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Despedida A Un Directivo


Enviado por   •  24 de Agosto de 2014  •  570 Palabras (3 Páginas)  •  263 Visitas

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A lo largo del tiempo, Dios pone en nuestro camino a diversas personas que son difíciles de olvidar por que han dejado una huella importante en nuestro corazón, al acompañarnos en un instante o una etapa de nuestra vida, sin embargo no podemos quedarnos junto a ellos, pero por muy corto que haya sido el tiempo que se compartió, nos dejan una parte de ellos que siempre estará presente para ayudarnos a seguir.

Cuando un docente llega al término de su jornada en esta carrera, que más que carrera es nuestra vida, es un común denominador escuchar cuanto se extraña la institución donde pasó gran parte de la vida y que fueron las experiencias sensibles relacionadas con el espacio escolar las que provocan sentimientos encontrados. Que, aunque disfrutando de un merecido descanso y por fin poder desarrollar los proyectos largamente postergados, ansia de vez en cuando volver para ver, oír, tocar y oler el lugar que tantas satisfacciones les había dado. Así podríamos dar una pequeña mención de la profunda significación de este espacio en nuestra propia historia y las huellas que la docencia deja en nuestra vida.

Sin embargo, sin duda, al hacer un balance de nuestra vida, tenemos que en primer lugar, elegimos la profesión perfecta, en la que se da todo a cambio de nada y a partir de nada se crea todo; en segundo lugar, es indiscutible la magia que existe dentro del aula de clases, en ella cada segundo es de intensas experiencias en las que docentes y no docentes se involucran en crear enseñanzas para los niños. Son los territorios cotidianos del encuentro con los estudiantes, que de una u otra forma, también se comprometen emocionalmente con los espacios y procesos de enseñanza-aprendizaje propuestos.

Parte central de la docencia es encontrar la palabra justa que nombre, motive y comunique a la vez, lo que requiere de estudio, de reflexión, de tiempo, de maduración, de disposición para pensar subjetividades y especificidades de los grupos humanos que año tras año pasan por las aulas. ¿Quién no recuerda a la niña de las trenzas que sonreía bonito, o al niño de mejillas chapeteadas que corría detrás de su mama cuando lo dejaba en el Jardín, o a aquella mama que siempre estaba en todo y podía uno siempre contar con ella para todo?

Tal vez sea el espacio que más echara de menos mi querida maestra, porque aunque se jubile, podrá, si quieren, continuar con las investigaciones pendientes o crear otros proyectos para esa mente acostumbrada a estar activa y alerta, detectando las necesidades y/o posibilidades de la comunidad en la que se encuentra, y también es posible que sean consultados por sus antiguos estudiantes o compañeros. Y es que la pregunta pertinente sería: ¿puede jubilarse una cabeza productiva y abierta? Me parece que no. Que lo que se dejan son horarios, obligaciones, planes, informes, reuniones y otras cuestiones de la cotidianidad del trabajo, pero el pensamiento no se jubila,

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