Desempleo maquillado

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En la sociedad contemporánea, el estar desempleado implica asumir situaciones psico afectivas que van más allá de lo económico. No es solo el hecho de dejar de percibir un ingreso, sino, además asumir frustraciones de tipo emocional, morales que pueden incluso comprometer las relaciones familiares y sociales en el entorno del desempleado. Sin embargo, los tecnócratas han convertido este tema un simple dato estadístico que no contemplan las realidades propias de los desempleados.

De hecho, si asumimos la definición que dan los economistas del “desempleo”, este se considera como la relación porcentual entre el número de personas en edad de trabajar y que están buscando trabajo (PEA – Población Económicamente Activa) y el número de personas que integran la fuerza laboral, es decir que están efectivamente ocupadas. En otros términos, se consideran como empleados aquellas personas que de algún modo han sido ocupadas en el algún tipo de trabajo necesario socialmente que les reporta algún tipo de remuneración. Aquí, por ejemplo, se excluye, tanto de las estadísticas de empleo como de las del desempleo a las amas de casa, quienes, día y noche, trabajan en el cuidado de sus familias, pero hacen parte de la Población Económicamente inactiva porque oficialmente nadie les remunera por sus servicios.

La evolución del desempleo como variable macroeconómica ha sido uno de los factores más influyentes en la economía colombiana debido a sus importantes implicaciones y afectaciones al bienestar de la sociedad. A lo largo del siglo XXI la historia del mercado laboral ha venido presentando diferentes situaciones de gran relevancia como lo fue la asombrosa aceleración en la tasa de desempleo a principios del año 2000 con una cifra de aumento del 20.5% y el sin fin de caídas económicas a lo largo del 2008 – 2010, este tipo de hechos presentados en los últimos años han afectado notablemente el desempeño del mercado de trabajo en el país. La cifra de personas pertenecientes al sector informal aumenta cada día más, la migración de cientos de miles de venezolanos a Colombia, los altos costos económicos y administrativos a la hora de crear una microempresa, el aumento de los perfiles del trabajo cualificado y el poco aumento en la productividad a nivel nacional y regional son diferentes factores que ponen en aviso a un país que pide a gritos cambios políticos y económicos.

El desempleo es un problema social que presenta una sociedad ya que, a falta de ingresos, puede generar un bajo crecimiento económico afectando la calidad de vida de las personas. De igual manera la informalidad, es otro de los problemas sociales que perjudican a la sociedad, puesto que además de generar empleos de baja calidad, afecta la productividad, los recaudos tributarios y la posibilidad de que los trabajadores obtengan una pensión digna.

En este orden de ideas, el desempleo en Colombia según las estadísticas del DANE, está alrededor del 10,7 %, lo cual indica que de cada 100 personas en edad de trabajar y que se encuentran buscando trabajo, 10,7 efectivamente lo encuentran. Esta es una cifra, relativamente aceptable en el mundo de los analistas económicos, sin embargo, no deja de tener sus implicaciones y contradicciones. De entrada, podemos decir que, aunque, por definición, nos muestra el nivel de desempleo tal y como se ha explicado, no nos está diciendo todo lo que nos debería decir. Si se asume la definición jurídica para Colombia, en el Código Sustantivo del Trabajo se establece en su ARTICULO 5º que “Trabajo” es “toda actividad humana libre, ya sea material o intelectual, permanente o transitoria, que una persona natural ejecuta conscientemente al servicio de otra, y cualquiera que sea su finalidad, siempre que se efectúe en ejecución de un contrato de trabajo”, lo cual a todas luces contradice la metodología utilizada por el DANE en relación con la cifra que se muestra como indicativa del desempleo. En realidad, ese 10,7 % de desempleo lo que nos muestra es las personas que no están ganando ni un centavo, es decir que no están recibiendo ingreso por ningún lado. Pero como todos sabemos Colombia es el país del rebusque y muchos de quienes no tienen un empleo formal, buscan la forma de ganar dinero.

Estas personas normalmente hacen parte de lo que conocemos como economía informal que, aunque no tienen ningún contrato laboral, pueden estar recibiendo algún tipo de remuneración por trabajos no registrados, ni formalizados. sobre el total de la población ocupada en el primer trimestre 2019 se calcula que 10´379.985 de 21´945.000 personas; ósea el 47,3% está bajo la informalidad. Hay que recordar que el término “informal” para el Dane, es equivalente a “los empleados particulares y los obreros que laboran en establecimientos, negocios o empresas que ocupen hasta cinco personas en los establecimientos”. [pic 2]

La seguridad social es una característica de la persona que se perfila como ocupada en situación de formalidad o informalidad, esencialmente para identificar estos dos tipos de ocupación se deduce por sus ingresos económicos asociados con la actividad laboral si en el marco de los ingresos han sido remunerados no solo por su trabajo, sino que también ha recibido los pagos asociados con seguridad social.

El pueblo colombiano prefiere irse a la franja de la informalidad con el argumento de que tienen empleo de muy baja calidad, pero estable. El tema de la migración es una de las causas fundamentales que da aumento a la informalidad se abarata la mano de obra colombiana y se genera desempleo, permitiendo la llegada de personas de extranjeros que no aportan a seguridad social.

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