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Cronica viajera “Montemariana”


Enviado por   •  27 de Marzo de 2023  •  Trabajos  •  1.153 Palabras (5 Páginas)  •  100 Visitas

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Crónica viajera

Jaider Manuel Valdez Herazo

Fundación Universitaria Antonio Arévalo

Comunicación social

Docente: Laura Manzi

Cartagena, Colombia

14 de marzo de 2023

“Montemariana”

Había prometido viajar, pero tenía dudas, inquietudes del temperamento que nos asaltan Cuando tenemos que levantarnos de la cama todavía medio dormido.

A las 5:30, después de un baño que casi me congela, y de asegurarme de que mi cartera hubiera plata, llegué a Bazurto donde tomé la buseta que me puso en la terminal de transportes, antes de las 6. Y a las 6 exactamente me embarqué en el bus intermunicipal que me llevaría a mi destino maría la baja. Ya que en el vehículo me dio por pensar que desprenderse del hogar aunque sea por un solo día, siempre nos afecta. El bus iba rápido Cartagena quedó atrás y a medida que nos aproximábamos a turbaco me intrigaba el velo de neblina matutina que empañaba las ventanillas. Los demás pasajeros ni fu ni fá, pero para mí esa neblina era una cosa exótica. el bus avanzaba sin inconvenientes por la excelente carretera de doble calzada y al atravesar Arjona note que los conductores de motocicletas no llevaban cascos de protección, alguien me dijo que en Arjona ni en las otras poblaciones, que iba a encontrar, eso era obligatorio . Yo nada Le dije pero por allá andar en motocicleta es bastante riesgoso.

La maravilla comenzó cuando más adelante como a una hora de haber comenzado el viaje, parecía que el aire se hacía menos denso; el sol brillaba, y sin embargo, hacía fresco. Yo sentía una modorra placentera pero me mantenía consciente. Mis oídos se deleitaban con el murmullo de la suave Brisa y mis ojos se extasiaban con la pintoresca belleza del paisaje sabanero, lagunas por aquí y por allá, las nubes como pegadas al Horizonte y en lo alto un cielo más azul que el cartagenero. El canal del dique es como una cinta de platino que atraviesa la sabana bolivarense; y gambote y sincerín, a lado y lado del Canal desde lo alto del puente se me asemejaban a dos pueblitos de los que salen en los cuentos de hadas.

Después de la sabana que es pura planicie, vino la región, maría que es planicie y que es montaña, que por las dos características resulta de ensueño por su hermosura natural, allí pasamos por malagana que tiene el nombre bien puesto porque, visto rápido y desde un bus en movimiento, parece que lo hicieron sin ganas o de mala gana.

Más adelante, san Pablo es lindo y las mujeres afro, que por sus calles andan. Después en 10 minutos más llegué hoy llegamos a María la baja, principio que tiene como 70,000 habitantes y una Plaza Central de paraíso. Ese era mi destino, ahí dormí, y a los dos días hice el mismo recorrido aquí pero a la inversa. La región montemariana, o región de los montes de María, queda en la memoria de quienes la visita, y es mucho lo que se puede escribir sobre ella. La paradoja es que, en mi caso, estar por allá apenas un par de días me dio paz y profundizó en mí el sentido de la vida. Me explico: En el transcurso de la ida vi a la naturaleza manifestarse en todo su esplendor, hay que estar medio muerto para ser insensible al espectáculo del Canal del dique y a la especial afabilidad de los nativos montemarianos. Esto se me antojaba vinculado a la esencia de paisaje y me llevó a la convicción de que en un lugar idílico la gente es cálida y afectuosa. En María la baja el bus me dejó a un lado de la Plaza Central, tipo 8:30 de la mañana, eché a andar pero muy pronto una sonriente personita me agarró por la manga de la camisa para que viera algo. Sobre una especie de tarima cantaba un coro de niños con uniformes escolares acompañados de diestro percusionistas, mientras no menos de cien bailaban con Suprema gracia. Algo le dije entonces yo a la sonriente personita que la hizo poner cara de confusión y salir corriendo. ¿Sería que me aceleré galanteándola un poquito? yo no lo sé. Cuando terminó el show estudiantil entré a un negocio sin letreros, obviamente, un restaurante en el que ya había pasado la hora de desayunar y  todavía no era de almorzar.

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