras) y de hibridación de las culturas. Todo lo cual nos convoca a pensar en la búsqueda de nuevas utopías comunicacionales que deben orientar nuestro trabajo y el compromiso con la sociedad.

Sin embargo, este proceso de búsqueda y redefinición no es posible sin antes realizar un balance exhaustivo de los procesos vividos. Es importante hacer memoria y rescatar aquellos aspectos que siguen siendo válidos para identificar las rutas del futuro. Igualmente, requerimos de puntualizar y analizar dónde estuvieron las fallas y los vacíos, todo aquello que hoy no tienen sustento teórico, ni ético, ni de viabilidad práctica. Finalmente, necesitamos repensar una comunicación nueva y liberadora, en profundo diálogo con las utopías sociales y políticas que hoy empiezan a discutirse.

I.- BALANCE: RESCATE Y REDEFINICION HACIA EL FUTURO

Esta ponencia no nos permite hacer un análisis riguroso. Sólo expondremos algunas pistas evaluativas recurriendo a un esquema simplista pero justo sobre lo que vale ser rescatado y que sigue teniendo vigencia. Y todo aquello ubicado mas bien en el nivel de lo cuestionable y no válido. El marco teórico desde el que osamos mirar este conjunto de prácticas comunicativas con sentido social es el de los valores universales y éticos de una propuesta democrática radical que busca unir de manera profunda el desarrollo individual y colectivo de los pueblos, la interacción o fusionamiento entre la noción de justicia y libertad, el diálogo entre democracia y equidad como sentidos utópicos compatibles e inseparables en la nueva sociedad que queremos gestar.

1. APORTES ETICOS QUE RECUPERAR: CONTRA LA DESESPERANZA

Fueron años de experiencia y compromiso en todo el continente, unos apoyados por la cooperación internacional, otros sostenidos desde un trabajo voluntario. De esa experiencia se puede recuperar un capital ético construído que queremos destacar y cuyo eje central estaría en el compromiso con los sectores oprimidos y necesitados buscando su desarrollo social y político. Algunas de las enseñanzas aprendidas y que siguen vigentes serían:

1. La comunicación es una cuestión de sujetos en relación

Se puso el énfasis en la existencia de sujetos de la comunicación. Estos debían producir relaciones entre sí: los miembros de una población o de una comunidad determinada, de un sector social, inclusive entre los comunicadores y el pueblo. No sólo se logró señalar su importancia en el proceso comunicativo sino que se pudo ver en ellos sus problemas y conflictos, el lado inconforme, la debilidad de los sujetos como víctimas de un orden social injusto. Y a pesar de concepciones simplistas en el nivel cultural se consiguió destacar que eran sujetos culturales más o menos complejos y no sólo revolucionarios políticos. Frente a comprensiones más estructurales de la sociedad, esta comunicación puso el lado humano aunque también político desde sus prácticas, reinvindicando inclusive los aspectos recreativos del quehacer comunicacional y el contacto entre la gente, tanto desde los medios como en la relación directa.

2. Participación es protagonismo y democracia

Se valoró y sobrevaloró la participación comunicativa. En muchos casos, se sobrevaloró de manera excesiva y frondosa produciendo estancamientos en el nivel de los formatos: muchas entrevistas, testimonios y hasta historias. Pero en otros casos, se apostaba a la promoción de una sociedad democrática y dialogante entre los pares, en una época donde aún no se valoraba la democracia como valor político societal porque sólo se le apreciaba como un sistema incompleto y poco satisfactorio. Ello significó una valoración de los sujetos populares en sus capacidades para comunicar. Y la gestación de un modelo dialógico de asumir los medios apostando a construir dentro de la comunicación a un pueblo que a la vez es emisor y receptor, en tanto ejercicio democrático alternativo.

3. La importancia de la comunidad y la acción colectiva.

Un cuestionamiento constante y de fondo a los modelos individualistas, llevó a realizar prácticas mas bien tendientes a resaltar la importancia de la acción colectiva. La existencia de una comunidad organizada era muy respetada. En muchos casos y momentos se trabajaba para y por la organización, o con los movimientos sociales. La cohesión valórica que sostenía a la comunicación popular se situaba en el campo de la solidaridad humana entre sujetos de una misma clase o sector social. Se trataba siempre de crear vínculos y compromisos. Fueron las épocas de "darle voz al que no tiene voz", permitiéndole que pudiese expresarse y ser protagonista.

Esto hoy día es rescatable pues no tendría que haber oposición entre individuo y comunidad. Podemos comprender que más allá de las organizaciones representativas y de carácter territorial, vale la experiencia de solidaridad aplicable a nuevas comunidades flexibles. No es posible pensar la socialidad humana sólo desde el individuo.

4. Derecho a la comunicación: relevancia de la radio

La comunicación popular y alternativa sustentada en la crítica a los medios masivos y comerciales optó por una formulación aún vigente sobre el derecho a la comunicación que todo receptor tiene, especialmente formulada en el campo informativo. En los últimos tiempos la perspectiva ciudadana trabajada en nuestro continente no ha recogido suficientemente esta noción de derecho para proponerla como contraparte de la libertad de expresión, gestando una comprensión de la comunicación como una relación más equilibrada entre emisores y público.

Si bien no se admitía visiblemente el derecho de propiedad de los medios ni la libertad de expresión, sin embargo se resaltó de manera práctica que las grandes mayorías podían y debían hablar, justamente porque la concepción dialógica lo sustentaba así. La independencia informativa pero a favor de los pobres fue de alguna manera un enlace con la democracia.

La radio fue el medio que mejor permitió explorar esta perspectiva. Experiencia que además comprometió a todo el continente, no sólo usando radios pequeñas de corto alcance sino otras de gran potencia. Se coincidió desde la práctica con la imagen de las mil voces que propuso el informe Mac Bride como Nuevo Orden Internacional de las Comunicaciones.

5. La intención educativa de la comunicación

La vocación educativa de la comunicación popular es incuestionable. No era sólo un adjetivo sino una apuesta por transformar a los sujetos en contacto y participación, recuperando así los postulados de Paulo Freire. Intimamente ligado a lo comunicacional como proceso de encuentro del sujeto con su realidad y consigo mismo, importaba promover procesos de liberación de manera pedagógica. Educación que se perfiló, porlo tanto, como práctica de transformación. Quizá el valor más recuperable estaría en que se señaló que los receptores se educan a sí mismos en contacto con la comunicación, tanto en relación con la masiva como con la alternativa. No era una cuestión de enseñanza o didactismo sino de procesos de aprendizaje. En ese sentido, no puede dejarse la comunicación al ritmo espontáneo del encuentro con el público, sino que debía convertirse en todo un trabajo comunicativo de carácter formativo. Aporte que no siempre fue practicado con todas sus implicancias.

6. Comunicación y desarrollo

A fines de la década de los 80 y comienzos de los noventa se avanza transitando desde el exclusivo y excluyente apoyo a los sectores populares hacia un compromiso mayor con un proceso social de cambio llamado desarrollo, el que redundaría también en tales sectores. Se relaciona así al sujeto con acción social y también política, es decir se debía redundar en los sistemas de gobiernos, de ideas y necesidades sociales, para resolver problemas no sólo en el corto sino en el largo plazo, de manera sustensable y sostenible. Perspectiva que continúa hasta hoy. Aunque algunas aplicaciones del marketing social fueron aplicadas de manera sumamente publicitaria y tergiversaron el compromiso de la comunicación con el desarrollo, en la medida que es un apoyo más instrumental y externo al cambio mismo.

La

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