CÓMO SERÁ COLOMBIA EN PAZ

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            Luis Ángel Rosero Ortiz    

Valentina Raigosa Velásquez                             311051

CÓMO SERÁ COLOMBIA EN PAZ

Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales

Abril, 2016

El conflicto político actual que enfrenta Colombia es el resultado de la guerra interna que ha sufrido durante los últimos cincuenta años y que ha marcado drásticamente el rumbo de la historia de nuestro país.

El surgimiento de las guerrillas en la década de los años sesenta  y sus ideologías de izquierda se debió a varios factores como la distribución del poder entre dos partidos tradicionales -lo que llevó a la exclusión política de otros grupos-, la injusticia social y la distribución desigual de tierras como fruto de conflictos anteriores que se habían desarrollado en el país y que involucraban violencia en la lucha por el poder y su reestructuración social y política.

Está claro entonces que el conflicto interno actual es producto  a su vez de la acumulación de un conjunto de conflictos y sus respectivas consecuencias que se presentaron con el paso de los años y que no fueron resueltos ni enmendados, debido a una organización social pobre, a un mal manejo de recursos y al poco criterio democrático de los altos gobernantes a los que el país se les ha salido de las manos; lo que generó resentimiento, impotencia y la búsqueda de otras formas de participación e inclusión política por parte de ciertos grupos cuyo objetivo final era la igualdad.

Estos nuevos grupos de origen comunista han sometido al país durante muchos años y de muchas formas, pues se desviaron de sus ideales iniciales y se empezaron a valer del secuestro, la extorsión, el desplazamiento forzado y el asesinato para financiarse como organización ilícita y para presionar al gobierno, causando el sufrimiento de los civiles a quienes supuestamente querían proteger y beneficiar; además de levantarse y mantenerse no solo como grupos subversivos sino como grupos ricos en tierras, armas y poder, gracias al auge del narcotráfico.

Pero estos grupos guerrilleros no sometieron al país sólo con violencia y terror, también contribuyeron en gran medida al retraso del desarrollo económico del mismo, pues las amenazas, extorsiones y atentados a las estructuras de las empresas multinacionales especialmente del sector petrolero, provocaron la fuga de varias de éstas y por ende muy probablemente esto representó un obstáculo financiero para el país.

Cabe decir que en estos cincuenta años de conflicto ni el Estado ni los grupos guerrilleros han tenido avances notorios en cuanto a la lucha que han enfrentado: un intento fallido de proceso de paz y un intento fallido en la erradicación de dichos grupos por medio de la violencia (por parte del Estado) y un aumento en la injusticia social, la desigualdad, la organización política y la corrupción (lejos de los ideales de los grupos guerrilleros); lo cual resulta irónico, pues son cincuenta años en los que nadie ha ganado nada y en los que miles han perdido mucho o todo.

Toda acción tiene una reacción y así como las decisiones y actos del gobierno impulsaron el surgimiento de grupos guerrilleros, la aparición de estos últimos generó, como era de esperarse el levantamiento de otros grupos que compartían los ideales patrióticos del Estado y se sublevaron en armas en contra de los guerrilleros; y es allí en donde inicia una vez más otra época de violencia y atrocidades en el país que han dejado heridas difíciles de sanar.

Debido a todo lo anterior, el presidente Juan Manuel Santos en su primer mandato reconoció la necesidad de retomar el fallido proceso de paz que quiso llevar a cabo el presidente Andrés Pastrana, pero con un final distinto, sin precedentes y con el objetivo de que las generaciones que han vivido estos cincuenta años de conflicto y las venideras conozcan y vivan la paz y deje de ser esa utopía de la que tanto se ha hablado. Es por esto que hoy en día, estamos atravesando por unos diálogos de paz con el objetivo de ponerle fin a la violencia y la guerra en Colombia, siendo esta una negociación  de los diferentes puntos exigidos por las dos partes.

Después de las negociaciones y asumiendo un acuerdo de paz firmado, el país tendría uno de sus mayores problemas solucionado, y a raíz de esto, tendrá mucho más espacio para enfocarse mejor en problemas que afectan a nuestra sociedad, como temas relacionados con la educación, la salud, la reconciliación social, el crimen, el sector agrario, la cultura, la corrupción y la falta de presencia del estado en algunas zonas; entre muchos otros factores que hoy en día afectan nuestra sociedad, frenando el desarrollo en el país; sin dejar de lado problemas que dejará la postguerra como la reinserción a la vida social de los desmovilizados y la búsqueda de la verdad por parte de las personas que se han visto afectadas por el conflicto, en la desaparición de sus seres queridos o familiares.

Como es evidente, la sociedad colombiana tiene muchos problemas, tanto los que ocasionará la postguerra como los que tiene desde hace mucho, y ahora con los tiempos de paz que se espera sean pronto, el estado se verá encaminado en la búsqueda de nuevas y mejores soluciones ante estos problemas, tanto como para prevenir futuras guerras internas con el uso de cátedras en donde den a conocer cómo funciona el sistema político del estado y concientizar e incentivar la participación social y política de las personas desde temprana edad en su formación académica, como también dando espacios de mayor participación a los sectores que se han visto marginados en esta guerra  como los indígenas, afrodescendientes y campesinos, nuevas reformas agrarias favoreciendo a los más desprotegidos, mejorar la calidad de educación pública, la cultura y la salud, así como también incentivar a la sociedad a tener una unión más fuerte entre si y concientizarla en la forma de dejar atrás los horrores de la guerra y tener más visiones en el futuro y desarrollo.

Vivimos en un país que no conoce la paz por eso se hace un poco difícil imaginarse cómo es ésta, y es de esperarse que se genere un temor o rechazo a la misma que se fundamenta en la desconfianza arraigada hacia el Estado que se ha originado gracias a las múltiples decepciones y desplantes del mismo y aún más sabiendo que la firma del acuerdo de paz no significa el fin de los problemas del país y que tampoco es algo inmediato, primero porque el país está mal estructurado socialmente y la raíz de sus problemas es la mala administración y la corrupción y segundo porque la paz no es algo que se consigue con una simple firma, la paz debe construirse entre todos mientras que el país debe reconstruirse; como lo describió el columnista Ricardo Santamaría para EL TIEMPO: “Desde muy temprano, todos los ciudadanos y sectores sociales deben entender que el posconflicto no es un proceso de años, sino de décadas. No solo que se requiere el aporte de todos, sino que en muchos casos hay que emprender reformas estructurales del Estado y cambios de actitud en la población que toman años o décadas” .Pero el hecho de temerle a la paz no justifica ir en contra de ésta, temerle a  lo desconocido está bien, pero no por eso debemos privarnos de algo tan básico y necesario para una sociedad.

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